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domingo, 11 de febrero de 2024

9 de febrero de 1964: En la confirmación de El Imposible, el triunfo es para Diego Puerta

El Imposible
Archivo Martín Santos Yubero
Carlos Antonio Moreno Campos, anunciado como Carlos Moreno, se presentó vestido de luces en el Toreo de la Condesa la noche del 16 de junio de 1945. Alternó con Rosendo Vázquez, Ladislao Silva, Ernesto García y Fernando Gutiérrez – este último se haría famoso en el cine como Fernando Casanova –, en la lidia de novillos de Milpillas. Esa noche se dejó ir un bravo novillo y las crónicas de la fecha no le auguraban mayor recorrido dentro de los ruedos. Sin embargo, el joven Carlos Moreno siguió buscando la gloria que se encuentra en la arena de los ruedos y el amigo Horacio Reiba le recuerda una actuación en Puebla, su tierra, siendo apoyado por el empresario Paco Lozano, en noviembre de 1947, alternando con los entonces novicios Jesús Córdoba y Manuel Capetillo.

Tras la muerte de Lozano, perderá algo de impulso, pero llegará a la Plaza México, todavía anunciándose como Carlos Moreno, en un festejo mixto de pretemporada, celebrado el 4 de mayo de 1952, cuando en la llamada parte seria del espectáculo del Bombero Torero, junto con Felipe Escudero y Enrique Esparza, despachó novillos de San José de Buenavista. Su presentación llamémosle formal en la gran plaza y ya anunciado como Antonio Campos El Imposible, se produjo el 14 de agosto de 1960, cuando despachó novillos de Cerro Gordo en unión de Felipe Rosas y Jaime Rangel, logrando, por lo avanzado de la campaña, sumar cuatro tardes esa temporada novilleril capitalina.

Recibió la alternativa en la plaza de toros Monumental de Tijuana el 18 de junio de 1961, de manos de Jesús Córdoba y atestiguando Raúl García, siendo los toros de Garfias. Esa campaña la cerró con siete festejos, tres de ellos en el ruedo de su alternativa, además de dos en Saltillo, uno en Monterrey y otro en Puebla.

En 1962 toreó cinco festejos – Mazatlán, Cuatro Caminos, Mérida, Acapulco y Uruapan – en el último, en Uruapan, el 18 de marzo, sufrió una grave cornada que no le impidió marchar a España y casi después de bajar del avión en abril siguiente, ir al consultorio del doctor Utrilla a cambiarse la curación, porque llevaba la herida abierta todavía. Inició una interesante campaña en Palma de Mallorca y sumó 14 corridas en ruedos europeos esa temporada. Los toros lo respetaron en ella.

Para 1963 solamente pudo cumplir con nueve de las corridas que tuvo firmadas y es que, entre sus actuaciones, sufrió cuatro cornadas. El 14 de abril en Málaga, en el muslo izquierdo, el parte médico habla de una sola trayectoria; después, el 9 de junio en Plasencia, otra vez en el muslo izquierdo, con grandes destrozos musculares y vasculares y requirió una transfusión; el 25 de julio en Palma de Mallorca, en el glúteo izquierdo, que llegó hasta el fémur y el 12 de agosto en San Sebastián, en el muslo derecho con tres trayectorias. Este último percance le impidió actuar en la feria de Bilbao.

En ese 1963 actuó dos tardes en la Feria de San Isidro en Madrid, confirmando su alternativa el 12 de mayo, de manos de Pedrés y fungiendo como testigo Andrés Vázquez, con el toro Aferrado de Carlos Núñez. Cumplió su segundo compromiso el día 15 siguiente, compartiendo cartel con el rejoneador Fermín Bohórquez, Fermín Murillo y Mondeño, para lidiar toros de Fermín Bohórquez y un novillo de Javier Molina para rejones. Ese día pudo ejecutar su creación, el muletazo imposible al tercero de la tarde, del que le fue concedida la oreja. 

La confirmación en la Plaza México

Al volver a México, El Imposible procuró reponerse de los estragos de los percances que frenaron su campaña en ruedos hispanos, así como de una hepatitis que allá contrajo y reapareció hasta el 19 de enero de 1964 en Guadalajara, alternando con Luis Procuna y Manuel García Palmeño en la lidia de toros de La Punta. No fue una buena tarde para los dos diestros mexicanos, ya que el toro de la corrida se la llevó el cordobés Palmeño, quien, sin embargo, salió de la plaza con las manos vacías, por sus fallos con la espada.

Tres domingos después, para el 9 de febrero, se le anunció en la Plaza México para que Alfonso Ramírez Calesero, en presencia de Diego Puerta, le confirmara su alternativa, con un encierro de Tequisquiapan, de don Fernando de la Mora Madaleno. Acerca del ambiente del festejo, escribió en su día don Alfonso de Icaza Ojo para el semanario El Redondel:

El valor de Diego Puerta animó una corrida que amenazaba ser tediosa…  Deslucida reaparición de “El Imposible” ya como matador de toros, el hombre estuvo mal en términos generales, al recuerdo, sin duda, de las cuatro cogidas que sufrió en España… La afición mexicana concurre puntualmente cada ocho días al inmenso coso de Insurgentes, que siempre presenta animadísimo aspecto a la hora de iniciarse las corridas… Ojalá y el buen ganado de Tequisquiapan, de don Fernando de la Mora, salga propicio para que los toreros se luzcan y todos quedemos contentos… Hay aplausos a la hora del paseo, terminando el cual, saludan desde el tercio “El Calesero” y “El Imposible”, sin que sepamos por qué no comparece Diego Puerta…

Ojo señala en los antecedentes de su crónica que El Imposible no tuvo una tarde de lucimiento en su corrida de confirmación, acuciado por el peso de las secuelas – mentales, quiero pensar – de los cuatro percances que sufrió en ruedos hispanos. En retrospectiva, se puede afirmar que más que ese “mal recuerdo”, su estado físico ya estaba en un franco deterioro, pues no terminaría con vida ese calendario, a causa de una enfermedad incurable que lo consumía. A propósito de su hacer ante el toro de la confirmación, entre otras cosas, don Alfonso escribió:

“Soldadito”, cárdeno obscuro, de bonita lámina y con 470 kilos… Toma bien los capotes y lo veroniquea "El Imposible", que se enmienda mucho entre lance y lance, aplaudiéndosele solamente su recorte final… Mal banderilleado, pasa el de Tequisquiapan a manos de su presunto matador, Antonio Campos, a quien “El Calesero” cede los trastos, confirmándole su alternativa de matador de toros, en plazas españolas… El nuevo matador brinda al público que lo aplaude y pasa a vérselas con un toro bravo, que acude adonde lo llaman, pero que le inspira cierto respeto. “El Imposible” se limita a doblar a su enemigo insistentemente con miras, quizás, a restarle facultades, lo que consigue sin mayor fruto, pues cuando se estira y quiere torear bien, nanay… Ojalá “El Imposible” recuerde menos sus cogidas cuando lidie al último toro de la tarde…

Antonio Campos estuvo desconfiado e igual anduvo con el que cerró plaza. Voy a insistir en que física y, por ende, anímicamente no estaba en condiciones de enfrentar un compromiso de esa envergadura, lo que se reflejó en el ruedo y se vería de nueva cuenta unas semanas después en su reaparición en la México y final actuación en ese ruedo. 

Todavía actuaría en Aguascalientes, donde tendría un gran triunfo ante El Cordobés y en Puebla y terminaría su breve tránsito por los ruedos el 12 de octubre de 1964 en Torreón, cuando enfrentó toros de Peñuelas junto con Rafael Rodríguez y Alfredo Leal. Esa tarde la saldó sin matar un solo toro, pues el primero de su lote lo mandó a la enfermería con una cornada en el muslo derecho. Ya no volvería a estar en condiciones de vestirse de torero otra vez.

El triunfo de Diego Puerta

La tarde, ponía Ojo en la cabeza de su crónica, iba por las veredas del tedio, hasta que salió el quinto de la corrida, llamado Rastrojero y con el que, el diestro sevillano realizó:

Diego Puerta brinda a la plaza entera y después de un doblón está a punto de ser cogido por ceñírsele su enemigo. Da varios pases por delante y cita de lejos para dar después una carrerita en su empeño de que se le arranque el astado, cuando lo consigue, da un pase natural, ayudándose con el estoque y persiste en el toreo izquierdista, sufriendo a poco un desarme. Él mismo recupera la muleta con regocijo del público y la faena continúa a base de pases con la zurda no siempre limpios, pero sí todos ellos enjundiosos. Duda una vez y se ve en aprietos, optando por cambiar de mano para correr ahora la diestra en varios derechazos que van de menos a más. Instrumenta varios de dos vueltas que entusiasman a la gente y reanuda su trasteó ya con el ambiente caldeado entre dianas y ovaciones. Más derechazos un tanto encorvado, pero muy largos. Nuevo desarme. Un molinete de rodillas yéndose el toro, otro con mejor resultado; pases lasernistas, adornos. Más ovaciones y más dianas. Ya está Diego Puerta en su salsa, toreando a la mínima distancia y haciendo alardes de valor; también con la izquierda da pases dobles, a fuerza de consentir a un toro que toma noblemente la muleta, pero al que hubo que obligarlo para que así lo hiciera; manoletinas, nuevo desarme; otra vez recupera la franela, y en cuanto lo hace, entra a herir en derechura y deja una estocada casi entera en todo lo alto del morrillo. Dobla "Rastrojero" y hay nutrida petición de oreja, que concede el juez benévolamente por partida doble y que recibe el diestro, jadeante y con la cara ensangrentada. Con ambos apéndices en la mano, da Diego varias vueltas al ruedo, devolviendo sombreros y prendas de vestir… En este toro volvimos a admirar el valor indomable de este enorme chiquillo sevillano...

