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domingo, 28 de enero de 2024

21 de enero de 1964: Se presenta El Cordobés en Aguascalientes

Sin los medios de comunicación actuales, El Cordobés era, sin duda, un torero conocido ya para la afición mexicana. Entre los noticieros cinematográficos que reservaban una generosa porción de su metraje para informar de las cosas de los toros y la irrupción de Manuel Benítez en los foros cinematográficos, se tenía una idea bastante cercana a la realidad de la revolución que estaba llevando a cabo en los ruedos de su tierra. Meses antes de su llegada a nuestras plazas, en abril de 1963, se estrenó en las salas mexicanas, Aprendiendo a morir, su debut cinematográfico y justo en la antevíspera de su presentación en el Toreo de Cuatro Caminos, se proyectó por primera vez Chantaje a un torero.

Así pues, con los medios existentes, se podía tener una noción de lo que la empresa que tenía a doña Dolores Olmedo y Juan Cañedo como figuras principales, presentaría en las inmediaciones de la Navidad de ese año 63. Ya comentaba antes, que El Cordobés declaró a Rafael Morales Clarinero, que solamente venía contratado por dos tardes:

Tengo 60 firmadas para la temporada próxima... Después de estas dos corridas aquí me voy a Cali, para torear el 27 y 29... No sé si regrese a México, eso es cosa de mi apoderado... Yo estoy dispuesto a dejar contento al público, aunque como es natural, no siempre se puede...

Evidentemente que después del rotundo triunfo que se apuntó en la tarde del 22 de diciembre, los principales empresarios del país se dedicaron prácticamente a acosar a Manolo Chopera, encargado de los asuntos de Benítez, para intentar llevarlo a sus plazas. Y es que en esas calendas había muchos empresarios independientes, que llevaban una o dos plazas a lo sumo, lo que permitía competencia y variedad en la oferta en esos ruedos.

La consecuencia no tardó en hacerse evidente. Las apenas dos corridas que trajo firmadas El Cordobés al final de 1963 se transformaron en más de una treintena para el inicio de 1964. Y por supuesto que Aguascalientes no se iba a quedar fuera de esa ruta.

El anuncio de la actuación de El Cordobés

El sábado 18 de enero de 1964, la primera plana de la sección deportiva del diario El Sol del Centro, se dedicó por entero al anuncio de la contratación de Manuel Benítez para actuar en la Plaza de Toros San Marcos. ¡“El Cordobés”, torea aquí el martes!, decía la cabeza de la nota, que, sin firma, explicaba:

…es bien sabido que, desde que existe el coso San Marcos, por sus arenas han desfilado, casi sin excepción, todos los primates de la torería de este y aquel lado del charco. ¡Manuel Benítez no iba a dejar de hacerlo! … saldrán a disputarle las ovaciones y el triunfo dos toreros mexicanos, representativos de dos etapas y dos interpretaciones diversas del arte de Cúchares: Alfonso Ramírez “Calesero”, el emperador del primer tercio, y Jaime Rangel, el más joven entre los astros taurinos de México cuya revelación ha teñido de esperanzas el cielo de la afición mexicana… frente a los tres ases, lucirán su arrogancia y mostrarán su fiereza y bravura seis hermosos bureles de La Punta…

Y por otra parte, el cartelillo anunciador del festejo, aparecido en el diario Heraldo de Aguascalientes, rezaba:

Plaza de toros San Marcos. ¡Monumental corrida de toros! La empresa, Jesús Ramírez Alonso, sin escatimar gasto alguno, ha confeccionado este extraordinario cartel: Presentación del diestro de Palma del Río: Manuel Benítez "El Cordobés", Alfonso Ramírez “Calesero” y Jaime Rangel con primorosos toros de La Punta…

Se hacía especial hincapié en que don Jesús Ramírez Alonso, el empresario, no había escatimado gasto alguno para traer a nuestra ciudad al diestro más cotizado del momento, como en su día lo hiciera trayendo a Luis Miguel Dominguín o a Litri, cuando justamente estaban en la cresta de la ola.

La corrida de la decepción

Aunque los boletos se pusieron a la venta apenas la víspera del festejo, la San Marcos se llenó a toda su capacidad, y eso que los precios fueron incrementados en un 30% con relación a los festejos de la anterior Feria de San Marcos. La prensa de la época no refleja inconformidades de la afición por esa subida de precios, que seguramente consideraban adecuada, dada la redondez, en el papel, del cartel anunciado.

La esencia de la fiesta está justamente en los toros que han de ser lidiados. Si el toro no está presente o no da el juego que de él se espera, todo se va por la borda, y esto fue lo que sucedió este martes de hace 60 años. La anónima crónica publicada en el diario Heraldo de Aguascalientes del día siguiente del festejo, así lo refleja:

La enorme expectación que despertó entre los aficionados el cartel que confeccionó la empresa de Chito Ramírez, se fue apagando a medida que transcurría la lidia de los bureles malísimos de La Punta que en ningún momento se dejaron torear. Y así tuvimos una corrida que no pasará a la historia no obstante la inclusión en ella de “El Cordobés” y el auténtico triunfador de la Plaza México, Jaime Rangel… La entrada fue indudablemente lo mejor ayer en el Coso San Marcos, estuvo lleno a reventar, los aficionados que esperaban ver una corrida buena, salieron completamente decepcionados por las condiciones de los punteños…

Los mejores momentos de la tarde los dio Jaime Rangel, que fue premiado con la vuelta al ruedo tras de finiquitar al quinto. Relata don Jesús Gómez Medina en su crónica para El Sol del Centro:

...en su segundo, tras de un primer tercio aceptable y luego de un derechazo inicial de espectacular ejecución, citando a distancia y aguantando como los buenos y seguido de otros que también le fueron jaleados, el punteño buscó el abrigo de los tableros y, apencado en tal sitio, concluyó su lidia... Pero Rangel, que a todo trance deseaba refrendar y rubricar éxitos recientes, trastocando las situaciones, literalmente se convirtió en el agresor: “embistió”, por así decirlo, al descastado burel. Y cercándolo, cruzándose con él en forma tremenda, acosando al manso, obligándolo, en suma, logró instrumentar varios pases izquierdistas de gran mérito por lo expuestos, por el terreno que pisó y la forma en que aguantó el flamante ídolo de la afición mexicana... Por ello, al concluir de dos pinchazos y un espadazo tendido, Jaime Rangel fue obligado a recorrer el ruedo recogiendo la cosecha de su tesón, de su torerismo y de su honradez profesional...

El estelar de la combinación, El Cordobés, se mostró voluntarioso a pesar de que tampoco tuvo mucha tela de donde cortar. Refiere don Jesús Gómez Medina:

El sensacional torero de Palma del Río, autor principal del morrocotudo lleno, en realidad quedó inédito para la afición de Aguascalientes. Pues en su primero, un torillo raquítico, que rodó por la arena cuando apenas acababa de abandonar los chiqueros, no ofrecía posibilidad alguna, ya no digamos para la obtención del triunfo, sino tan solo para una actuación plausible. Se imponía abreviar, como lo hizo el hispano...

