Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Fernández-Valdemoro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Fernández-Valdemoro. Mostrar todas las entradas

domingo, 29 de enero de 2012

En el centenario de José Alameda (I)


Algo sobre sus orígenes

José Alameda
Luis Carlos José Felipe Juan de la Cruz Fernández y López – Valdemoro nació en el número 47 (duplicado, dice él) de la Calle de Goya, en Madrid y sus padres fueron doña María Luisa López – Valdemoro y don Luis Fernández Clérigo, quien entre otros cargos públicos, fuera Juez de Primera Instancia en Marchena, y después en Sevilla; Diputado a las Cortes Constituyentes de la Segunda República; Director General de Registros y Notariado; Vicepresidente de las Cortes y Subsecretario de la Presidencia durante el gobierno de Manuel Azaña. Aficionado a los toros, fue padrino de bautizo del hijo mayor de Chicuelo y Dora la Cordobesita, en el año de 1928.

Por la vía materna, el neonato Luis Carlos José Felipe Juan de la Cruz Fernández y López – Valdemoro estaba emparentado con los Condes de Cazalla del Rey, resultaba ser bisnieto del Conde de Humanes y tuvo como ilustre antepasado también al que fuera Bibliotecario de la Casa Real, don Juan Gualberto López – Valdemoro, Conde de las Navas y del Donadío de Casasola, autor de una obra fundamental en la historia de la tauromaquia: El Espectáculo más Nacional, publicado en junio de 1900 y de la que Luis Carmena y Millán, en sus Lances de Capa escribió lo siguiente:

…La brillante monografía del Conde de las Navas, producto de directas y penosas investigaciones de primera mano, demostrada en todos sus extremos con pruebas ó documentos fehacientes, sin recibir opinión alguna por respetable que parezca, que no esté compulsada y depurada hasta el quilate, vendrá a hacer tabla rasa de numerosas tradiciones que corren como verdades inconcusas, y que sólo son fantasías que han pasado de unos á otros autores sin comprobación ni examen; pues preciso es decir que escritores de alta reputación, como Mariana, Quevedo, Argensola, Jovellanos, Moratín, Larra, el Solitario y cien más, dieron como bueno lo que escrito estaba, y fomentaron la credulidad de sus lectores con patrañas que, en fuerza de ser repetidas, tomaron la categoría de verdades...

Su infancia y primera juventud transcurren entre Marchena y Sevilla, lugares en los que su padre ejerció la judicatura, según su propia afirmación, por haberse equivocado su abuelo paterno en la contrata del edificio del Ministerio de Fomento, error al que se sumó el de su abuelo materno, que dejó su fortuna en la Bolsa de Valores y por ello su vida se transforma radicalmente, pues nos dice:

Me sacaron de la aristocracia ciudadana y me soltaron en el campo. Como a un pájaro recién nacido al que le abren la jaula…

Sus primeros contactos con la fiesta

El Mundo Gráfico, Madrid
7 de noviembre de 1928
Esa cercanía con la vida campirana pronto le llevará por los derroteros de la fiesta, y así visitaba con frecuencia las fincas de Salvador Suárez Ternero y Los Ojuelos de los Gamero Cívico, recordando que el primer festejo taurino que presenció fue una novillada en Marchena, en la dice que actuaron José Salvochea y Enrique García Hilacho; aunque también afirma que en esa misma plaza llegó a ver a Joselito, a Limeño, a Chicuelo y a Juan Luis de la Rosa. Su presentación en la Real Maestranza de Sevilla sería el 20 de abril de 1922, cuando dice que vio actuar a Varelito, Juan Luis de la Rosa, Chicuelo y Manuel Granero (la realidad es que La Rosa no actuó ese día y los toros fueron de Miura). Era la víspera de la tarde en la que Varelito recibiera de un toro de Guadalest la cornada que le causó la muerte y faltaban nada más tres semanas para que Granero se encontrara con Pocapena del Duque de Veragua en Madrid.

De regreso en Madrid continúa sus estudios hasta ingresar en la Universidad Complutense, donde obtiene el grado de Licenciado en Derecho y en el ambiente universitario conoce a Federico García Lorca, Luis Cernuda, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre y se interesa por la obra de los mexicanos Jaime Torres Bodet y Alfonso Reyes. Termina sus estudios un poco antes del inicio de la Guerra Civil, la que le decide a marcharse a París y a Bruselas, donde reside desde el año de 1938 y hasta 1940.

Destino: México

En este último año se embarca a México vía Nueva York. Al cruzar la frontera por ferrocarril por Laredo, se lleva la siguiente impresión:

…Frente a la tensión funcional estadunidense, casi aséptica, el abigarramiento mexicano me fascinó. Nuevo Laredo me pareció un inmenso mercado. Hacía mucho calor. Por todas partes objetos de colores, telas, lacas, plumas, cobre, plata, ónix. Mexican curios. No estoy descubriendo nada. Descubro lo que fue entonces para mí, como encontrarme de pronto un zoco árabe, como si me hubieran trasladado con la lámpara de Aladino…

Portada de El Hijo Pródigo
Noviembre 1944
El 1º de marzo de 1940 es su llegada a su destino definitivo, la Ciudad de México. Pronto se emplea como traductor para la Agencia Francia Libre y casi al tiempo abre una tienda de curiosidades cerca de la Alameda Central. Allí frecuenta a Ramón Gaya, a Juan Gil Albert, a Antonio Sánchez Barbudo y a Pablo Neruda. Poco faltaba para su ingreso a los medios de comunicación, en específico a la crónica taurina, pues el 23 de noviembre de 1941 es invitado a comentar la corrida de ese día al programa Boletín Radiofónico de las Américas de Bonifacio Fernández Aldama. El festejo que comentó fue una corrida de toros en la que actuaron Conchita Cintrón, Ricardo Torres, Calesero y Carlos Arruza. Se le anunció como Carlos Fernández – Valdemoro.