La tarde de Calesero

El Maestro Julio Téllez García hace un interesante sumario de toda la tarde, teniendo como eje la actuación en ella de Calesero:

¿Qué hacía El Calesero junto a una máquina de cortar orejas, que incluso se dejaba perforar la barriga con tal de conseguir el triunfo? … ¿Qué podía hacer el Poeta del Toreo en medio de tal barbarie? Ciertamente que una carnicería no es el lugar ideal para inspirarse, por lo que Alfonso se limitó a ser el de muchas tardes, un artista que sirvió su arte a cuenta gotas. ¿Podía hacer más con un público que pedía sangre en lugar de poesía? A lo mejor el empresario quiso darle su barniz de arte a Diego Puerta, haciéndolo alternar con el Calesa. Lo que hizo fue ensanchar más la distancia entre el toreo como expresión de arte y el toreo como expresión de drama y… de comercio… El Imposible, mal. Debutó después de varios percances graves sufridos recientemente en España…

Estas son algunas versiones de lo que sucedió hace 60 años en la Plaza México y el 28 de diciembre, se cumplirán también seis décadas del óbito de El Imposible, quien no tuvo la ocasión de ejercer siquiera un calendario completo, su dignidad de matador con alternativa confirmada en las dos plazas más importantes del planeta de los toros.

domingo, 10 de diciembre de 2023

9 de diciembre de 1973: Confirma en la México El Niño de la Capea

El Niño de la Capea
Pancho Flores

La temporada 1973 – 74, organizada por DEMSA, con don Javier Garfias en calidad de cara visible, constó de 16 festejos, empezó el 2 de diciembre del 73 y terminó el 24 de marzo del año siguiente y tuvo como prólogo, una corrida benéfica el 15 de septiembre anterior, cuyos recursos estarían destinados a paliar en algo las necesidades de las comunidades de Puebla y Veracruz afectadas por un fuerte sismo. Como se puede ver, no es de ahora, ni de antier, que la fiesta está siempre en apoyo de las mejores causas de la sociedad. Y como remate, nuestros maestros en el retiro, torearon al día siguiente, también en la gran plaza, un festival con la misma finalidad, que igualmente llenó el coso. Decididamente creo que no somos tan malos como nos quieren pintar.

El elenco que formó don Javier Garfias para ofrecer el ciclo – y el derecho de apartado – se integró con los diestros mexicanos Mariano Ramos, Raúl Contreras Finito, Jesús Solórzano, Adrián Romero, Antonio Lomelín, Raúl Ponce de León, Manolo Espinosa, Jorge Blando, Miguel Villanueva, Luis Procuna y Jaime Rangel; los españoles Francisco Ruiz Miguel, además de El Niño de la Capea y José Mari Manzanares, quienes confirmarían sus alternativas, el colombiano Pepe Cáceres y los rejoneadores Gastón Santos y Pedro Louceiro

En el renglón ganadero, terminaron lidiándose: Javier Garfias (1 encierro más 3 toros), Mimiahuápam, San Mateo (2 encierros), Tequisquiapan, José Julián Llaguno (3 encierros), Torrecilla (1 encierro más 3 toros), Reyes Huerta, Santacilia, Zotoluca (1 toro), Jesús Cabrera, Campo Alegre, La Laguna (4 toros), Manuel de Haro (2 toros), Santo Domingo (1 toro), Mariano Ramírez y El Rocío (1 toro).

Momentos estelares de una temporada

Esa temporada tuvo sus tintes de gloria cuando Mariano Ramos materialmente bordó al toro Abarrotero de José Julián Llaguno, que fue indultado y conforme a la costumbre de la época, le fueron entregadas las orejas y el rabo simbólicos por su faena; la temporada alcanzó quizás su cota más alta el 13 de enero cuando Jesús Solórzano se entendió con Fedayín de Torrecilla y dejó firmada una de las faenas que son de las históricas de la Plaza México. También tuvo sus momentos de épica, cuando entre el disgusto de la concurrencia, Manolo Martínez se dejó toros vivos el 16 de diciembre y el 20 de enero – este último será motivo de especial análisis después – y también cuando el Niño de la Capea escuchó los tres avisos en la primera de las dos últimas fechas señaladas.

Y el tiempo de epopeya no faltó tampoco. Fue en la 14ª corrida, que bien pudo ser la del final de la temporada. La despedida de Luis Procuna fue el sumario en el que se concentraron todas las emociones de una afición que fue privada por cuestiones ajenas al toreo, de ver las desiguales actuaciones de una de las figuras históricas que el toreo mexicano ha producido y que, ha sido además irrepetible. Ese domingo 10 de marzo de 1974, Luis Procuna dejó en el ruedo de la Plaza México el epítome de su tauromaquia y cortó, el que quizás haya sido uno de los rabos mejor logrados de los ciento y tantos que allí se han otorgado. Se fue de los ruedos como lo que fue, un triunfador y le dejó claro a los que lo mandaron al ostracismo por casi una década, que, de proponérselo, todavía había mucho Procuna por delante.

La segunda corrida de la temporada 73 – 74 

La temporada, decía, se había inaugurado el domingo 2 de diciembre y para el siguiente, se programó un encierro de don Javier Garfias para Curro Rivera, Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea y Curro Leal, estos dos últimos, nuevos en la plaza como matadores de toros y, por ende, confirmantes de sus alternativas. El padrino de la ceremonia llegaba con nuevo apoderado a este ciclo capitalino, pues había roto con Enrique Vargas, que era quien lo había llevado desde sus inicios novilleriles, para dejar el manejo de sus asuntos al ingeniero Manuel Lourdes Camino

La tarde fue más bien grisácea, porque al final de cuentas, solamente El Niño de la Capea pudo cortarle la oreja al toro que abrió plaza, nombrado Consentido y que sirvió para que confirmara la alternativa que recibiera en Bilbao el 19 de junio del año anterior. Escribió el cronista de la agencia EFE, para el semanario El Ruedo:

Moya, que confirmó su alternativa española, toreó con mucho duende, temple, clase y arte. En su primero oyó grandes ovaciones y terminó de un estoconazo, recibiendo una oreja, con petición de otra y vuelta al ruedo, devolviendo prendas de vestir. Con su segundo Moya demostró que, además de artista, es un poderoso lidiador, ya que con doblones efectistas se adueñó de su nada fácil enemigo. Fue premiado con una gran ovación…

Por su parte, el psiquiatra Enrique Guarner, en su Historia del Toreo en México, relata así su recuerdo acerca de esa actuación de la siguiente manera:

El primero de la tarde fue castaño y bocinero. Pedro Moya lo recibió con preciosas verónicas y una media que levantaron al público de sus asientos. El quite por chicuelinas resultó lento y pausado. Brindó a los concurrentes y con la muleta realizó un inolvidable trasteo con magníficos pases en redondo. Iniciaba cada serie con un molinete, alegrando al toro, y la remataba con el perfecto obligado de pecho. Vino después la gran estocada y se le concedió la oreja y una vuelta al ruedo. Para mi manera de ver y luego de ver varias veces esta faena filmada, creo que merecía mayor premio o por lo menos comentarios más favorables a los que tuvo; sobre todo debido a su gran limpieza…

Se observa de ambos comentarios la descripción de un torero con clase, con poderío y con tendencia a torear limpiamente, pero no hay atisbos de lo que vendría después con él. Y es que quizás su escasa permanencia en México en esas fechas, por tener que viajar a Sudamérica a cumplir compromisos allá, le mantenía inconexo de los medios y del ambiente taurino nuestro, pero ya habría ocasión. Escribe Daniel Medina de la Serna:

Todos sabemos ahora que “El Niño de la Capea” ha sido el torero español de la Plaza México, pero esas primeras tardes, para que no lo pudiéramos avizorar, ni menos profetizar, tuvo unas actuaciones contrastantes, de las que además se ausentaba, casi al día siguiente, para ir a cumplir contratos en América del Sur. En la tarde de su confirmación le cortó la oreja al de la ceremonia, “Consentido”, tras una gran faena y un volapié impecable; con el otro poco pudo hacer...

Al domingo se le iría vivo Nene de Mimiahuápam y conoció la cara no amable de la afición de la capital. Esto le contó a Víctor José López El Vito:

Su opinión sobre Manolo Martínez la resume a una de las muchas tardes que torearon juntos en la México, y que los dos vieron regresar sus toros al corral tras escuchar los tres avisos en dos de sus turnos. Uno por cabeza. Fue una tarde muy bonita… Cuando acabó la corrida, al abandonar el ruedo como es tradicional él, Manolo Martínez, más antiguo que yo al salir me dijo: “Mira mano, sígueme” … Nos metimos en la enfermería hasta las diez de la noche, asegurándonos que no había nadie esperándonos. Salimos de la plaza en medio de la oscuridad en las calles que rodean la Monumental. La gente no estaba para bromas…

Pero el 20 de enero siguiente se reuniría con Alegrías de Reyes Huerta y aún después de recibir un aviso por ponerse pesado con la espada, se le obligó a dar dos vueltas al ruedo por la faena que le hizo. El torero de Salamanca asegura que ese día fue el que lo adoptó la afición de la Plaza México.

El resto de la corrida

Curro Rivera pareció acusar el cambio de apoderamiento y, se decía también, las tensas relaciones familiares que le resultaron por esa decisión profesional. La crónica aparecida en El Ruedo, de la agencia EFE, dice:

Rivera, en su primero, dibujó cuatro lances en los medios a pies juntos y sin moverse un milímetro, y con la franela logró varias tandas de derechazos y naturales, serenos y torerísimos. Fue ovacionado. Con su segundo. Rivera lo intentó todo; pero tuvo que abreviar en virtud de que el de Garfias agotó sus fuerzas. Nuevamente ovacionado…

Por su parte, años después, Daniel Medina de la Serna, agregaría:

Para Curro Rivera fue ésta una temporada complicada por las relaciones personales con su padre, con el cual terminó por romper cuando menos en el plan poderdante – apoderado. Esa primera tarde el doble padrino estuvo como desconcertado y un tanto ausente, apenas se vio bien en su primero y algo mejor en el cuarto, aunque sin mayores proezas...

Curro Leal pasó de puntitas en esta tarde de compromiso, aunque ya tendría oportunidad de volver a la gran plaza y escribir su nombre en la historia de ella.

Para terminar

El Niño de la Capea, como lo dice Medina de la Serna, es uno de los toreros españoles de la Plaza México. Sus obras con Corvas Dulces, Fandango, Manchadito, Samurái, Pedregoso, Bordador, Delicioso, Cantarito o Piropo tienen lugar privilegiado en la historia y la memoria de la Plaza México. Hoy en el cincuentenario de su confirmación de alternativa en ella, le recuerdo con admiración y respeto.


domingo, 28 de mayo de 2023

29 de mayo de 1973: La frustrada confirmación de Adrián Romero en Madrid

El momento del percance
Foto: El Ruedo
Adrián Romero, originario de Tijuana según algunos y a decir de otros, de la Ciudad de México, fue el triunfador de la temporada de novilladas de la Plaza México el año de 1970. Eso le valió cerrar el ciclo matando en solitario seis novillos de distintas ganaderías el 8 de noviembre de ese calendario, logrando una intensa faena ante el cuarto, Siroko, de Soltepec, misma que malogró con la espada. Es a la fecha, el tercero y último novillero que ha actuado en solitario en la gran plaza, después de que Amado Ramírez lo hiciera en 1954 y Jaime Rangel en 1960.