Ante el sexto de la tarde, las cosas parecían corregirse, pero tampoco llegaron a buen puerto. Sigue contando don Jesús:

Y con el sexto, que, como sus hermanos, hizo una prometedora irrupción en el ruedo. El Cordobés lanceó con su estilo basto, afinando un tanto en las chicuelinas del único quite a que dio lugar el punteño. Pues conviene hacer hincapié en que todos los bureles, a excepción del primero, recibieron un solo picotazo... Sin embargo, tan breve ración de hierro bastó para que el segundo adversario del Cordobés expulsara de su cuerpo la pequeña dosis de casta que trajo de la dehesa... Pero la casta de que carecía el bicho la exhibió entonces Manuel Benítez para extraer a pulso y a base de su indiscutible aguante, varios pases con la derecha que reavivaron un tanto los adormecidos entusiasmos de las graderías. Tales fueron aquellos derechazos en los que, entre la erecta figura del de Palma del Río y las tablas no existía sino el breve espacio suficiente para que pasara la cola del desangelado morlaco. Que, sin embargo, tenía dos pitones cuya existencia, al parecer, ignoraba El Cordobés... La desastrosa jornada llegó a su término, finalmente, cuando el pupilo de Chopera clavó medio espadazo delantero, que hizo doblar...

Por su parte, Calesero tuvo buenos momentos en los dos primeros tercios del que abrió plaza y ante el cuarto de la sesión, la concurrencia le hizo pagar los platos rotos por el mal rumbo que iba tomando la tarde, según lo escribió el citado cronista de El Sol del Centro:

Y en Alfonso Ramírez se cobraron entonces los aficionados, amén de las culpas del propio espada, agravios en los que indiscutiblemente aquél no tenía parte. Pues, ¿por qué inculparlo de la debilidad de remos y del descastamiento mostrado por la mayoría de los punteños? …

Queda evidente que los toros enviados por don Paco Madrazo no se prestaron para florituras y aunque los toreros le pusieron voluntad al asunto, ésta no fue suficiente para corregir el rumbo de la tarde, que por sí sola pasó a la historia, aunque el cronista del Heraldo de Aguascalientes afirmara exactamente lo contrario.

El deseo de volver

Después de la corrida El Cordobés fue agasajado por el Maestro Armillita en su casa de Chichimeco. Allí le entrevistó don Ramón Morales Jr., quien en El Sol del Centro, publicó lo siguiente:

Me voy con grandes deseos de volver pronto a Aguascalientes”, nos dijo Manuel Benítez “El Cordobés” antenoche, en la finca de Armillita… El martes, Fermín nos invitó a cenar… Se habló del resultado pobrísimo en lo artístico de la corrida que horas antes se había celebrado; de que, gracias a “El Cordobés”, la plaza se había llenado totalmente en un día laborable cuando los boletos se habían puesto a la venta apenas un día antes, etc… “El Cordobés” se refirió a la forma como había respondido el público en la taquilla y de su estupendo comportamiento, pues no obstante el resultado del festejo, por culpa del ganado, la concurrencia apenas sí mostró su enfado – la de sol – con algunos gritos, en tanto que los espectadores de sombra se mantuvieron callados, serenos… “Tengo deseos de volver pronto a Aguascalientes, quizás entonces haya más suerte”…

El Cordobés volvería a Aguascalientes alrededor de un mes después. Si las cosas se tercian, quizás en estas mismas páginas virtuales, pueda ocuparme de ello.

domingo, 24 de diciembre de 2023

21 y 22 de diciembre de 1963: El Cordobés se presenta en México (II/II)

El Cordobés
La primera tarde de El Cordobés en nuestro país se saldó en unos términos que no dejaron convencida a la afición mexicana, sobre todo después del enorme despliegue informativo y publicitario que se hizo de su surgimiento, prácticamente a partir de la nada, hasta escalar a las más altas cumbres de la fiesta. Pero también quedó un sabor agrio en el paladar de quienes asistieron o intentaron asistir a ese primer festejo en la plaza de Cuatro Caminos, porque, se dijo con insistencia, los precios para ver al Huracán de Palma del Río fueron incrementados con exageración. La empresa salió al paso de esas afirmaciones en los siguientes términos:

La empresa “Espectáculos Artísticos y Deportivos”, S.A., hace las siguientes aclaraciones, respecto a los falsos rumores sobre los aumentos de precios de entrada a la plaza de toros “El Toreo”, para las corridas de los días sábado 21 y domingo 22 de diciembre en las que actuará “El Cordobés” … Los precios de entrada no fueron aumentados un solo centavo a los tenedores de Derecho de Apartado, ni en las localidades de sol y sombra general, que se han vendido a los precios de siempre: Sol, $10.00; Sombra, $15.00… La empresa declara que no ha existido, ni existe, ni existirá la reventa en su temporada…

Resulta interesante ver que los tenedores de derecho de apartado pagaron precios diferenciados a quienes adquirieron entradas sueltas, y, afirmo a título personal, es la primera vez que me entero de manera fiable, que la tenencia de ese derecho, concede una ventaja así a sus titulares. Por su parte, la redacción de El Redondel, asegurando que era de justicia, aclaró que en todas las plazas del mundo en las que actuaba Manuel Benítez se incrementaban los precios, y que, en el extranjero, eran significativamente más elevados que los cobrados aquí en México. 

El festejo del domingo 22 de diciembre de 1963

Para la segunda actuación de El Cordobés se anunció un encierro de don Reyes Huerta y como alternantes del hispano a Manuel Capetillo y a Jorge El Ranchero Aguilar. De nueva cuenta en El Redondel se señala que la plaza no se llenó.

Ni el nombre de “El Cordobés” logró llenar la plaza de “El Toreo” de Cuatro Caminos, en domingo, y en competencia con la plaza “México”. La entrada es floja, y en ambas localidades se ven varios huecos, por más que en conjunto, sea la mejor entrada dominguera, en lo que va de temporada… Son muy ovacionados, a la hora del paseo, Manuel Capetillo, Jorge Aguilar y Manuel Benítez, a quienes veremos lidiar seis toros de la ganadería de Reyes Huerta…

Ojo señalaba en su columna semanal lo que a su juicio eran las razones de las entradas no óptimas en Cuatro Caminos. Ya en su crónica del festejo del día anterior apuntaba que el acceso a ese coso era complicado y en su espacio de opinión, agregaba:

La gente sigue prefiriendo la plaza México, que con un cartel flojo superó en entrada, con grandísima diferencia a su rival, donde el programa era mucho mejor... Para nosotros, ojalá y se llenaran las dos plazas, para que además de todos los privilegios de que disfruta, contara nuestra ciudad con ser la única en el mundo que sostuviera dos temporadas simultáneas de corridas de toros... ¿Habrá afición para llenar las dos plazas más grandes del mundo? Cuando este número de EL REDONDEL circule, ya se habrá despejado la incógnita... Seamos optimistas y recordemos aquello de que cómo México no hay dos...

Por su parte, Alberto A. Bitar, algo más de medio siglo después, dice que la concurrencia a la plaza ese domingo apenas llegó a media entrada:

Ese domingo, con escasa media entrada, alternó con Manuel Capetillo y Jorge Aguilar “El Ranchero”, con toros de Reyes Huerta y “El Cordobés” se remontó a las alturas cortando dos orejas de cada uno de sus toros…

Ambos escritores son de la misma casa editorial y con muchos años de diferencia, la crónica in situ y la remembranza de quien asistió al festejo presentan una importante diferencia en su apreciación, la que al final, no incide en el resultado, pero deja un hueco de conocimiento para el historiador.