Don Ricardo Hinojosa, director de la XEBZ, que fue la estación en la que se presentó, se interesó por la bien timbrada voz y el dominio tanto del idioma, como del tema de los toros del invitado al programa de Fernández Aldama, por lo que le ofreció que, a partir de la siguiente semana, se hiciera cargo de un programa exclusivamente de toros, a las nueve y media de la noche. Así lo acepta y como dice, sin casi darse cuenta, el todavía Carlos Fernández – Valdemoro se está convirtiendo en cronista profesional. La primera corrida que comenta en solitario, es la del 30 de noviembre de 1941, fecha en la que Jesús Solórzano le corta el rabo a Picoso de La Laguna.

Nace José Alameda

Una vez integrado al medio taurino, siente que para dedicarse a la fiesta, requiere de otro nombre y así lo explica:

…yo necesitaba otro tipo de nombre. Un nombre de guerra, más sencillo, más sonoro, más pegadizo. Y que tampoco diera la impresión de un seudónimo rebuscado… Mi negocio fallido estuvo en la Avenida Juárez, frente a la Alameda, a unos metros del cine Alameda y el comercio de junto era la platería Alameda… Me acordé de la Alameda de Hércules en Sevilla, donde vivieron “El Gallo”, “Gallito” y “Chicuelo”… Faltaba el nombre propio. ¿Por qué uno de la “época de oro”?... Rodolfo es tan determinado, tan “situado” que en cuanto se pronuncia, no se puede pensar más que en Gaona… Con Juan es lo contrario. Demasiado genérico. Juan pueblo, Juan lanas, Juan soldado… Queda José. Es un punto de equilibrio. Y es, además, el nombre de un famoso carpintero, noble oficio… Ya está…

Así, nos narra, a las nueve de la noche de ese 30 de noviembre de 1941, la voz del locutor Eduardo Orvañanos anuncia por primera vez la presencia de José Alameda en los medios mexicanos.

Su rúbrica

José AlamedaLuis Procuna
En el mes de noviembre de 1944 ve la luz el número 20 de la revista literaria El Hijo Pródigo que dirigían diríamos, en collera Xavier Villaurrutia y Octavio Barreda, aparece un ensayo de Carlos Fernández – Valdemoro titulado Disposición a la Muerte, dedicado a José Bergamín. En este ensayo, que aparece publicado entre textos de Luis Cernuda, Ermilo Abreu Gómez y el propio Villaurrutia, el todavía Fernández – Valdemoro propone lo que sería su rúbrica profesional en uno de los aforismos finales del mismo: El toreo no es graciosa huida, sino apasionada entrega

La expresión la estrena José Alameda el 4 de noviembre de 1945, al presentarse en la XEW (La Voz de la América Latina desde México), a donde fue contratado por Othón M. Vélez, que ya le conocía de sus trabajos prestados a Francia Libre y por la tarea desarrollada en su competidora XEBZ.

La frase resulta feliz y pronto se convierte en parte de nuestra habla diaria y el hacer la graciosa huida se convierte en una expresión que resultará hasta manida en un momento determinado. No obstante, fue lo que hizo definitiva la presencia de José Alameda en los medios de comunicación y pronto los demás (aún a estas fechas), comenzaron a buscarle sucedáneos, aunque ninguno tan certero y profundo como éste.

Durante algún tiempo Carlos Fernández – Valdemoro y José Alameda coexistirían, aunque el segundo iría desplazando al primero, hasta quedarse como uno de los principales y más importantes escritores de este asunto, sin dejar aparte sus ensayos filosóficos y su creación poética, porque como ya lo expresé en esta misma Aldea, José Alameda se consideró siempre y primero que nada poeta.

Punto y seguido

El resto de sus datos biográficos los he puesto ya en otro sitio de esta misma Aldea. Mi interés en este su centenario, aunque hay algún sitio mantenido por organizaciones del exilio español que señala como su año de nacimiento el de 1917, apoyándose en una obra colectiva titulada El Exilio Español en México 1939 – 1982, publicada por el Fondo de Cultura Económica.

Mi intención es, durante este año, recuperar algunos textos de Alameda antes de Alameda, es decir, suscritos todavía por Carlos Fernández – Valdemoro, crónicas principalmente, en recuerdo y homenaje de este gran poeta, escritor, cronista e historiador del toreo.

Nota: Las citas de expresiones atribuidas a José Alameda fueron tomadas del libro Retrato Inconcluso, su autobiografía, publicado por Editorial Océano, en 1982.

Aldeanos