Tres semanas justas después de ese despliegue de poderío ante los novillos, Manuel Capetillo lo hizo matador de toros en San Luis Potosí, cediéndole el primero de los toros del ingeniero Mariano Ramírez que se corrieron esa tarde, en presencia de Manolo Martínez. Esa alternativa la confirmaría en la capital mexicana el 14 de febrero de 1971, recibiendo los trastos de manos del nombrado Manolo Martínez, y atestiguando Dámaso González. El toro de la ceremonia fue Mariachi de José Julián Llaguno. No tuvo más opción que estar digno ante el complicado lote que le deparó el sorteo.

En 1972 estuvo en nuestra Feria de San Marcos dos tardes, la del 22 de abril, en la que ante toros de Valparaíso, tuvo una actuación triunfal, saliendo en hombros de la plaza y en la corrida del día 25, en la que se disputaba el Escapulario de San Marcos, en la que tuvo una actuación discreta ante el sexto del festejo. 

La tarde que debió ser la de su confirmación en Madrid

La decimoctava corrida de la Feria de San Isidro de 1973 se anunció con toros de Alonso Moreno para el rejoneador Gregorio Moreno Pidal, Gabriel de la Casa, Francisco Ruiz Miguel y Adrián Romero. Al final de cuentas, se lidiaron solamente cinco de los toros del hierro titular, pues el de rejones – corrido en puntas – y el sexto de la lidia ordinaria – sobrero sustituto del segundo, devuelto por débil – fueron del Marqués de Villagodio.

El primer toro del lote que sorteó Adrián Romero se llamó Farolero, llevaba el número 92, se le anunciaron 571 kilos de peso y era de pelo negro zaino. Su actuación ante él resultó ser breve. La prensa madrileña la resumió así:

En el ABC del día siguiente al de la corrida, escribió Vicente Zabala:

El mejicano Adrián Romero, que confirmaba su alternativa azteca, se quedó sin recibir el espaldarazo de la primera plaza del mundo. El muchacho anduvo apurado con el capote y banderilleó con valentía, andándole al toro paso a paso con la montera puesta para arrojársela a las manos del toro con el fin de provocar la arrancada, de semejante manera a como lo hizo Luis Procuna el día de su confirmación de alternativa en esta misma plaza en los años cincuenta, detalle que recordamos a la perfección. Y también como Procuna, este Adrián Romero resultó herido por él toro de la confirmación. Romero fue alcanzado al parear al quiebro con las cortas. El toro le cogió y le recogió con fiereza, sufriendo una cornada de 25 centímetros que el doctor García de la Torre calificó de grave. Hora es de reformar el reglamento en el capítulo de las alternativas. Al romperse el paseíllo se debe consumar la ceremonia. Adrián Romero, por su cogida, no es doctor en tauromaquia por la cátedra madrileña...

En el semanario El Ruedo, salido a los puestos el 5 de junio siguiente, manifestó su director Carlos Briones:

Adrián Romero (Resultó cogido al intentar banderillear a su primero). De ceniza y plata. Toreó aceptablemente de capa y recibió un serio achuchón al recibir al enemigo de rodillas. En el tercio siguiente, al intentar colocar al quiebro el tercer par de banderillas, resultó cogido. Sufrió una herida en la región sacrolumbar izquierda, de 25 centímetros, que produce destrozos en los músculos paravertebrales del mismo lado. Puntazo corrido en fosa ilíaca izquierda. Fue operado por el doctor García de la Torre, que pronosticó de grave su estado. No pudo confirmar su alternativa…

La crítica más severa vendría de la pluma de un mexicano, del licenciado Francisco Baruqui Michel, quien, como muchos años, cubrió la feria para el diario El Informador de Guadalajara, que, en su edición del 30 de mayo de ese año, publicó:

El paisano Adrián Romero, no pudo confirmar su alternativa, al ser cornado saliendo de un par de cortas. Mal vestido de ostión con plata, viéndose embarullado y nervioso, impresionado, pesándole la plaza en los pocos lances de capa con el toro – toro en el nueve. En banderillas, vulgar, dejando dos medios pares de garapullos con los colores de España, y el de cortas, con los de México... Sufre de cornada en región sacro lumbar izquierda de 25 cms. destrozando músculos paravertebrales del mismo lado y un puntazo corrido en la fosa ilíaca izquierda. Pronóstico grave...

Así fue visto el brevísimo paso de Adrián Romero por el ruedo de la plaza de Las Ventas.

El parte facultativo

El doctor Máximo García de la Torre, en esos días jefe de los servicios médicos de la plaza madrileña, comunicó el siguiente parte:

Herida por cuerno de toro en la región sacrolumbar izquierda, de 25 centímetros, que produce destrozos en los músculos paravertebrales del mismo lado. Puntazo corrido en fosa ilíaca izquierda. Pronóstico grave.

Un par de días después, en el ABC de Madrid, se publicaba la siguiente nota informando de la evolución del torero:

El matador de toros mejicano se encuentra en estado estacionario en el sanatorio de toreros, donde fue trasladado después de ser cogido por el primer toro de la tarde en la decimoctava corrida de la feria de San Isidro… El diestro azteca ha pasado la noche muy molesto y tuvo que ser inyectado dos veces en el curso de ella, a las once y a las cuatro de la madrugada, con calmantes apropiados para mitigar el dolor… Adrián Romero resultó corneado precisamente en el toro de su confirmación de alternativa, ceremonia para la que faltaban solamente unos segundos, pues la cogida tuvo lugar en el tercer par de banderillas, cuando ya el presidente había pedido el cambio de tercio después de los dos primeros, pero accedió a la petición del torero de Méjico, que solicitó colocar un par de cortas, y a la salida de este par, ocurrió el percance…

La evolución del diestro sería lenta, pues estaría en condiciones de reaparecer hasta el día 8 de julio siguiente. 

¿Subestimó al toro español?

La víspera de su presentación en el ruedo de Las Ventas, Adrián Romero fue entrevistado en el programa de televisión Buenas tardes, y entre otras cosas, el torero mexicano declaró que no encontraba diferencia entre el toro mexicano y el español. Esto se publicó en El Ruedo, a propósito de esa entrevista, después del percance:

El torero mejicano Adrián Romero, había declarado en TVE, en el «Buenas tardes» del lunes, que no encontraba diferencia apreciable entre el toro mejicano y el español. La cosa nos pareció extraña – pues sus compatriotas, generalmente, dicen lo contrario –, pero al verle actuar comprendimos que, si con el toro mejicano quizá se desenvuelva, al toro español no lo había comprendido. Por eso, en los dos tercios en que actuó estuvo comprometido. El primer tropiezo lo sufrió nada más empezar, al dar un farol de rodillas. La cornada, primera de la Feria de San Isidro, al poner un par de banderillas cortas. Y la cosa pudo ser mucho más grave de lo que fue. Nos alegraremos de su pronto restablecimiento…

La campaña española de Adrián Romero

Llegó a la Península a mediados de abril de 1973 y pronto entró en actividad, pues el 29 de ese mes se presentó en Palma de Mallorca para lidiar toros de Clairac en unión de Julián García y Antonio José Galán. Esa tarde de su presentación en ruedos hispanos Adrián Romero la cerró con un triunfo, pues le cortó las dos orejas al segundo de su lote. Actuaría dos tardes en Figueras y una más en Palma, antes de la tarde en la que tenía convenida la confirmación de su alternativa en Madrid.

El resumen anual del semanario El Ruedo, publicado el 18 de diciembre de 1973, refleja lo siguiente:

Por el inesperado retorno de Curro Rivera a Méjico, vino a ser Adrián Romero el primero de los mejicanos clasificados este año en el escalafón español. Debutó con buen signo en Palma de Mallorca, en una corrida a fines de abril, que despachó con claro éxito y después de otras dos en Figueras, y nuevamente en Palma, se presentó en Madrid para confirmar la alternativa el día 29 de mayo, en las últimas corridas de la isidrada. Poco antes había dicho ante las cámaras de TVE que no encontraba diferencia entre el toro español y el de su patria; pero uno de Alonso Moreno le haría meditar, pues le infirió una cornada en la región sacrolumbar que le tuvo retirado de los ruedos, hasta que el día 8 de julio pudo reaparecer en Figueras, cortando una oreja. Desde entonces su actividad ha sido más bien escasa – con un total de dieciséis corridas – y localizadas por las plazas de Figueras, Lloret, San Felíu y otras de aquella vecindad. Tuvo bazas por Jugar en Vitoria, Valencia, Tarragona y Barcelona – plazas que hubieran podido ayudar a colocarle –, pero salió de ellas sin éxitos en las sendas corridas que en ellas toreó; por tanto, sigue siendo matador de alternativa, pero que tiene todo por hacer si desea cotizar en Méjico el prestigio aún no ganado en España.

Al final de cuentas, Adrián Romero no volvió a plazas españolas. En su día Luis Procuna (1951), Guillermo Sandoval y Fernando de la Peña (1965) y Sergio Flores (2013) también fueron heridos la tarde de su confirmación de alternativa, pero pudieron consumar la ceremonia de cesión de trastos y en su caso, finiquitar al toro de la cesión. Adrián Romero no alcanzó a llegar a ella y ya no regresó a Las Ventas, ni a plazas españolas. Por eso recuerdo hoy estos hechos sucedidos mañana hace 50 años, que son caso único en nuestra historia del toreo.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 21 de mayo de 2023

21 de mayo de 1952: Jesús Córdoba confirma su alternativa en Madrid

Confirmación de Jesús Córdoba
Foto: El Ruedo
La temporada novilleril mexicana de 1948 se distinguió por la aparición en los ruedos, principalmente, de los llamados Tres Mosqueteros, la terna formada por Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba y Manuel Capetillo, quienes como los de la novela de Dumas, tuvieron en Paco Ortiz a su D’Artagnan. Pero la cosecha no paró allí, porque en ese calendario aparecieron por la Plaza México también toreros como Alfredo Leal o Jorge El Ranchero Aguilar, quienes en calendarios posteriores madurarían y llegarían a ocupar posiciones importantes en el escalafón de toreros y dentro de la historia de la fiesta.