El rotundo triunfo de El Cordobés

Al final de cuentas, Manuel Benítez terminaría por resarcir a la afición de la capital de lo sucedido el día anterior, porque se levantaría como el triunfador absoluto del festejo, imponiéndose a las condiciones de los toros que le tocaron en suerte y también a la animadversión que por momentos se le expresó desde los tendidos, según podemos advertir de lo que escribió en su crónica para El Redondel en esta oportunidad, Alfonso de Icaza hijo:

TERCER TORO: “Mexicano”, de 480 kilos, la misma pinta de los anteriores y cómodo de cabeza… Manuel Benítez “El Cordobés” está fatal con el capote, pues ni para, ni manda, ni nada. Pitos… “El Cordobés” comienza con muletazos de castigo, consintiendo y a poco se para, para varios derechazos, en los que aguanta mucho, pero toreando con la mano muy alta. De todas maneras, la gente que lo estaba abucheando cambia de actitud. Más derechazos, perdiendo el engaño al dar el pase de pecho con la izquierda… Hay un derechazo de vuelta y media, después del cual, aguantando a ley, se saca al toro por arriba y de ahí en adelante se va para arriba, demostrando que tiene una muñeca privilegiada, al correr la mano en derechazos eternos, pasándose siempre al toro por la propia faja. Es cogido sin consecuencias y cita para el natural izquierdista, dando tres pases juntos. Ya se ha echado al público a la bolsa… Derechazos van y vienen, unos largos y otros cortos, pero dados con una indiscutible personalidad y mostrando serenidad, que parecería que no tuviera toro enfrente. Este es magnífico, y el melenudo diestro, con un toreo que no se parece al de nadie sigue haciéndose ovacionar en forma entusiasta… Con feo estilo, pero entregándose, deja un estoconazo delanterillo, refrescado con certero descabello. Ovación, unánime petición de oreja, gritos de ¡torero!, ¡torero!, y dos orejas concedidas por la autoridad, con las cuales recorre el anillo en son de triunfo, entre otras tantas ovaciones...

SEXTO TORO: “Payaso”, con 515 kilos de peso, berrendo en negro y abierto de carniceras… Con el capote está perdido Manuel Benítez, que no hace sino bailar ante la cara de la res, provocando protestas… Benítez, molestado por su mechón, trata de hacerse de “Payaso”, que así se llama el toro, para dar después una serie de derechazos cortos, que no le dicen nada a nadie. Pero a medida que pasa el tiempo, va parando más y más, corriendo la mano como se debe… Cita de largo, se va acercando a la res como si fuera un león, y le receta más derechazos, de todos calibres que se jalean, venga o no al caso. Vienen ahora cuatro o cinco, de un ajuste extraordinario y nuevamente se echa al público en la bolsa… Siempre sobre la diestra, sigue corriendo la mano cuantas veces le viene en gana, con esa tranquilidad suya, que parece ser su mejor arma. Hay un momento en que se le queda su enemigo a medio pase, y se lo saca con un ligero movimiento de muñeca. Luego, uno de dos vueltas, en los que sólo gira sobre sus talones. La plaza parece un manicomio. Más de media estocada, tendida y tendenciosa, que hace doblar a poco, levantándose el animal, que se entrega junto a las tablas. Ovación, petición de oreja, que concede el compadre Silverio por partida doble, y salida triunfal por la puerta grande…

Cuatro orejas en la espuerta y la primera salida en hombros para su contabilidad personal. La personalidad y la aptitud torera de El Cordobés, destacada por Icaza hijo como un extraordinario juego de muñecas del torero, terminaron por imponerse a la poca paciencia que parecía demostrar la concurrencia al Toreo de Cuatro Caminos, que esperaba quizás, una actuación más explosiva del torero andaluz.

Manuel Capetillo saludó desde el tercio tras la lidia del primero de su lote y al finalizar su labor en el cuarto, las opiniones se dividieron, en tanto que el Ranchero Aguilar dio la vuelta al ruedo después de pasaportar al segundo de la tarde y el quinto, se le fue vivo a los corrales por sus fallos con la espada. La crónica me sorprendió en el sentido de que se ordenó la devolución del toro después del segundo aviso, seguramente por estar así legislado en el Reglamento entonces vigente en el Estado de México.

Lo que siguió después

El primer sorprendido y seguramente reconvenido, fue el doctor Alfonso Gaona, quien, a consejo de un anónimo informante, decidió que El Cordobés no era un torero para el gusto de la afición mexicana, de manera tal que no lo llevó al anuncio de su temporada en la Plaza México. Así lo cuenta don Alberto A. Bitar:

Una vez que El Mechudo emprendió viaje, los accionistas de la empresa – creo recordar que eran Emilio Azcárraga Milmo y el ingeniero Alejo Peralta – llamaron a cuentas al galeno y, obviamente, le reclamaron por los millones que pudieron engrosar sus respectivos bolsillos, así que, sintiéndolo mucho, le retiraban el cargo de gerente de la plaza México, noticia que corrió, como vulgarmente se dice, como reguero de pólvora, preguntándose los aficionados quien sería el elegido…

La salida del doctor Gaona no se dio precisamente en esos tiempos, pero sí al final de la temporada, pero la apreciación de don Alberto es clara en el sentido de que el error de cálculo del gerente de la empresa de la Plaza México fue gravísimo y el haber dejado a El Cordobés para el elenco de la competencia, efectivamente les causaría un quebranto importante.

Por otra parte, citaba en la primera parte de estos apuntes, al referirme a lo declarado por Manuel Benítez a Clarinero, que había manifestado que solamente estaba contratado por dos corridas y más adelante en la misma charla, agregó que tenía pensado descansar un mes completo antes de iniciar su preparación para la temporada española. 

El triunfo del 22 de diciembre del 63 en Cuatro Caminos le abrió prácticamente todas las plazas de la República y a inicios de 1964 regresaría a México para iniciar un auténtico “maratón” taurino, pues toreó la friolera de 32 corridas de toros en 39 días, iniciando su recorrido del territorio nacional el sábado 18 de enero en el Toreo de Cuatro Caminos y lo concluyó el miércoles 25 de febrero en Uruapan. 

En esa extensa jornada, toreaba todos los días de la semana – laborables o no – y salvo un corte profundo en una mano que sufrió en Torreón el 28 de enero, que le hizo perder sus tres compromisos en la feria de Manizales, estuvo presto a salir al ruedo en todas las plazas para las que fue contratado.

En conclusión

La llegada de El Cordobés a los ruedos del mundo representó, sin duda, una transición etaria en la historia del toreo. También vendría a constituirse en un agente de cambio para la forma en la que los festejos se organizaban y, sobre todo, en los mandos prevalecientes en los estamentos de la fiesta, porque, sin duda, un par de años después, no se movía nada en el ambiente de los toros, sin el plácet de Manuel Benítez.