Jesús Córdoba recibiría la alternativa el día de Navidad de la temporada en la que saltó a las candilejas, en Celaya, Guanajuato, ciudad cercana a León, su tierra adoptiva, de manos de Fermín Espinosa, Armillita, en mano a mano, ante toros de Xajay. Esa alternativa la confirmaría en la Plaza México el 16 de enero siguiente de manos nuevamente de Fermín el Sabio y fungiendo como testigo el venezolano Luis Sánchez Diamante Negro. El toro de la ceremonia se llamó Zalamero y fue de La Punta, como todos los lidiados esa tarde.

El año de 1951 tiene una gran temporada. El 28 de enero le corta las orejas a Criticón de La Laguna; el 4 de febrero realiza una gran faena y se lleva el rabo de Luminoso de San Mateo y algo más de un mes después, el 11 de marzo se lleva a casa una oreja de Muñequito y las dos de Cortijero, ambos de Zotoluca, y terminará ese ciclo 8 de abril en la corrida de la Oreja de Oro obtiene la oreja de Espinoso de Xajay.

Es a partir de esa línea de triunfos que Jesús Córdoba atrae a los taurinos de España. Si bien las relaciones entre las torerías de ambos lados del Atlántico estaban interrumpidas desde 1947, se negociaba ya la reanudación por conveniencia de ambos grupos en conflicto. Independientemente de lo anterior, el maestro Córdoba había realizado en 1949 una breve campaña por ruedos de Portugal y Francia, de once festejos, iniciándola en Lisboa el 1º de mayo y terminándola el 18 de septiembre en Arles, por lo que no era absolutamente desconocido para esos públicos, pero en España, al eco de sus triunfos en las principales plazas de México, se le esperaba con interés.

La tarde de la confirmación madrileña

El apoderado del maestro Córdoba en España fue siempre don Rafael Torres. Para esa campaña de toma de contacto le pudo cerrar 14 tardes en ruedos hispanos y tres más en plazas de Francia. Dos de ellas fueron en Madrid, en la Feria de San Isidro, que en 1952 constó de 11 corridas, comenzó el día 14 y terminó el 25 de mayo de ese año y aparte de Jesús Córdoba, también confirmó su alternativa en ella Manuel Capetillo y actuó en la tarde final del ciclo Juan Silveti. La torería mexicana estuvo bien representada en ese serial isidril.

La séptima corrida de la feria se anunció con toros de don Fermín Bohórquez para Pepín Martín Vázquez, Jesús Córdoba y José María Martorell. Como en todas las tardes de ese ciclo, la entrada fue un lleno. El confirmante vestía, de acuerdo con la versión de Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, de malva y oro y sobre su actuación de esa tarde, cuenta en su tribuna del ABC madrileño del día siguiente al del festejo:

Se había hablado mucho de él y se le esperaba con expectación. Vino a confirmar la alternativa por mano de Pepe Martín Vázquez, quien le cedió la muerte del toro “Gestador”, número 38, negro; animal muy suave. Córdoba vestía traje malva y oro, y brindó, como era natural, su faena, al público madrileño. Desde las tablas llevó a la res al centro, donde toreó muy tranquilo y con aguante, dando airosa salida al primer grupo de pases. Dando al toro la presencia favorable, citó con la mano izquierda, pero la res no le acudió. Luego logró los ¡olés! madrileños con unos pases por alto y, enseguida, logró una estocada buena, acertando al primer descabello. Faena serena, justa, sin dramatismo. Hay muchas palmas y salida al tercio. Verificada la ceremonia de confirmación – tan fundamental en el quisquilloso protocolo taurino –, Córdoba pasó a ocupar el puesto que por antigüedad le correspondía en el escalafón y mató al toro quinto, por cierto, de muy bonito tipo…

Dice la crónica que el toro de la cesión se llamó Gestador. Otras fuentes hablan de que el nombre era Gastador y el semanario madrileño El Ruedo señala a su vez que el nombre era Cortador. Al final de cuentas podría pensarse que los nombres de los toros son meras minucias, pero al quedar vinculados a los fastos de la historia de los toreros, son datos periféricos, sí, pero complementarios.

Ante el quinto de la tarde, Jesús Córdoba tuvo quizás la actuación más completa de la corrida. Y tuvo también el gesto de invitar a Graciano González, picador de su cuadrilla, a compartir el reconocimiento popular. Sigue contando Giraldillo:

Había en la plaza un grupo de mejicanos luciendo el pintoresco traje nacional, y a ellos brindó Jesús la muerte de ese toro, en el que se había lucido “Chano”, picador azteca. Toreó el espada a base de redondos, cerquísima, y se le aplaudió mucho. Muy cruzado, empleó la mano izquierda, pisando el área de los compromisos graves, en la que sólo los valientes tienen sitio. El valor frío de Córdoba convenció al concurso. Para el adorno empleó unos pases por alto girando al vuelo de la muleta. Cuando se perfiló, el toro le hizo un extraño, y enseguida surgió el buen matador que hemos podido apreciar en el mejicano, para meter la mitad del acero por el mismo hoyo de las agujas. Lo bastante para que el toro cayese fulminado. Hubo ovación grande, satisfacción de los paisanos, que le obsequiaron con flores españolas unidas por una cinta con los colores de Méjico, y complacida vuelta al ruedo, en la que sacó a recibir las palmas a su buen picador. Consignaremos también que hubo petición de oreja, pero en minoría…

Por su parte, Benjamín Bentura Sariñena Barico, en su crónica aparecida en El Ruedo, salido a los puestos también al día siguiente de la corrida, cuenta lo siguiente:

Desde aquel momento la corrida fué hacia arriba. Picó bien Chano, brindó Córdoba a un grupo de paisanos suyos que vestían el traje típico de los charros y comenzó su faena con cuatro muletazos por bajo y ocho en redondo de bonísima factura. Siguió con la derecha, probó con poca fortuna a torear al natural, y, sobre la derecha siempre, cuajó una faena más que lucida. Hizo un extraño el toro cuando Córdoba entró a matar, y tuvo que repetir la suerte, para colocar más de medio estoque en todo lo alto. Hubo ovación de gala para el mejicano, que dio la vuelta al ruedo... Córdoba brindó al público la muerte del toro de su confirmación de alternativa. Estuvo bien el mejicano. Demostró que es torero enterado y valiente, sus muletazos por alto, sus pases de pecho y los en redondo fueron todos excelentes. La impresión que dejó esta primera faena de Córdoba en Madrid fue gratísima. Mató de un pinchazo sin soltar, una entera y el descabello al primer intento. Oyó muchos aplausos y salió al tercio a saludar...

Así pues, una salida al tercio y una complacida vuelta al ruedo después de una petición de oreja no atendida, fue el resultado de ese primer contacto del Joven Maestro con la afición madrileña, la que lo tendría como un torero de su plaza y le vería siempre con gusto en los carteles postineros en los que era anunciado.

La actuación de Graciano González

Acerca de la labor de Graciano González, hay que decir que resultaba ser la epifanía de lo que estaba por apreciar la afición madrileña, pues unos años después llegarían por allí Sixto Vázquez, Nacho Meléndez, Efrén Acosta y varios picadores mexicanos más, que dan lustre al toreo a caballo de este lado del mar. Pero el citado Barico le dedica un buen trozo de su relación del festejo:

En el primer tercio de este quinto toro vimos lo mejor de la corrida por obra del gran picador azteca Graciano González, y vimos el mejor quite de la tarde gracias a José María Martorell, al capote mágico del nuevo califa cordobés. Tres varas. No hubo más labor de Chano González, y ello bastó para que desde ayer se tenga a este piquero por excepcional figura de su especialidad. Chano puede dar lecciones prácticas, hasta de cómo se ha de llevar el castoreño y qué forma ha de tener éste, a la inmensa mayoría de los que en la actualidad se titulan picadores de toros. Las ovaciones que oyó el magnífico piquero mejicano fueron tres, una por vara, mientras picó; otra cuando dejó su cabalgadura, y otra al dar su jefe de cuadrilla la vuelta al ruedo. Fué entonces cuando el público pidió a Córdoba que sacase al ruedo al picador para hacerle partícipe de la ovación que le dedicaba, v así lo hizo el espada. El homenaje era merecido. Pocas veces se ve picar tan bien y con tanta limpieza y elegancia. Yo también aplaudí a Chano González…

Ese fue el resultado de la corrida en la que confirmara en Madrid su alternativa Jesús Córdoba. Pepín Martín Vázquez reaparecía en Las Ventas y tuvo una tarde de poca fortuna, sobre todo por sus desaciertos con el estoque, en tanto José María Martorell tuvo una actuación valerosa, reconocida por el público y se retiró entre las ovaciones de los ocupantes de los tendidos. Los toros de Fermín Bohórquez estuvieron bien presentados en su mayoría, pero pecaron de sosería, lo que hizo complicado que lo que se hacía en el ruedo, trascendiera a los tendidos.

Jesús Córdoba volvería a actuar en Las Ventas el sábado 24 de mayo, dentro de esa misma feria, alternando con Miguel Báez Litri y Manolo Vázquez en la lidia de toros de Pilar Sánchez Cobaleda. Pero de eso habrá tiempo de comentar en una nueva oportunidad.

domingo, 18 de diciembre de 2022

En la confirmación de Mondeño, Jesús Córdoba sale en hombros y Joselito Huerta corta las orejas

Después de que en noviembre de 1961 se arreglaran las cosas entre las torerías de España y México – una vez más – principalmente la empresa de la Plaza México, a cargo del doctor Alfonso Gaona, se encontraron en la posibilidad de traer toreros de aquellas tierras, muchos de ellos al menos visualmente conocidos para nuestra afición, porque los noticieros cinematográficos de la época, a instancias de José Alameda, en el caso del titulado Continental, contenían breves reportajes acerca de sus más destacadas actuaciones en los ruedos de allende el mar.

Ese arreglo permitió que un importante grupo de toreros hispanos confirmaran, al menos, sus alternativas en la capital mexicana. Así, la temporada se inauguró con la de Paco Camino (16 de diciembre), quien ya había incendiado el ambiente mexicano con sus triunfales actuaciones en El Toreo de Cuatro Caminos. Le seguirían las de Santiago Martín El Viti (30 de diciembre), Diego Puerta (1º de enero), Joaquín Bernadó (20 de enero) y Curro Romero (24 de febrero), casi todos ellos con una triunfal historia en su paso por nuestros ruedos.