Toreros, ganaderos, empresarios y aficionados del mundo entero, quedaron subyugados y sometidos al nuevo modo de hacer las cosas que sugirió la irrupción de El Cordobés a los ruedos. Se produjo, sin duda, una revolución en la fiesta, no en la forma de hacer delante de los toros, sino en la forma de hacer la fiesta misma.

Es por eso que en estas fechas que se cumplen 60 años de la presentación de El Cordobés en tierras mexicanas, precisamente en el Toreo de Cuatro Caminos que externo estos recuerdos, que indudablemente, impactaron a la fiesta en nuestro país.

sábado, 23 de diciembre de 2023

21 y 22 de diciembre de 1963: El Cordobés se presenta en México (I/II)

El Cordobés
Después del rebumbio que Manuel Benítez armó en ruedos de Europa entre 1962 y 63, ya alternativado, se decidió a hacer las Américas. Comenzó por el Sur del continente, iniciando su campaña en plazas como Lima y Bogotá. A la Ciudad de México llegó el 16 de diciembre de 1963, casi una semana antes de su presentación en el Toreo de Cuatro Caminos, dedicándose a hacer una especie de gira de medios. En su visita a El Redondel, fue entrevistado por Rafael Morales Clarinero, a quien, entre otras cosas, le dijo lo siguiente:

Llevo diez corridas en América y un día toree dos... Me gustó mucho Lima, y en todas partes me han tratado muy bien... Esta temporada en España toree 14 novilladas y 63 corridas... Tengo 60 firmadas para la temporada próxima... Después de estas dos corridas aquí me voy a Cali, para torear el 27 y 29... No sé si regrese a México, eso es cosa de mi apoderado... Yo estoy dispuesto a dejar contento al público, aunque como es natural, no siempre se puede...

Habló también del hecho de que quien hace figura a un torero son los públicos y no los apoderados – con referencia expresa a Rafael Sánchez El Pipo – y a su gusto por ir aprendiendo las cosas de la vida y por ello la presencia en su equipo de un profesor de cultura general que le iba ilustrando sobre lo que iba viviendo en el cambio que su existencia estaba experimentando.

La contratación de El Cordobés

En algunos espacios anteriores ya había expuesto por aquí que el Toreo de Cuatro Caminos para esta particular temporada estaba a cargo de doña Dolores Olmedo, su hijo Carlos Phillips Olmedo y su entonces marido, el rejoneador Juan Cañedo. Otras informaciones agregan que tuvo alguna intervención en la operación taurina del coso don Pablo B. Ochoa, que era el hombre de confianza del Ing. Armando Bernal, propietario del inmueble, como lo refiere Alberto A. Bitar:

En México, aún antes de presentarse entre nosotros – esto si podía pagársele lo que cobraba – se le tenía ya como un “figurón del toreo” y cuando se supo que vendría a El Toreo de Cuatro Caminos… el joven hijo de la señora Olmedo, fue más asediado y perseguido que un ministro de Estado… Si mal no recuerdo, entró “al quite” don Pablo B. Ochoa, aunque no estoy plenamente seguro de esto… a los dos días estaba yo en su oficina para plantearle que nos permitiera seguir utilizando el teléfono que se utilizaba para las novilladas y el palco donde estaba instalada la conexión telefónica, desde que se inauguraran los festejos taurinos en ese coso… Un joven espigado, por demás correcto y amable, me recibió a la hora indicada y cuando le expuse el motivo de la visita, más o menos me dijo lo siguiente: “sé muy bien de la importancia de El Redondel y, desde luego, cuente con el servicio telefónico que, enterado estoy, ustedes lo han venido pagando para trasmitir los festejos de los domingos. Los palcos tienen ocho asientos, la mitad en las filas delanteras y el resto en la parte de atrás, así que pueden contar con los cuatro delanteros” … Nunca olvidé el trato y la educación del señor Olmedo…

Así pues, El Redondel conservó su sitio para hacer su crónica in situ por la vía telefónica de manera que estuviera lista unas horas después de la conclusión del festejo y también nos deja ver que los nuevos empresarios tuvieron el apoyo de la propiedad de la plaza, por la vía del experimentado don Pablo B. Ochoa.

Sin desdoro de las demás presencias en el elenco del derecho de apartado de la Plaza México, la estrella más rutilante con la que contaba era Paco Camino, a esas fechas ya yerno del doctor Alfonso Gaona y resulta hasta algún punto inexplicable, el por qué no se trajo al torero de Palma del Río para formar parte de ese grupo de toreros. El mismo Alberto A. Bitar, lo explica de la siguiente manera:

El doctor Gaona había pedido su opinión a un amigo suyo que se encontraba en España (al parecer un militar de muy alta graduación) acerca de El Cordobés y éste le contestó que ni se le ocurriera traerlo a México, ya que los aficionados lo matarían a él y al de Palma del Río, y fue por ello que el “equipo” mencionado “le mató la mano al galeno” …

El inicio del desarrollo de los hechos parecería que le daba la razón al doctor Gaona y a su anónimo informante, según veremos enseguida.

La tercera corrida de la temporada en Cuatro Caminos

La apretada agenda de El Cordobés hizo que se le programara su presentación para el sábado 21 de diciembre de ese 1963. Se le anunció para alternar con Alfredo Leal y Víctor Huerta en la lidia de un encierro de Tequisquiapan, de don Fernando de la Mora Madaleno. En el papel, la combinación resultaba atractiva, porque El Príncipe del Toreo era el triunfador de la corrida anterior y por su parte Víctor Huerta había iniciado sus pasos como novillero allí en El Toreo. Creo que el atractivo que representaba Manuel Benítez, no requiere explicación.

Pero el taurino dicho aquel de que el toro llega y todo lo descompone, se materializó esa tarde de sábado, según lo contó don Alfonso de Icaza Ojo, en el exordio de su crónica para El Redondel:

Una corrida de saldo de Tequisquiapan… No hay por qué sacar las cosas de quicio… Cierto que Manuel Benítez “El Cordobés”, ni llenó la plaza, ni satisfizo el gusto de la afición mexicana, pero hay que tomar en cuenta las condiciones desfavorables en que el famoso diestro hizo su presentación en México… Tarde de un día de trabajo; plaza a la que la gente va con dificultad; aumento considerable en los precios de las entradas, y una corrida de saldos, así haya procedido de una de nuestras mejores ganaderías…

El argumento de inicio es un claro resumen de lo que sucedió ese día. Un encierro que no correspondió a lo que de él se esperaba y una elección de fecha desafortunada. Ya se advertía, desde entonces, la complicación para acceder al coso de Cuatro Caminos – cuestión que fue quizás una de las causas de su defunción – y, sobre todo, la subida del precio de las entradas para ver al fenómeno del momento.

En cuanto a la entrada, hay recuentos son contradictorios. Ernesto Navarrete Don Neto, en su crónica para la Agencia France Presse (AFP), afirma:

Ante un lleno absoluto, pero sin llegar a agotarse las localidades como todo el mundo creía, pese a los altísimos precios que se cobraron esta tarde...

Como se puede ver, hasta para calibrar la cantidad de público que acudió a la plaza a ver al debutante, se levantó polémica.

La actuación del El Cordobés

Manuel Benítez tuvo una tarde en la que no pudo justificar lo que de él se decía en la prensa, tanto generalista como especializada. Evidentemente se esperaba que llegara a acabar con el cuadro, pero no sucedió así. El torero de Palma del Río tuvo momentos de lucimiento, pero sin justificar la vitola con la que venía anticipado. Don Neto, en su relación para la AFP, lo juzgó de la siguiente manera:

En algunos momentos, “El Cordobés” enardeció a la multitud, pero en general defraudó a la afición que esperaba más de él... Torero con personalidad, basto en sus procedimientos y falto de recursos, salió del paso en su primero... después de una faena valentona e ineficaz en la que mató con horrendo espadazo en las costillas... Al sustituto del sexto le paró en verónicas dramáticas y con la muleta dio algunos pases de mérito al igual con la diestra que con la zurda, enardeciendo a la gente en algunas ocasiones. Prolongó el trasteo más de la cuenta y éste vino a menos. Cuando mató con estocada hasta las cintas, se dividieron las opiniones...

La crónica de Ojo es algo más detallada y la explicación se encuentra en que no tenía demasiada limitación de espacio para expresarse, como vemos enseguida:

En su primer toro, con más de quinientos kilos sobre los lomos, y quién sabe cuántos años a cuestas, poco pudo hacer “El Cordobés”, que se deshizo de él mediante dos pinchazos y una estocada, enseñando, desde luego, que tiene un feo estilo para matar… Pero en su segundo cambió la cosa, y estuvo Benítez a punto de armar la escandalera… Aguanta enormidades; torea desde muy cerca, y si en sus derechazos y naturales corre la mano, y se enrosca al toro en la cintura, en sus pases de pecho se lo pasa todo entero a unos cuantos centímetros de la faja… Decíamos que estuvo a punto de armar la escandalera, porque hubo momentos, durante su faena el público rugía de entusiasmo, pero cuando el triunfo estaba a su alcance, se descompuso un momento; el toro pudo más que él, y no obstante que dio entonces dos molinetes en la propia cara de su enemigo, o quizá por haberlos dado, en vez de seguir los procedimientos anteriores... el caso fue que mucha gente le volvió las espaldas, como se las volvió cuando después de haber matado con el feo estilo que acostumbra, de una estocada en buen sitio, no lo dejó dar la vuelta al ruedo, pedida por el público de sombra, que inclusive sacó no pocos pañuelos en solicitud de una oreja que no habría tenido razón de ser…

Nuevamente vemos espacio para la discusión. La cuestión reside, creo, en el hecho de que no se pudo ver desde la primera actuación de El Cordobés al huracán arrollador que salía con las orejas de todos sus toros en las manos a cualquier costo. Eso es quizás lo que confundió a la afición que lo vio y también, por qué no decirlo, a la crónica que se encargó de narrar esa su primera actuación.

El resto de la corrida

Alfredo Leal estuvo discreto con los dos toros de su lote y uno de regalo y también Víctor Huerta cerró su actuación con el silencio de la concurrencia en sus dos toros. De Leal, dijo Ojo que, si tuviera un poquito del aguante de El Cordobés, sería un torero de época y a Víctor Huerta, lo calificó como anodino.

Pero había una tarde más para El Mechudo al día siguiente. De ese asunto me ocuparé el día de mañana, dada la extensión que van ocupando estas notas.

domingo, 11 de junio de 2023

8 de junio de 2000: El Califa se adueña de Madrid

El Califa
Foto: Avance Taurino
José Pacheco El Califa, natural de Canals, en Valencia, era hijo de Francisco Pacheco y en la época de su breve ascensión a las cumbres de la tauromaquia, se afirmaba en mentideros y medios de comunicación, que Francisco Pacheco había sido compañero de correrías de Manuel Benítez El Cordobés, en los días que prometió a Ángela su hermana que o le compraría una casa o llevaría luto por él. Por esa razón, se decía que Benítez aceptó vestirse una vez más de luces – la antepenúltima de su dilatada carrera en los ruedos – para darle la alternativa al hijo de su amigo en Xátiva, Valencia, el 1º de mayo de 1996, delante del granadino Fernando Martín Sacromonte, cediéndole al toro Fundador de la ganadería de Nazario Ibáñez

Cierta o falsa la historia de la añeja relación entre El Cordobés y Francisco Pacheco, la verdad es que el hecho de que la última alternativa que el hoy Quinto Califa de Córdoba del toreo le otorgó a un diestro que ostentaba ese apodo, le permitió caminar un breve tiempo por las primeras filas del escalafón y escribir tardes que han quedado en la memoria colectiva, como la que hoy pretendo traer al recuerdo, y que tuvo su aniversario este pasado Jueves de Corpus.

El San Isidro del año 2000

Toresma 2 la sociedad que regentaban los hermanos Lozano, ofreció para la isidrada del año en el que, según se lea, finalizaba un milenio o iniciaba otro, un serial de 21 corridas de toros, 3 de rejones, 3 novilladas con picadores y fuera del abono, la Corrida de la Prensa. Eran el principal reclamo de ese ciclo nombres como Enrique Ponce, Francisco Rivera Ordóñez, Vicente Barrera y Morante de la Puebla. El único confirmante era El Juli y se anunciaban todavía nombres como el de Carlos Escolar Frascuelo, José Luis Bote, José Pedro Prados El Fundi o Miguel Abellán. Entre los novilleros se ve a Fernando Robleño, Sebastián Castella, Javier Castaño y a Sergio Aguilar, entre los que caminaron más o menos largo en esto.

“El Califa” había confirmado su alternativa en Las Ventas el 2 de julio de 1998, cuando José Antonio Campuzano, en presencia de José Ignacio Ramos le cedió los trastos para despachar a toro “Tonto” de Juan Albarrán. Así que “El Califa” no era ningún desconocido para la afición de la capital española. Y así, su anuncio en las corridas 25ª y 26ª – miércoles 7 y jueves 8 de junio –, dentro de lo que se dio a llamar la “semana torista”, con toros de Celestino Cuadri y de doña Dolores Aguirre, en principio no era precisamente una novedad en la plaza. 

La 26ª corrida de feria

Toros de doña Dolores Aguirre Ybarra, ganadería asentada en la Dehesa de Frías en Constantina, Sevilla, para Miguel Rodríguez, Víctor Puerto y José Pacheco El Califa, quien la víspera, ante los toros de Cuadri, había saludado una ovación en los medios en el primero de su lote y que, al decir de las crónicas del día, de haberle repetido más su segundo, le hubiera formado un lío. Así pues, la afición de Las Ventas le esperaba con interés para el día siguiente. 

A El Califa le correspondieron en el sorteo, por su orden, Carafeo II, número 23, con 541 kilos de peso, nacido en enero de 1996 y de pelo negro bragado y Pitillo, número 22, de la misma capa, con un peso de 538 kilos, nacido en noviembre de 1995. Una nota curiosa de ese encierro, es que los toros segundo y cuarto se llamaron Carafeo I y Carafeo III.