La segunda corrida de la temporada 1962 – 63, el 23 de diciembre, también contenía una confirmación, la de un torero de Puerto Real que tenía por esencia de su hacer ante los toros la quietud. Me refiero a Juan García Mondeño, diestro que seguiría actuando nuestras tierras y que ve su nombre inscrito en alguna de las más importantes efemérides de la historia reciente de nuestra fiesta. El cartel de esa corrida de confirmación lo completarían Jesús Córdoba y Joselito Huerta, con un encierro de don Luis Barroso Barona, de Mimiahuápam.

La confirmación de Mondeño

Juan García Jiménez había recibido la alternativa en Sevilla, el Domingo de Resurrección de 1959, le apadrinó Antonio Ordóñez y atestiguó Manolo Vázquez. Ese día le cortó la oreja a Cañamazo, el primero de la tarde, de doña Raimunda Moreno de Guerra. En el San Isidro del siguiente año confirmaría su doctorado en Madrid y siguiendo la costumbre de su padrino de alternativa, el cartel de toreros de ese festejo confirmatorio se repitió, para enfrentar en esa ocasión toros de don Atanasio Fernández.

La tauromaquia de Mondeño tenía por divisa la quietud no desprovista de clase, que para aquellos que buscan antecedentes de las cosas que hoy ocurren, quizás represente una epifanía de lo que varias décadas después sería la tauromaquia, por ejemplo, de José Tomás. El portuense Juan García ya había dejado claro una vez más, que el aforismo de Espartero en el sentido de que, si uno no se quita, lo quita el toro, era cosa de tiempos idos, que, con una adecuada colocación y un buen juego de brazos y muñecas, era posible el evitar los encontronazos con los astados.

Jesús Córdoba le cedió esa tarde prenavideña de 1962 al toro Rociero con 468 kilos anunciados en el cartelito y ante él, don Alfonso de Icaza Ojo, en su semanario El Redondel de la misma fecha del festejo, le reseña lo siguiente:

Juan García brinda a la plaza entera, muy ceremoniosamente y comienza su faena con pases por alto a pie firme, seguidos de otros en que trata de despegarse al burel, sin conseguirlo. Intenta torear por derechazos y el bicho le tira un derrote y de ahí en adelante, aunque “Mondeño” trata de hacer su toreo, el astado, que es muy pegajoso, no se lo permite. Tres naturales que no pasarán a la historia; toreo derechista sin nada de particular; insistente cite con la zurda para nuevos pases rápidos, viéndose molestado el diestro por el aire… “Mondeño” sigue toreando y otra vez se ve en peligro, optando al fin por entrar a matar, lo que logra sin estrecharse ni tanto así y mediante notorio arqueo de brazo, logra hundir casi todo el estoque sin estrecharse. Como la espada ha quedado tendenciosa, vienen capotazos de la peonería y nuevo viaje del diestro hispano con muy parecidos resultados al anterior. Descabello al primer intento…

Es decir, únicamente pudo el torero portuense cumplir con el trámite, pues entre el viento y las condiciones del toro, poco pudo lograr de lucimiento. Ya tendría más ocasiones de mostrar aquí su valía.

El triunfo sin apéndices de Jesús Córdoba

Ante la posibilidad de hacer una nueva campaña en ruedos hispanos, el Joven Maestro sabía que un triunfo en la principal plaza mexicana le daría credenciales para colocarse en las más importantes ferias españolas. Así, enfrentó con decisión a los toros que le tocaron en el sorteo, destacando su toreo de capa ante el primero de su lote y la faena de muleta al cuarto, toro que decía Ojo, se dejó crudo para el tercio final. 

Pero el triunfo vendría ante un toro de regalo. No es desconocida la cercana e íntima amistad que tuvieron don Luis Barroso y Jesús Córdoba. Así, y aunque las crónicas no lo consignen, puedo afirmar con poco margen de error, que el ganadero le obsequió a su amigo a Cantarero, que hizo séptimo lugar y ante el que, dice don Alfonso de Icaza, el torero de León, Guanajuato, estuvo:

Tres varas, recargando en la segunda que resulta en tres tiempos, y ningún quite destacado, porque así el de Mimiahuápam le da por rascar la arena… Los peones cumplen y “Mondeño” tiene el rasgo de compañerismo de permanecer en la arena, sin obligación alguna a estas alturas… Jesús brinda e inicia su faena con la derecha, ante un toro que escarba la arena y dobla en una ocasión los remos. Le liga tres derechazos, uno de ellos de vuelta entera y se hace aplaudir estrepitosamente de cuantos aficionados permanecen en la plaza. Un buen pase de la firma y más derechazos un poco angustiados en el remate, por quedársele el burel. Los intermedios se suceden y Córdoba vuelve a derechear con primor, aunque se enmiende entre pase y pase. Torea Jesús por alto; sufre un desarme; vuelve a correr la diestra, quedándosele el toro al final y entrando a herir con fe, sepulta el estoque, que queda un poquitín desprendido, doblando “Cantarero” a los pocos instantes. Ovación, petición de oreja que no concede la autoridad y paseo en hombros por el ruedo entre aplausos generales.

Como se ve, Jesús Córdoba apuró hasta su última carta para tratar de salir triunfante ese domingo y lo consiguió. Eso le valió volver a la gran plaza algunos domingos después, para apadrinar la confirmación de alternativa de Diego Puerta.

Joselito Huerta cortó las orejas

El testigo de la confirmación de Mondeño fue quien se llevó a casa las orejas. Le cortó dos a Romancero, tercero de la tarde, entre el regocijo colectivo y del quinto, Poderoso, le fue concedida otra, protestada ésta por la concurrencia, razón por la cual dio la vuelta al ruedo sin ella en las manos.

Ante Romancero, dice Ojo que sucedió lo siguiente:

Joselito Huerta, tras el doble brindis que ya va siendo de rigor, muletea a su adversario con tranquilidad y mando. El astado dobla los remos en dos ocasiones, pero Joselito tira de él con el trapo rojo en dos derechazos superiores que remata, previo cambio de mano, con un superior pase de pecho. Ovación y música. Sigue toreando superiormente, dando pases largos y sentidos que entusiasman a la gente estallando ovación tras ovación, mientras el diestro de Tetela se recrea ante un bicho de admirable nobleza, pero al que había que torear tan bien como él lo ha toreado para sacarle partido… Joselito se crece; se adorna airosamente en carios momentos; iguala a la res y pincha en lo duro, llevándose el arma… Fue mejor que así sucediera, porque ahora vemos a José torear con la izquierda como nunca lo habíamos visto. Sus naturales son eternos y su pase de pecho, auténticamente magistral. Igualada la res, atiza Joselito un estoconazo que mata sin puntilla. Ovación clamorosa; miles de pañuelos agitándose en los tendidos, concesión presidencial de dos orejas y arrastre lento a un toro que fue un dechado de nobleza. Con la plaza entera en pie, Joselito Huerta recorre el anillo en son de triunfo una y otra vez…

Así pues, la tarde resultó ser redonda para los nuestros, que acreditaron de nueva cuenta su calidad de figuras del toreo y la necesidad de formar parte con carteles imaginativos que, por una parte, llevaran a la gente a los tendidos y por la otra, facilitaran la competencia entre ellos.

Temporada a plaza partida

La corrida de la confirmación de Curro Romero vino a ser el cierre de ese ciclo para la Plaza México, pero continuaría en el vecino Toreo de Cuatro Caminos. La razón básicamente era económica, porque en la Ciudad de México se arrastraba, desde los años 40, esa inconstitucional sobretasa del diez por ciento sobre la entrada bruta, en cualquier espectáculo taurino, para la asistencia pública. Escribe Daniel Medina de la Serna:

La entrada, con plaza llena, monta a medio millón de pesos, pero de ellos hay que cubrir impuestos del Departamento del Distrito Federal de 17.5%; el de Asistencia Pública de 10% y la renta de la plaza que importa el 10%; de modo que los pesos se convierten en setenta y cuatro y medio centavos; el medio millón se reduce a $322,500, de los que hay que pagar $60,000 de los toros, $50,000 de cuadrillas, $40,000 de publicidad, $10,000 de empleados; total $160,000 que rebajados de los $322,500 dejan un saldo de $162,500, de los que hay que cubrir, sueldos de los toreros, servicios de la plaza y otros muchos gastos más que determinan que, aun con llenos, se pierde dinero en la Plaza México… A continuación, señala dicho boletín que en El Toreo la cosa es diferente, desde luego sin el impuesto a Salubridad – que el “doctor” Gaona, cuando regresó para hacerse cargo nuevamente de la empresa, había asegurado que se condonaría –. Los impuestos en el Estado de México eran, así mismo, menores por lo que es lógico pensar que, con la gente metida en toros, mayores ganancias tendría la empresa si se trasladaba al coso de Cuatro Caminos. Y seguramente no se equivocaron...

Así pues, como el calendario anterior, la temporada tuvo dos partes bien definidas. Esta sería la última ocasión en la que el doctor Gaona tendría la oportunidad de operar en esa manera, pero dejó bien claro que la capital de México, en esos días, podía soportar dos plazas de toros en funcionamiento. 

Hoy, tristemente, no hay quien le pueda a la gran Plaza México

domingo, 9 de octubre de 2022

25 de septiembre de 1931: David Liceaga confirma su alternativa en Madrid

David Liceaga a la verónica
Foto: Orduña
Prestada del blog Toro, Torero y Afición

Hace algo más de un año, por estas mismas páginas virtuales, recordaba el nonagésimo aniversario de la primera campaña que hizo por ruedos europeos David Liceaga, así como de la alternativa que, el 21 de junio, en la plaza de Barcelona, le otorgó Manolo Bienvenida, en presencia de Domingo Ortega, cediéndole al toro Chuponero del Marqués de Guadalest. A partir de esa fecha, el torero nacido en Romita, Guanajuato – aunque hay quien afirma que nació en la Ciudad de México – quedaba a disposición de las empresas para dar variedad a los carteles de esos días.

La alternativa en la Monumental catalana era la segunda que recibía el Maestro incómodo – Leonardo Páez dixit – pues como triunfador de la temporada de novilladas de 1930 en El Toreo, fue reconocido con la concesión del doctorado en la temporada grande, misma que recibió el domingo 11 de enero de 1931, cuando Manuel Jiménez Chicuelo le cedió al toro Palillero de Zacatepec, en presencia de Carmelo Pérez.

Como lo explicaba en los recuerdos de esa alternativa barcelonesa, David Liceaga coronaba con ella una brillante campaña novilleril, en la que llegó a torear hasta tres domingos seguidos en la Maestranza de Sevilla, compartiendo carteles con su compañero de quinta, Alberto Balderas

La tarde de la confirmación en Madrid

En corrida extraordinaria dentro del abono madrileño, se anunció para el viernes 25 de septiembre de 1931, un encierro de patas blancas de José Encinas para Nicanor Villalta, Domingo Ortega y David Liceaga, que se había presentado como novillero en la Plaza de la Carretera de Aragón el 30 de mayo anterior, alternando con Juan Martín Caro Chiquito de la Audiencia, Manuel Fuentes Bejarano y Antonio García Maravilla, en la lidia de 7 novillos de don Alipio Pérez Tabernero y uno de Clairac, octavo bis. Esa tarde cortó una oreja y Recorte, en el diario La Libertad del día siguiente al del festejo, escribió:

En Liceaga hemos observado condiciones para ser matador de toros en plazo breve. Además de lo ya dicho, tiene valor, como demostró en el revolcón peligroso que le dio el toro de la oreja durante la faena de muleta…

Esas fueron las condiciones en las que llegó a la tarde de su confirmación, esperando refrendar el buen momento que había dejado patente la tarde de su debut.

El toro de la confirmación se llamó Buñuelo, negro, girón y bien armado según las crónicas y el segundo de su lote fue Prisionero según unas crónicas o Caminante, según otras. La versión de César Jalón Clarito, en su tribuna del diario El Liberal del día siguiente al del festejo, es en el siguiente sentido:

...Torero de raza mejicana, si se entiende que el genio torero de aquella raza era así: fino, compuesto, más pagado de la bella forma que de la eficacia, más atento al adorno que a dominar. Mientras los toreros españoles han sacrificado toda su iniciativa taurina a una copia, no siempre vil, de Belmonte, los mejicanos han tenido frecuentemente su espejo en Gaona... Ninguno de ellos me lo hubiera recordado tanto como este David Liceaga, confirmado torero ayer, sino porque en su repertorio natural o instintivo intercala a ratos, cuando se preocupa, «pasos de toreo» de dos diestros que han hecho furor en su tierra: de Chicuelo y de Márquez... Salpicada de ovaciones y de olés toda la obra torera – lances de capa, pares de banderillas por ambos lados y faenas de muleta «redondeadas» por el estoque –, he estado yo más atento que a reseñarla al detalle, a penetrarme de los rasgos salientes de un nuevo astro. Repertorio de quites. Conocimiento de la suerte de banderillas, que sus enormes facultades le permitirán ejecutar en todos los terrenos. Mano izquierda desenvuelta. (Se ha despegado los dos toros tomándolos en medio palmo de tierra.) Y facilidad asimiladora. Del Gaona que no quebrantaba – la muleta y el capote no hacían más daño que un pañolillo de seda – salta Liceaga en el último toro a los pases con los pies juntos de Chicuelo y después al toreo de costado de Márquez, tan justamente tomado de su patrón, que si en vez de un ahijado artístico de allí, en vez de Solórzano, lo sería Liceaga... Mi interés, mi curiosidad – lo confieso – pueden en mí más que, mi entusiasmo. El entusiasmo no es obra de un día. Aunque – sin duda por haberlo visto más – Liceaga no sólo ha confirmado su alternativa con ovaciones entusiastas, sino que se ha llevado el título de la confirmación a hombros de sus entusiastas...

La suma de su actuación esa tarde, definitivamente deja en claro que, sin despojos en las manos, tuvo una tarde muy interesante, sombreada quizás, por la gran faena de Nicanor Villalta al toro Cabrero, segundo de la función, al que le cortó las dos orejas. Por su parte, Maximiliano Clavo Corinto y Oro, en el nocturno La Voz del día de la corrida, le vio de la siguiente manera en el segundo de su lote:

...Brinda el mejicano a su íntimo amigo el aficionado valenciano señor Musolé y comienza con tres soberbios y espeluznantes muletazos de estatua por alto, juntos los pies y rígido. Los olés y la ovación pueden oírse desde la avenida mejicana de Bucareli. Continúa el nuevo y ya profesor toreando a medio centímetro de los pitones, en un combate por altos y de pecho todo valentía. Salsa y enjundia de torero de clase extra... Tanto entusiasma la faena, que el público, cuando se prepara para matar dos veces, le pide a grito pelado que siga toreando. Y sigue el mozo desde cerca y con un estilo admirable, siempre pisándole el terreno al toro, entre incesantes aclamaciones. Después de un pinchazo arriba agarra una estocada corta en lo alto, que cae tendenciosa, dentro de un viaje de absoluta decisión. Un descabello a pulso al primer golpe y con el toro arrancado y ovación final, con salida en hombros, como los héroes de punta...

Por su parte, Federico M. Alcázar, en El Imparcial, recoge las siguientes impresiones:

...Villalta entrega los trastos al nuevo doctor. El toro está quedado, y Liceaga le llega con la muleta a los hocicos y corre superiormente la mano en dos naturales, que se jalean. Se queda el de Encinas, y el mejicano le porfía hasta darle con las «bambas» en la cara. Se arranca el toro sin fijeza y el muchacho le da otros dos naturales con más voluntad que lucimiento. Se lleva el toro a los medios, pero tampoco logra que embista. A fuerza de pisarle el terreno y atravesarse provocando la arrancada logra dar dos pases por bajo y dos de pecho estupendos. Hay facilidad, finura y sosiego, condiciones de excelente torero. Además, está cerca del toro con sentido, que es una de las cosas más difíciles. Entra muy bien a matar y coloca una estocada superior. Le ovacionan y da la vuelta al ruedo. «Debut» lisonjero, con la promesa de más espléndidos resultados... Y vamos con el último. Jirón también, pero con manchas, casi berrendo. Liceaga lancea con más voluntad que lucimiento, pues el toro echa la cara arriba y tiene tendencia a la huida. Se aplaude a Villalta en un quite, y Ortega remata el suyo con media verónica estupenda. Banderillea Liceaga, prendiendo un par al cambio desigual; repite con uno al cuarteo, cayéndose un palo, y termina con un tercero estupendo. que se aplaude... El nuevo matador de toros brinda a un amigo y comienza con tres pases por alto estatuarios, inmóviles, sacando la muleta por el rabo. Estalla la ovación y Liceaga se queda con la muleta en la zurda y liga tres naturales buenos. Continúa con la derecha toreando en redondo y de pecho colosalmente. Cada muletazo es una explosión de entusiasmo. La faena es de una finura, un arte y un sabor torero magníficos. Lo más sorprendente en este muchacho es la tranquilidad, el sosiego y el sentido con que ejecuta el toreo. El público se entrega al nuevo matador de toros, que continúa la faena por altos y de pecho estupendos. Pincha arriba y repite con una corta defectuosa. Le despiden con una ovación y unos espontáneos le alzan en hombros. Alternativa brillante de un buen torero, un artista admirable, sobre todo en el último tercio. Torero fino, bonito, fácil y con el valor necesario. Es de lo mejorcito que ha venido de Méjico...

Y tercia don Gregorio Corrochano, en su sitio del ABC de Madrid, escribió:

...Liceaga tomaba la alternativa en Madrid. Estuvo valiente, fácil, ágil, muy ágil, y tranquilo en la cara de los toros. Tiene unas facultades extraordinarias que, bien empleadas, pueden ser buenos recursos. En el tercio de banderillas, al que le vimos aficionado, pueden serle de gran utilidad y rendimiento. Banderilleó los dos toros con facultades... El primero era un toro mansote, pero Liceaga, muy cerca, desafiando mucho, entre los pitones, sacó partido del toro. Entró derecho a matar y dio una estocada entera, de la que murió el toro. El torero dio la vuelta al ruedo. Tiene un toreo alegre y simpático. Al sexto toro – esto es lo terrible de la alternativa, la distancia del primero al sexto – le dejó pasar con los pies juntos tres o cuatro veces, y yo, que no soy partidario del toreo a pies juntos, hubo un momento en que me asusté, porque el toro se volvió una vez un poco vencido, y Liceaga, sin enmendarse, le esperó. El público se emociona también; sigue la faena ya con mejor estilo, esto es, llevando al toro más toreado, y mató de un pinchazo, media atravesada y un descabello a toro arrancado. Salió en hombros. Sereno, alegre y ágil, muy ágil...

Los siguientes días de David Liceaga

El torero de Guanajuato sumó apenas cuatro corridas esa campaña del 31, pero su buen hacer le obtuvo el verse anunciado en la feria de San Miguel en Sevilla, en idéntico cartel al de la tarde de su alternativa, pues le precedían en la lidia Manolo Bienvenida y Domingo Ortega, ante los toros del Marqués de Guadalest.

Volvería a México y en la temporada 1931 – 32, tendría en El Toreo un par de tardes rotundas, pues en la del 17 de enero de 1932, le cortó el rabo a Hortelano de La Laguna y el 5 de febrero siguiente obtuvo el de Consentido, también de La Laguna en la primera corrida de la Oreja de Oro.  Regresaría a España en 1932, toreando seis festejos y de regreso en México tendría, el 5 de febrero de 1933, una tarde en la que se produjo un hecho entonces inusitado, pues el toro Ilustrado del Marqués de Villamarta que le tocó en suerte, fue indultado en El Toreo de la Condesa.

En 1938 renunciaría a la alternativa que recibió en Barcelona y la tomaría en definitiva en El Toreo de la Condesa, el 18 de diciembre de 1938, siendo su padrino Fermín Espinosa Armillita y atestiguando la ceremonia Silverio Pérez. Los toros fueron de La Punta y el de la alternativa fue llamado por sus criadores Cabrero. Esa tarde, lo grande lo realizó ante el sexto, Trianero, al que le cortó el rabo.

Todavía le quedaban grandes faenas por firmar a David Liceaga: las de Bombonero de La Laguna, Azafranero de Carlos Cuevas, Zamorano de San Mateo, Bonfante de Xajay, Afinador de Torrecilla, Cirquero de Zotoluca o Florista, también de Torrecilla. Algunas ya las he tratado de contar por aquí, y seguramente me ocuparé de las otras.

David Liceaga fue el primer diestro en torear una despedida en la Plaza México, fue el 2 de febrero de 1947. Reaparecería el 20 de junio de 1948 en Ciudad Juárez, Chihuahua y seguiría actuando con frecuencia, hasta llegar a la que fue su última corrida en Mérida, Yucatán, el 11 de enero de 1959.