La plaza de Madrid fue puesta de cabeza cuando El Califa, vestido, según las crónicas, de celeste y oro – hoy dirían que de purísima y oro – tomó en sus manos la muleta. Se plantó en los medios de la plaza e inició con un pase cambiado por la espalda, y allí mismo recogió a Carafeo para darle una primera serie con la mano diestra. La crónica que en su día escribió Miguel Ángel Moncholi para el extinto portal burladero.com entre otras cosas cuenta:

Es el caso del tercero al el que “El Califa” apenas meció con el capote, pero con la muleta aprovechó de principio a fin. Primero en el cambiado, en los medios, como los bravos toreros, al que siguió con la diestra en una serie de largos pases que llegaron a los tendidos… Luego, en tandas con la izquierda, en base a naturales en los que aprovechaba con toques imperceptibles la bondad de su humillada embestida. La primera mandona, la segunda suave, encajado en los riñones, asentadas las zapatillas, aguantando la desafiante presencia del de Dolores… Faena medida, que se hizo corta, que complementó con ayudados por bajo, doblado el torero, erguido en su torería, preparando con ellos la entrega del morlaco para la suerte suprema… Había que jugarse el todo por el todo. Montó la espada Pacheco. Se encunó “El Califa” y dejó una entera caída tan entregada que a punto estuvo de verse prendido en el ajustado embroque del volapié… Y así cayeron una, dos orejas, – la segunda se me antoja excesiva –, pero ciertamente a una faena de valor y torería…

Más prolija y literariamente mejor compuesta es la que publicó al día siguiente Vicente Zabala de la Serna en el diario madrileño ABC. Seguramente las cuestiones del tiempo para preparar y salir a los puestos. En su desarrollo, cuenta:

El Califa ha conquistado el trono de Madrid con una faena muy de verdad, muy pura y auténtica y otra que murió a medio camino con la cornada ante el sexto. La emoción recorrió los tendidos como un reguero de pólvora, como una conexión eléctrica que provocaba el olé colectivo. El gentío se levantaba como impulsado por un resorte. El peregrinaje ha sido árido hasta alcanzar semejante momento… Fue al natural cuando resquebrajó los cimientos de la Monumental con un toreo lento, estático y ligado, con la muleta a rastras y la cintura tronchada, rota, antes de hilvanar con el obligado, pese al parón y a la duda del bicorne. Y la plaza, loca, ronca, rendida a este califa de Játiva, conquistada por otra media docena de zurdazos de calidad, naturales despatarrrados, en los medios, donde se desarrolló toda la faena… Pañosa de seda en la mano izquierda de El Califa, látigo dominante, muñeca elástica. La espada había de rubricar la gran obra, no podía fallar. Se perfiló lejos, con metros de por medio, y ejecutó la suerte con los tiempos irregularmente marcados, más a tumba abierta… el acero se había hundido arriba, o casi. Un par de centímetros, quizá menos, no debían de robarle el triunfo de la puerta grande, la gloria. La petición fue como las últimas elecciones, abrumadora; sólo que ayer nadie perdía, no había derrotada oposición, porque el pupilo de Aguirre, doña Dolores, también se erigía como ganador. Dos orejas cayeron en las manos jóvenes del torero, que abrazó emocionado al alguacil…

Esa corrida la vi por el canal internacional de Televisión Española (TVE), en esos días cuando era más plural y menos sectaria y pacata, en compañía de mi compadre Nicolás Rodríguez Arellano. Pensamos los dos que atestiguábamos el nacimiento de una nueva figura del toreo, pero la vida y el destino le tenían otro camino por andar a El Califa, sin embargo, cuando había que llevar a la discusión un torero de esos que surgen de cuando en cuando, el nombre de José Pacheco era el primero que sacábamos a la discusión.

El segundo del lote de El Califa le permitió un momento de gran lucimiento nada más, antes de arrebatarle las llaves de la Puerta de Madrid y enviarlo a la enfermería. El parte rendido por el doctor Máximo García Padrós fue el siguiente:

Presenta dos heridas por asta de toro, una en el triángulo de Scarpa del muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 10 centímetros, que interesa tejido celular subcutáneo. Desgarro en el escroto y otro en la región tercia de la mano derecha de otros 10 centímetros, pendiente de estudio radiológico. Fue intervenido bajo anestesia general. Pronóstico menos grave que le impide continuar la lidia. Fue trasladado a la clínica de la Fraternidad.

Su entrega le hizo trocar la puerta del triunfo por la de la sangre, pero su obra allí quedó, para la posteridad. Y al final de la feria, El Califa fue declarado el triunfador del ciclo – fue el único diestro que le cortó dos orejas a un mismo toro – por el Real Casino de Madrid, por la Peña El 7 y también por el jurado que asignó por cuadragésima primera vez los resonantes Premios Mayte.

En perspectiva

Ya nos había anunciado Joaquín Vidal, desde el julio valenciano anterior, que allí había un torero:

Para ser califa no hace falta haber nacido en Córdoba; se puede ser de Xàtiva. Ni hace falta llamarse Abderramán; con Pepe basta. Demostración: en Xàtiva tienen un califa de nombre José Pacheco, para los íntimos Pepe. Y es torero. No hay más que verlo: se pone delante de los Cuadri, y ya le pueden venir rabiosos o reservones, francos o inciertos, que les aguanta las intemperancias, los templa y los manda. El Califa consiguió un éxito en la primera corrida de la famosa Fira de Julio valenciana. No porque ofreciese una exhibición pegapasista como es habitual; no porque se pusiera tremendista, que es el sucedáneo del valor en quienes van de suicidas. Sino porque aquello de parar, templar y mandar lo hizo con cabal cumplimiento de los cánones y a toda costa. Lo hizo incluso a costa de la cornada, que no se llevó sin que se sepa con exactitud el motivo…

Los toros respetaron a José Pacheco a medias, porque al final las lesiones que las cornadas causan terminaron por hacerle dejar los ruedos con esas probadas de gloria, pero sin haberla alcanzado plenamente. Todavía volvería a Madrid con los toros de doña Dolores, la señora de Bilbao, para cortarle otro par de orejas a Langosta y, esta vez sí, salir en hombros por la Puerta Grande de Las Ventas. Esta vez su padre no pudo verle en la plaza, pero lo hizo desde el infinito, a donde se había marchado pocos días antes.

Carlos Bueno escribió acerca del torero de Xátiva a propósito del vigésimo quinto aniversario de su alternativa:

El Califa fue, sin duda, el torero de la emoción. Su entrega fue siempre total, su valor sorprendente, su abandono al toreo excitante. Hizo el paseíllo con todos los compañeros, sin rehuir ninguna divisa y estuvo anunciado en todas las ferias. Le costó entrar en Valencia, pero nunca perdió la afición ni la confianza y el coso de Monleón acabó siendo su feudo, como lo fue Madrid, la dura y exigente capital donde José fue venerado por su cite adelantado, toreo ceñido, largo y hacia dentro. Sobre su arena se proclamó soberano rotundo. Fue el primer valenciano que triunfó de forma absoluta en un San Isidro y el único en conseguirlo por partida doble…

Esos son algunos de los recuerdos que tengo de José Pacheco El Califa, un torero que la historia de la fiesta nos recuerda que siempre hay lugar para quienes hacen las cosas con verdad, pureza y entrega.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 24 de noviembre de 2019

1964: El maratón mexicano de El Cordobés

El Cordobés
Aguascalientes 21/01/1964
Colección Dr. Antonio Ramírez González
Cuando a finales de 1963 Dolores Olmedo, el rejoneador Juan Cañedo y Manolo Prieto Crespo se fueron a Sudamérica a tratar de traer a El Cordobés para actuar en las plazas de México, quizás nunca se imaginaron que en esa aventura empresarial escribirían uno de los grandes hitos estadísticos de la historia taurina mexicana. Se plantearon sí, que el de Palma del Río toreara un importante número de festejos en la República, pero no creo que hayan dimensionado el efecto del resultado final de eso que hoy podemos considerar, valga la expresión, un verdadero maratón taurino.