David Liceaga, tronco de una larga dinastía de toreros, falleció en León, Guanajuato, el 2 de noviembre de 1996.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos de Clarito, Corinto y Oro, Alcázar y Corrochano son obra de este amanuense, pues no obran así en sus originales... Esta es la entrada número 700 de este blog...

domingo, 15 de mayo de 2022

César Pastor: a 40 años de su confirmación madrileña

César Pastor confirma en Madrid
15 de mayo de 1982
Rafael de Paula había hecho matador de toros a César Pastor en Puerto Banús, Marbella, el 22 de junio de 1979, en presencia de Francisco Rivera Paquirri al cederle el toro Soñador de los Herederos de Carlos Núñez, en una tarde en la que, el de Barbate salió con cuatro orejas en la espuerta y su padrino tuvo una tarde de esas que más vale no recordarla. El toricantano cortó una oreja al sexto y eso le valió sumar un par de tardes más, en Málaga, saliendo a cornada por tarde. Ese mismo día, en el Puerto de Santa María, El Viti le daba la alternativa a Paco Ojeda y en Benidorm reaparecía actuando en solitario El Cordobés, quien cortó la friolera de cinco orejas y un rabo. En esos dos festejos también se lidiaron toros de los Herederos de don Carlos Núñez.

César, que fue uno de los grandes triunfadores de la temporada de novilladas de 1978 en la Plaza México, formando una poco común pareja con Rodolfo Rodríguez El Pana decidió cruzar el Atlántico al año siguiente con la intención de torear novilladas en España y recibir el doctorado en aquellas tierras. Se presentó en las principales plazas españolas, Sevilla y Madrid incluidas y acumuló los méritos suficientes para recibir el grado de matador de toros en las condiciones ya relatadas, asunto del que ya me he ocupado en estas notas.

Volvió a México al final de la temporada y fue programado por el doctor Alfonso Gaona para confirmar su alternativa en un día poco usual, pues se le puso como fecha el sábado 22 de diciembre de ese mismo 1979. Los toros serían de Campo Alegre y le apadrinaría Curro Rivera en presencia de Manolo Arruza, cediéndole al colorado ojo de perdiz nombrado Serenito, primero de esa corrida. De su actuación escribió Luis SolearesCarlos Loret de Mola Médiz – lo siguiente, aparecido en el diario El Informador de Guadalajara, al día siguiente de la corrida:

César Pastor es un consumado lidiador, muy bien puesto, con sitio adquirido en España. No templa con la suavidad que gusta al público metropolitano, pero a cambio se desenvuelve en el ruedo como pez en el agua; banderillea muy seguro de sí, con los terrenos bien conocidos y hace alarde de facultades físicas; no siempre deja bien colocados los palos. Mata con acierto. Sabe lo que hace. Al afinar la pañosa conquistará a la gente... Trae el sitio y las capacidades de lidiador español...

Al final de la corrida, los tres espadas habían saludado una ovación en el tercio, tras la lidia del primero, segundo y tercero de la tarde, que se fue a los libros de la historia como una tarde inaugural en la que se vieron detalles y voluntad, pero nada más. A partir de esta tarde de confirmación, César Pastor empieza a torear con regularidad en las plazas mexicanas, sumando un promedio de veinte a veinticinco corridas anuales y formará parte de los festejos señeros en la Plaza México durante 1980 y 1981.

A Madrid, para confirmar

Al inicio de 1982 se anunció que César Pastor buscaría torear en ruedos de Europa, con la intención de confirmar su alternativa en Madrid, plaza que ya había pisado, puesto que se presentó en ella como novillero el 17 de junio de 1979, alternando con Patrick Varin y Mario Triana en la lidia de novillos de doña Rocío de la Cámara. La cita se programó para la Feria de San Isidro, concretamente en el segundo festejo de ese ciclo, que se celebraría el día 15 de mayo, en un cartel anunciado con toros de Francisco Martínez Benavides para él, su padrino José Fuentes y el testigo que fue Francisco Ruiz Miguel. Acerca del encierro anunciado, se publicó en el diario madrileño ABC lo siguiente:

GANADERÍA DE FRANCISCO MARTÍNEZ BENAVIDES. – Pastan en Posadas (Córdoba). Su antigüedad data del 19 de septiembre de 1971, día en que actuaron en Madrid, en corrida de toros, El Jerezano, Manolo Amador y El Marcelino. La divisa es azul y roja, y la señal, horquilla en la derecha y despuntada en la izquierda.

Su procedencia es la de Pedro Gandarias (Castillo de Higares), que en 1946 pidió la prueba para el ascenso. Ganada ésta adquirió un lote de José Escobar (de origen Graciliano Pérez – Tabernero) y otro de Antonio Urquijo, cuyas procedencias fueron llevadas por separado. En 1965 fue adquirida por el actual propietario, que varió el hierro. Esta vacada debuta hoy en la feria. En Madrid fue suya la corrida de la Asociación de la Prensa de 1974, que estoquearon mano a mano, Ruiz Miguel y Antonio José Galán…

Al final de cuentas solamente se lidiaron dos de los toros originalmente propuestos, pues en el reconocimiento se rechazaron tres de ellos, que fueron sustituidos por otros de Francisco Ortega Sánchez (2º, 3º y 6º) y un tercero del encierro original fue reemplazado por un de don Luis Algarra (5º).

El primero de la tarde se llamó Pelele, herrado con el número dos y anunciado con 500 kilos de peso y tras de la ceremonia preceptiva, así vio Vicente Zabala Portolés al confirmante, según lo asentó en su crónica del ABC de Madrid del día siguiente al del festejo:

El azteca César Pastor, que confirmaba su alternativa, no entendió al primer toro, un ejemplar encastado de Martínez Benavides, al que había toreado atropelladamente con el capote, no se reunió con él en banderillas y lo muleteó a pechugazos y atragantones, sin atreverse a sacarlo a los medios, dándole los adentros muy torpemente… En el sexto se quedó muy quieto. Atornilló las zapatillas y corrió la mano varias veces con temple, pero no construyó la faena de muleta. A retazos no se consigue nada. Y mucho menos insistiendo una y cien veces, por esto, «mano», no es cuestión de cantidad, sino de veinte pases bien ejecutados con entrega y sentimiento. Otra vez será, hombre. Si es que hay otra vez, porque los contratos no están fáciles ni en España ni en México. Hay que ganarlos saliendo en hombros por las puertas grandes de las más importantes plazas. Como toda la vida. Que en esto han cambiado muy poco las cosas...

Por su parte, don Joaquín Vidal, en su tribuna de El País hizo en su día esta apreciación:

Tan larga fue la corrida – cerca de dos horas y media – que transcurrió casi toda como si no existiese César Pastor. Y sin embargo César Pastor existe. Es un mexicano pinturero, valentón, esforzado, entusiasta, con pocos recursos y aspecto de buen chico. Es cierto que hay mucha diferencia entre el toro mexicano y el español. Aquel, bajo de casta y recortado de estampa, tiene menos fiereza y respeto. Los toreros de ambos países notan mucho el cambio cuando cruzan el charco, unos para bien, otros para mal… Los mexicanos, para mal, claro. César Pastor no se acoplaba con sus toros y cada embestida le suponía un atragantón. Tres naturales al sexto embarcando bien se perdieron entre un montón de pases embarullados, traspiés y suspiros. Su presentación en Madrid resultó cárdena, incluso con las banderillas...

Más amable fue el parecer de Rosa María Pereda, quien también en las páginas de El País madrileño, refiere:

El que prueba su hombría es César Pastor, un chaval mexicano de corte chulillo, moreno y menudo, que reta al toro adelantando la pelvis y cuando le tiene en su juego, se le acerca, aunque el animal vea más su cintura que el trapo, y aunque está aprendiendo mucho en esta lidia tan larga. Cada vez se quiebra más el toro, cada vez se acerca más este niño... Y entonces la plaza de divide. La plaza es el verdadero monstruo, la plaza que se emborracha con el capote de César Pastor y grita unos minutos... Al que se inicia hoy, unos le ven sin cocer, indefenso ante este manso y ante el otro, desbordado por el ceremonial al que acude... El peligro es lo que hace bramar a la plaza las veces que lo ve. El peligro real, porque a eso es a lo que se inicia hoy César Pastor. Este es un ceremonial del valor, de la pasión, de la sangre. El gesto de César Pastor con la cintura avanzada hacia el obús es todo un símbolo…

No obstante, podemos deducir de lo hasta aquí leído, que la tarde de la confirmación madrileña de César Pastor no fue precisamente la que el torero hubiera soñado. Demasiados imponderables desviaron el interés de una tarde en la que el linarense José Fuentes se retiró entre una buena bronca y Francisco Ruiz Miguel saldó su compromiso cortándole una oreja al tercero de la tarde.

Lo que siguió después

César Pastor siguió adelante con su carrera en ruedos de México. Quizás su temporada más brillante fue la de 1989, en la que encabezó el escalafón, fue el triunfador absoluto de las ferias de León, Texcoco, Aguascalientes y Zacatecas, lo que le valió ser contratado para cuatro tardes en la temporada capitalina siguiente y se mantuvo en activo hasta el año de 1998, cuando decide irse de los ruedos. Tras de su triunfo en Texcoco, a inicios de abril, Francisco Lazo, cronista del diario deportivo Esto de la capital mexicana, reflexionó bajo el título ¿Y por qué lo dejan ir?:

César Pastor inició ayer una breve campaña de despedida, cortando tres orejas. Hizo el toreo bueno que le conocemos y, diría, también de reproche contra las empresas que le cerraron puertas porque César nunca ha sido sumiso, ni se ha plegado a otros intereses que no sean los de su profesión... Ahora César se despedirá definitivamente en la feria sanmarqueña, pero viéndole andar con tanta seguridad en el ruedo, a pesar de que en el último año apenas y toreó cuatro corridas, disfrutando su buen quehacer, uno se pregunta: ¿Por qué no aprovecharle todavía como torero y como un primer espada de categoría? César Pastor tiene mucho que decir todavía en el ruedo...

César Pastor toreó lo que debía ser su última tarde en Aguascalientes el 3 de mayo de 1998. Esa tarde cortó dos orejas y la impresión que causó fue la siguiente:

El quinto de la tarde, herrado con el número 125, de nombre “Zapatito” y con 488 kilogramos fue el toro de la despedida para César Pastor. El diestro salió a entregarse desde el inicio para recibirlo con dos largas cambiadas pegado a las tablas, posteriormente lanceó a la verónica cargando la suerte. Su enemigo cumplió en varas y Pastor, tras hacer un quite por chicuelinas, se decidió a cubrir el tercio de banderillas... Tras brindar la faena al público el torero hizo un segundo brindis a sus pequeños hijos a quienes entregó la montera. Aprovechó el buen estilo del toro para templar sus embestidas, por ambos lados teniendo de fondo “Pelea de Gallos”. Antes de entrar a matar escuchó “Las Golondrinas” y tras dejar una estocada entera y desprendida, las lágrimas rodaron por sus mejillas. En los tendidos surgió una manta que decía “César, torero honesto, la fiesta te necesita ¡quédate!” … La autoridad concedió las dos orejas y Víctor, hermano del diestro, fue el encargado de retirarle la coleta, misma que César entregó a sus hijos entre la ovación general...