Y es que Manuel Benítez toreó 32 corridas de toros en 39 días entre el 18 de enero y el 25 de febrero de 1964. Una hazaña numérica y hasta cierto punto artística de esa envergadura nunca se había realizado en México y a la fecha, no se ha vuelto a dar por un matador de toros. Cierto es que en aquellos días fueron puestos a la disposición del Mechudo algunos avances de la tecnología que le permitieron desplazarse con rapidez y cierta comodidad entre las distintas ciudades en las que actuó – el avión de Cantinflas – y que en muchas de las ocasiones, las actuaciones se programaron en plazas más o menos contiguas para amortiguar los efectos del transporte por carretera – las que teníamos en los 60 –, sin embargo, dada la época, el resultado es, diría don Aquiles Elorduy, una verdadera tarea de romanos.

El maratón se produjo en dos partes bien diferenciadas. Inició el sábado 18 de enero en el Toreo de Cuatro Caminos, donde el de Córdoba alternó con Rafael Rodríguez y Juan Silveti en la lidia de toros de Reyes Huerta. Allí las cosas no se le dieron bien y hasta tuvo que regalar un séptimo. El final de esta etapa se produjo el 28 del mismo mes, en Torreón, en corrida en la que completaron el cartel Manuel Capetillo y Jaime Rangel con toros de Valparaíso. Allí El Cordobés sufrió un corte profundo en el dorso de la mano derecha al matar a su primer toro y ya no salió de la enfermería. Esa herida le hizo perder las tres actuaciones que tenía pactadas en la feria de Manizales, Colombia, los días 30 y 31 de enero y 1 de febrero. Así fue como completó los primeros once festejos del ciclo.

La segunda y más intensa etapa dio inicio el 6 de febrero en Nuevo Laredo y concluyó el 25 del mismo mes en Uruapan. La revisión de las fechas nos deja ver que Benítez toreaba a plaza llena todos los días de la semana y que por ejemplo, el 14 de febrero, lo hizo dos veces, por la tarde, en Reynosa, alternando con Luis Procuna y Gabriel España en la lidia de toros de Santoyo y por la noche en Monterrey, compartiendo cartel con Raúl García y Jaime Rangel en la lidia de toros de Piedras Negras y Santacilia. Es en este lapso de tiempo es cuando se producen sus grandes faenas a Conejo de Soltepec en el Toreo de Cuatro Caminos, al que le corta el rabo – 22 de febrero – y a Cuadrillero de San Mateo en El Progreso de Guadalajara, del que obtiene el rabo simbólico, pues el toro fue indultado – 24 de febrero – y completa en Uruapan al día siguiente el ciclo de los 32 festejos toreados.

No obstante el éxito alcanzado, el camino al mismo estuvo lleno de obstáculos. El doctor Alfonso Gaona era en esas calendas el Gerente de Diversiones y Espectáculos de México (DEMSA), la empresa que tenía a su mando los destinos de la Plaza México y que resentía directamente los efectos de la competencia del coso de Cuatro Caminos. Así, se dedicó a poner piedras en el camino de la empresa formada por la señora Olmedo, según lo contó el empresario Alejo Peralta al periodista Luis Suárez:
La empresa de la México, regenteada aún por Gaona, paró mientes en el asunto, pues si bien El Cordobés no era conocido en México, aquí ya retumbaba la fama que su figura y valor levantaban en otras arenas. Lo primero que hizo la más experta competencia fue controlar las ganaderías, de modo que los ganaderos no vendían toros a la señora Olmedo…
Y en consecuencia de la revisión de la estadística vemos que Manuel Benítez lidió toros de ganaderías emergentes o de otras cuyos mejores días ya habían pasado, incluso alguna de ellas, en el balance final de la temporada – Ernesto Cuevas – lidió únicamente el encierro que El Cordobés mató y sería hasta el final del maratón cuando los encierros de los considerados de garantía empezaran a estar disponibles para el entonces pupilo de Chopera.

En cuanto a las plazas, repitió actuaciones en Cuatro Caminos, Mérida, Aguascalientes, Querétaro, Monterrey y Guadalajara siendo la primera de ellas en la que más actuó. De los diestros con los que más alternó se encuentran Jaime Rangel, Rafael Rodríguez, Alfredo Leal, Manuel Capetillo, Paco Camino, Raúl García, Antonio Velázquez y Joselito Huerta.

Decía que en Aguascalientes repitió actuaciones. La primera fue el 21 de enero alternando con Calesero y Jaime Rangel, con toros de La Punta y la segunda, el 19 de febrero, completando el cartel Raúl García y El Imposible con toros de Santacilia. Ninguna de las dos corridas le representó un triunfo a El Cordobés. La primera, por la debilidad manifiesta de los toros de La Punta y en la segunda, los mejores lotes los sortearon Raúl García – que a la postre solamente mató a su primero por haber sido herido en una axila – y El Imposible que fue el gran triunfador al final de la tarde.

Esas dos tardes representaron la obligada cita de Aguascalientes con la historia. Así como en los albores del siglo XX estuvieron en el ruedo de la San Marcos Luis Mazzantini, Bombita y El Gallo, en la década de los 20, Ignacio Sánchez Mejías; en la de los 30, Marcial Lalanda y Chicuelo; en la de los 40, Manolete; en la de los 50, Antoñete y Luis Miguel Dominguín, en la de los 60, una de las principales figuras del toreo, El Cordobés, acudía a reiterar la taurinidad de nuestra ciudad.

Cuando en 1919 Juan Belmonte toreó todos los días del mes de septiembre, nadie reparó en el extenuante ejercicio que eso representó y en el número importante de festejos seguidos que quizás por primera vez un diestro ligaba. Eso fue hace un siglo. Hoy, hace 55 años, traigo al recuerdo otro hecho similar que sucedió por estas tierras y que como decía al inicio, por un matador de toros, no se ha vuelto a repetir.

domingo, 22 de junio de 2014

Hace medio siglo: Gabino Aguilar recibe la alternativa en la Corrida de la Beneficencia

El anuncio original de la Beneficencia del 64
Necesaria aclaración: Hace cinco años publiqué aquí mismo una versión distinta de esta misma entrada. Habiéndose cumplido el aniversario de oro de este hecho singular e irrepetible para nuestra historia del toreo, repito algunas cosas dichas entonces y agrego alguna información hallada a posteriori. Espero encuentren esto de interés.

La Corrida de la Beneficencia marcó en su día la cima de la temporada de Madrid, pues tradicionalmente reunía a los triunfadores de su feria de San Isidro en un cartel que tendía a ser considerado redondo. Hoy en día su trascender resulta ser más mediático que de efectividad taurina, pues ya no se programa a partir de triunfadores, sino que se anuncia conjuntamente con la feria de mayo y sin tener en cuenta los méritos de los participantes para estar en ella, restándole interés para la verdadera afición y transformándola en un mero acontecimiento social al margen de lo taurino.

La Corrida de la Beneficencia de hace 50 años representó para la fiesta mexicana un hito importante, pues en ella recibió la alternativa el hoy ganadero de toros de lidia Gabino Aguilar, convirtiéndose así en el quinto mexicano en recibir los trastos en la principal plaza de Madrid, tras de Ponciano Díaz, Refulgente Álvarez, Edmundo Maldonado Tato y Antonio del Olivar. Los tres primeros recibirían el grado en la plaza de la Carretera de Aragón y el emeritense radicado en Celaya y Gabino, en la vigente de Las Ventas.

Gabino Aguilar León nació en la hacienda de San Mateo Huiscolotepec, asiento de la ganadería de Piedras Negras en el año de 1941 y su padre del mismo nombre, probó suerte en los redondeles también, habiendo cortado una oreja a un novillo de La Laguna en el viejo Toreo el 22 de octubre de 1933. Gabino hijo se presentó como novillero en Tlaxcala en 1959 y hace lo propio en la Plaza México el 2 de septiembre de 1962, despertando el interés de la afición mexicana al contender con Abel Flores El Papelero en las principales plazas de la república por el cetro de la novillería nacional.

El momento de la cesión de trastos
Marcha a España en 1963, forjando allá una interesante campaña de 25 novilladas, en las que destacan 4 tardes en Las Ventas y 2 en Sevilla, estas, saldadas con corte de dos orejas cada una. La primera fue el 30 de junio, cuando para lidiar novillos de Manuel Álvarez, actuaron la rejoneadora Amina Assís y a pie, Agustín Rodríguez, Manuel Álvarez El Bala y Gabino y la segunda, el 11 de agosto, en la que alternando con Miguel Oropesa y Manuel Aibar se llevó una oreja de cada uno de los José María Soto de la Fuente que le tocaron en suerte, además de matar uno de los del lote de Oropesa, que fue herido por el que abrió plaza.

La temporada de la alternativa la cerró con 7 novilladas y 16 corridas. La Beneficencia de 1964 se celebraría el martes 23 de junio y se había anunciado originalmente con toros de Atanasio Fernández para Manuel Benítez El Cordobés, Agapito García Serranito y Gabino Aguilar que recibiría la alternativa, pero Serranito, quien a su vez la había apenas el 17 de mayo anterior, fue herido 9 días antes de la corrida en Madrid por un toro de Manuel Santos Galache, razón por la cual debió ser sustituido y para ello se eligió al segoviano Andrés Hernando, motivo por el cual, el de Palma del Río ya no fungiría como padrino de nuestro paisano, dada la diferencia de antigüedades.

La relación de la corrida, escrita por Manuel Lozano Sevilla para el diario La Vanguardia de Barcelona del día 24 de junio de 1964 es la siguiente:
La corrida de Beneficencia de este año fue honrada con la presencia de SS.EE., el Jefe del Estado y esposa, a quienes el público, puesto en pie, hizo objeto de una clamorosa ovación, repetida cada vez que los toreros brindaron al Caudillo sus primeras faenas; cariñosas muestras dé entusiasmó registradas de nuevo cuando abandonaron el palco de honor a los acordes del Himno Nacional... Don Atanasio Fernández, uno de los mejores ganaderos de reses bravas en la actualidad, envió una corrida muy bonita, fina, de excelente presentación y sobre todo, que salió brava y manejable, que es lo bueno; principalmente el segundo y quinto toros fueron superiores. Así como suena. Otro triunfo, pues, para don Atanasio, ganador, por cierto, del trofeo que el Ayuntamiento madrileño otorga todos los años al toro más bravo de la Feria de San Isidro, en la que se lidiaron cerca del centenar... Lucida actuación de Gabino Aguilar. El mejicano Gabino Aguilar, que tomaba la alternativa, tuvo también una lucida actuación, mostrándose buen torero con capa y muleta y escuchando muchísimos aplausos a lo largo de la corrida. Lástima que no estuviera acertado con la espada, aunque siempre entrase a matar valientemente. De todas maneras fue ovacionado al acabar con sus dos enemigos y en el que cerró plaza debió dar la Vuelta al ruedo, a la que se opusieron algunos exigentes, ignoramos por qué causa. El mejor elogio que podemos hacer del diestro mejicano es que no parecía ésta su primera corrida de toros, sino la sesenta o la setenta… Resumen: Un festejo brillantísimo, triunfo clamoroso de ese torero que ha revolucionado la fiesta brava, llamado “El Cordobés”, autor de un pase natural sencillamente maravilloso; éxito grande también de Andrés Hernando, y… todos contentos, que es lo bueno… ¡Ah! Las cuadrillas muy acertadas, y registremos que Antoñete Iglesias, el fino y veterano peón, se retiró del toreo. Que Dios le de mucha suerte en su vida particular… Finalizada la corrida, ocho bellas amazonas llegadas a España con los charros mexicanos, realizaron una bonita exhibición de su maestría como caballistas, siendo muy aplaudidas...
En el semanario El Ruedo de Madrid, aparecido una semana después de la corrida, la apreciación que se hace de la actuación de Gabino Aguilar la tarde de su alternativa es la siguiente:
En tarde tan comprometida, el mejicano Gabino Aguilar toma la alternativa. El mejicano ha cumplido con decoro fecha tan señalada en la carrera de un torero. Puso de manifiesto su valor, un valor a prueba de bomba. Su primer toro poco propicio al lucimiento. Un toro distraído al que logra muletear por ambos lados con evidente exposición y al que mata de estocada corta. En su segundo, Gabino Aguilar expuso mucho. El toro tenía temperamento y varias veces estuvo a punto el mejicano de ir a la enfermería. En este toro el mejicano torea con la capa y la muleta con más lucimiento. Pinchazo y media que basta…
La portada de El Ruedo del 30 de junio de 1964
No recurro en esta oportunidad a la crónica de Antonio Díaz – Cañabate en el ABC de Madrid, que dedica escasas seis líneas a la actuación de Gabino – su disgusto por los nuestros es patente en la mayoría de sus crónicas – aunque resalto que El Ruedo le dedicó al toricantano la portada del ejemplar en el que se narran los hechos de la corrida de su doctorado.

Gabino Aguilar confirmó su alternativa madrileña en la Plaza México el 17 de enero de 1965, llevando como padrino a Alfredo Leal y atestiguando Santiago Martín El Viti. El toro de la ceremonia se llamó Juerguista y fue de Torrecilla. A partir de esa campaña concentró sus actuaciones únicamente en ruedos de México y en la actualidad Gabino Aguilar sigue ligado a la fiesta mediante la titularidad de la ganadería de El Batán, ubicada en el Estado de Querétaro y formada con simiente encastada en Piedras Negras y La Laguna, con la que ha logrado significativos triunfos en plazas importantes de la República Mexicana.

Aldeanos