César Pastor volvería a torear vestido de luces el 22 de abril de 2007, en Mexicali, compartiendo cartel con su antagonista El Pana y Manolo Arruza en la lidia de toros de Jaral de Peñas. Esa corrida tuvo mayor repercusión por la grave cornada sufrida por el banderillero Pepe Luna, de quien se dijo, había muerto en la plaza, sin que fuera cierto. Al final, lo más torero de la sesión fue la actuación de César Pastor, quien tras de esa tarde, no ha vuelto a vestirse de luces.

Así pues, en este día de San Isidro en el que se cumplen cuatro décadas de su confirmación en Madrid, recuerdo a este importante e interesante torero.

domingo, 27 de febrero de 2022

28 de febrero de 1982: Yiyo confirma su alternativa en la Plaza México

Programa anunciador de la confirmación de Yiyo

El cartel de la quinta corrida de la temporada 1982 de la Plaza México tenía un atractivo adicional a la presencia en él de Manolo Martínez y Jorge Gutiérrez. Se anunciaba la presentación en ruedos nacionales de un joven diestro madrileño que era producto de la entonces Escuela Nacional de Tauromaquia, que tenía su sede en las instalaciones en El Batán de la Casa de Campo en Madrid.

Se trataba de José Cubero Yiyo, quien durante su etapa de novillero sin picadores formó junto con Lucio Sandín y Julián Maestro una terna de promisorios aspirantes que pronto fueron apodados Los Príncipes del Toreo y que como tales recorrieron todas las plazas de España y Francia. Aunque en aquellos días la información que nos llegaba del otro lado del mar era impresa y escasa, los avances y logros de esos tres jovencitos formados de una manera que hace cuatro décadas resultaba novedosa, pronto fue del conocimiento de la afición mexicana y la llegada del primero de ellos que alcanzó la alternativa a nuestras plazas atraía al público a las taquillas.

Yiyo cumpliría los 18 años el siguiente abril, pero ya había abierto como novillero la puerta grande de Las Ventas y eso le valió recibir la alternativa el 30 de junio de 1981 en Burgos, de manos de Ángel Teruel y frente a José Mari Manzanares, siéndole cedido el toro Comadrejo de Joaquín Buendía.

Escribe Alfonso Santiago en Por siempre Yiyo:

Entrados ya en 1982, en la segunda parte de su primer viaje americano, le esperaban la plaza colombiana de Manizales, la ecuatoriana de Ambato y la Plaza México. El compromiso con Alfonso Gaona, el empresario del embudo de Insurgentes, estaba hecho, aunque por distintos motivos la fecha de la confirmación de alternativa de Yiyo fue variando. Se habló en un principio del 31 de enero, pero no fue posible. Luego parecía seguro el 14 de febrero, pero tampoco. Hasta que, finalmente, el domingo 28 de ese mismo mes se cerró definitivamente el cartel, toros de Begoña para Manolo Martínez, Jorge Gutiérrez y Yiyo...

La tarde de la confirmación

La Plaza México registró una gran entrada. Los toros de Begoña tuvieron una presentación, de acuerdo a las crónicas, que iba más allá de lo correcto, fueron cinco negros y un colorado, este el quinto de la tarde. Manolo Martínez vistió de bugambilia y oro, Jorge Gutiérrez de tabaco y oro y el confirmante, de obispo y oro. 

El primero de la corrida se llamó Sonriente, llevaba el número 95 y se le anunció un peso de 480 kilos. La actuación del diestro de Canillejas fue resumida así por Enrique Guarner, cronista del diario Novedades:

El primero de la tarde se llamó “Sonriente” y llevaba el número 95 y con 480 kilos. "Yiyo" lo recibió con lances, pero al ver que el toro embestía con la cabeza alta y poco risueño, Cubero le largó una serie de chicuelinas que remató con estupendo recorte… Vinieron varas de Antonio Flores e Israel Vázquez para que a la salida de la segunda “Yiyo” nos deleitara con dos lances templadísimos. En banderillas cumplieron Antonio Martínez y José Luis Hernández Rojano… Inmediatamente se celebró la ceremonia de la alternativa y el diestro español brindó a los asistentes. Su faena fue acertada y la comenzó por alto. Hubo intentos de toreo en redondo, pero el burel llevaba la cabeza suelta buscando el cuerpo de su rival. Como no lograba el lucimiento debido, “Yiyo” se tiró a matar dejándose ver y logró un estocadón en todo lo alto. La ovación del público hizo que saludara desde el tercio…

Por su parte, quien firmó como Juan Rafael, para el diario El Siglo de Torreón, dijo:

El españolito, José Cubero “El Yiyo”, comete el error de no placearse antes por los ruedos de la provincia. Llega, de golpe y porrazo, a la Plaza México y, claro, no logra entender la suave embestida de las reses mexicanas, acostumbrado a la fiereza del toro español… Sin embargo, dejó entrever que es un torero artista y, con el capote, logró momentos de gran belleza. A su primero, con el que confirma su alternativa, “Sonriente”, con 480 kilos, lo lancea por delante con verdadero primor. Hay una verónica, a pies juntos, que dura una hora. Pero, por desgracia, no logra acoplarse con la lenta e incierta embestida del morlaco. Pases por aquí y por allá y una gran estocada entrando por derecho, que le vale la salida al tercio…

Ante el sexto de la corrida, tuvo Yiyo otra buena actuación. Vuelvo a la crónica de Enrique Guarner, que describe así lo que ocurrió ante ese toro:

El sexto de la jornada se llamó “Cariñoso” y llevaba el número 118 y con 500 kilos. Inmediatamente saltó un espontáneo que actuó como una especie de “obstáculo para caballos”, pues el toro lo saltó por encima dos veces. Desde luego que esto contribuyó para avisar al burel que se volvió difícil. A pesar de ello “Yiyo” le ejecutó algunos excelentes lances y un mejor capotazo a una mano… El español brindó al ganadero Alberto Bailleres y su faena resultó bastante bonita. Hubo algunos redondos espléndidos que desgraciadamente fueron cortos. Por fin “Yiyo” cita a recibir y logra imponente estocada. Desgraciadamente se enmendó un poco, pero aun así estos espadazos aguantando debe ser más apreciados por un público conocedor…

El resto de la corrida

Jorge Gutiérrez tuvo una tarde que rozó la apoteosis. La espada le impidió salir con orejas en las manos, pero dio tres vueltas al ruedo tras la lidia del tercero de la corrida y una más tras la lidia del quinto. Por su parte, el primer espada, Manolo Martínez tuvo una tarde de las que los toreros no hablan. La lidia del primero de su lote la saldó con las opiniones divididas y el cuarto, llamado Amigable, seguramente daría nombre a una nueva cicatriz en su cuerpo, pues le infirió una cornada, de las siguientes características:

Herida por asta de toro como de 4 centímetros en el tercio medio, cara interna del muslo izquierdo, con dos trayectorias. Una hacia abajo y hacia afuera como de 12 centímetros y la otra hacia arriba y hacia adentro como de 20 centímetros que diseca los grandes vasos de la región sin lesionarlos. De no presentarse complicaciones, las lesiones tardarán quince días en sanar. Dr. Xavier Campos Licastro.

Amigable fue despachado por Jorge Gutiérrez.

Algunas reflexiones finales

Yiyo solamente torearía una corrida más en ruedos mexicanos. Sería otra vez en la Plaza México, el 25 de abril de ese mismo 1982 y no le volveríamos a ver por aquí. Se concentró en pelear una posición en los ruedos de su tierra, la que le era discutida sin razón aparente. Estaba pagando el precio de mantenerse al lado del que fuera su único apoderado, Tomás Redondo y caminar por la vía de la independencia, al margen de las grandes casas de apoderamiento. El costo a cubrir sería ralentizar su ascenso a la cumbre y tener que conformarse con lo que los demás no estaban por la tarea de aceptar.

Confirmó su alternativa en Madrid el 27 de mayo de 1982, de manos de José Mari Manzanares y llevando como testigo a Emilio Muñoz con toros de Félix Cameno y una contundente actuación le valió sustituir a Espartaco el 1º de junio siguiente, cuando abrió, como matador de toros, por primera vez la puerta grande de Las Ventas. A partir de ese momento la carrera de Yiyo fue, aunque no ausente de contratiempos, siempre en ascenso. Y en esa línea seguiría hasta la tarde de Colmenar Viejo.

Dice Luis Miguel Villalpando, hoy apoderado y contemporáneo de Yiyo en la Escuela de Tauromaquia:

Yiyo fue un privilegiado, un portento, un ser que nace con la condición de torero. Con 7 años que le conocí ya tenía el tío aquello que se necesita para ser torero, carisma. Fue desarrollando una personalidad arrolladora y un valor y compromiso excepcional. Él era sin lugar a dudas el más aventajado de la Escuela siendo de los más chicos por sus condiciones innatas. Los demás los teníamos que aprender y él nació con ellas…

Quien hoy lleva los destinos de Diego Urdiales, en retrospectiva, retrata la fuerza natural que envolvía a José Cubero, aquel hijo de emigrantes, que, como dice un amigo mío por un mero accidente demográfico, nació en Burdeos, pero era tan madrileño como la Calle de Alcalá.

El corolario que no es muy agradable, es el que tuvieron esos tres príncipes del toreo. Dice Luis Nieto:

En los carteles los anunciaban como “Los príncipes del toreo”. Sin embargo, en esos bajonazos con que la Providencia despacha a la mayoría de toreros, ninguno pudo reinar. Lucio pagó el tributo de perder un ojo por una cornada en la Maestranza. Y Maestro pudo continuar en el toreo, pero ya como banderillero…

Retomo el axioma de Frascuelo, aunque pudiera parecer un mero lugar común: Los toros dan cornadas porque no pueden dar otra cosa… El que no quiera eso, que se meta a obispo…

José Cubero Yiyo, decidió ser figura del toreo. Y lo consiguió. Y se transformó en leyenda.

Aldeanos