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domingo, 10 de diciembre de 2023

9 de diciembre de 1973: Confirma en la México El Niño de la Capea

El Niño de la Capea
Pancho Flores

La temporada 1973 – 74, organizada por DEMSA, con don Javier Garfias en calidad de cara visible, constó de 16 festejos, empezó el 2 de diciembre del 73 y terminó el 24 de marzo del año siguiente y tuvo como prólogo, una corrida benéfica el 15 de septiembre anterior, cuyos recursos estarían destinados a paliar en algo las necesidades de las comunidades de Puebla y Veracruz afectadas por un fuerte sismo. Como se puede ver, no es de ahora, ni de antier, que la fiesta está siempre en apoyo de las mejores causas de la sociedad. Y como remate, nuestros maestros en el retiro, torearon al día siguiente, también en la gran plaza, un festival con la misma finalidad, que igualmente llenó el coso. Decididamente creo que no somos tan malos como nos quieren pintar.

El elenco que formó don Javier Garfias para ofrecer el ciclo – y el derecho de apartado – se integró con los diestros mexicanos Mariano Ramos, Raúl Contreras Finito, Jesús Solórzano, Adrián Romero, Antonio Lomelín, Raúl Ponce de León, Manolo Espinosa, Jorge Blando, Miguel Villanueva, Luis Procuna y Jaime Rangel; los españoles Francisco Ruiz Miguel, además de El Niño de la Capea y José Mari Manzanares, quienes confirmarían sus alternativas, el colombiano Pepe Cáceres y los rejoneadores Gastón Santos y Pedro Louceiro

En el renglón ganadero, terminaron lidiándose: Javier Garfias (1 encierro más 3 toros), Mimiahuápam, San Mateo (2 encierros), Tequisquiapan, José Julián Llaguno (3 encierros), Torrecilla (1 encierro más 3 toros), Reyes Huerta, Santacilia, Zotoluca (1 toro), Jesús Cabrera, Campo Alegre, La Laguna (4 toros), Manuel de Haro (2 toros), Santo Domingo (1 toro), Mariano Ramírez y El Rocío (1 toro).

Momentos estelares de una temporada

Esa temporada tuvo sus tintes de gloria cuando Mariano Ramos materialmente bordó al toro Abarrotero de José Julián Llaguno, que fue indultado y conforme a la costumbre de la época, le fueron entregadas las orejas y el rabo simbólicos por su faena; la temporada alcanzó quizás su cota más alta el 13 de enero cuando Jesús Solórzano se entendió con Fedayín de Torrecilla y dejó firmada una de las faenas que son de las históricas de la Plaza México. También tuvo sus momentos de épica, cuando entre el disgusto de la concurrencia, Manolo Martínez se dejó toros vivos el 16 de diciembre y el 20 de enero – este último será motivo de especial análisis después – y también cuando el Niño de la Capea escuchó los tres avisos en la primera de las dos últimas fechas señaladas.

Y el tiempo de epopeya no faltó tampoco. Fue en la 14ª corrida, que bien pudo ser la del final de la temporada. La despedida de Luis Procuna fue el sumario en el que se concentraron todas las emociones de una afición que fue privada por cuestiones ajenas al toreo, de ver las desiguales actuaciones de una de las figuras históricas que el toreo mexicano ha producido y que, ha sido además irrepetible. Ese domingo 10 de marzo de 1974, Luis Procuna dejó en el ruedo de la Plaza México el epítome de su tauromaquia y cortó, el que quizás haya sido uno de los rabos mejor logrados de los ciento y tantos que allí se han otorgado. Se fue de los ruedos como lo que fue, un triunfador y le dejó claro a los que lo mandaron al ostracismo por casi una década, que, de proponérselo, todavía había mucho Procuna por delante.

La segunda corrida de la temporada 73 – 74 

La temporada, decía, se había inaugurado el domingo 2 de diciembre y para el siguiente, se programó un encierro de don Javier Garfias para Curro Rivera, Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea y Curro Leal, estos dos últimos, nuevos en la plaza como matadores de toros y, por ende, confirmantes de sus alternativas. El padrino de la ceremonia llegaba con nuevo apoderado a este ciclo capitalino, pues había roto con Enrique Vargas, que era quien lo había llevado desde sus inicios novilleriles, para dejar el manejo de sus asuntos al ingeniero Manuel Lourdes Camino

La tarde fue más bien grisácea, porque al final de cuentas, solamente El Niño de la Capea pudo cortarle la oreja al toro que abrió plaza, nombrado Consentido y que sirvió para que confirmara la alternativa que recibiera en Bilbao el 19 de junio del año anterior. Escribió el cronista de la agencia EFE, para el semanario El Ruedo:

Moya, que confirmó su alternativa española, toreó con mucho duende, temple, clase y arte. En su primero oyó grandes ovaciones y terminó de un estoconazo, recibiendo una oreja, con petición de otra y vuelta al ruedo, devolviendo prendas de vestir. Con su segundo Moya demostró que, además de artista, es un poderoso lidiador, ya que con doblones efectistas se adueñó de su nada fácil enemigo. Fue premiado con una gran ovación…

Por su parte, el psiquiatra Enrique Guarner, en su Historia del Toreo en México, relata así su recuerdo acerca de esa actuación de la siguiente manera:

El primero de la tarde fue castaño y bocinero. Pedro Moya lo recibió con preciosas verónicas y una media que levantaron al público de sus asientos. El quite por chicuelinas resultó lento y pausado. Brindó a los concurrentes y con la muleta realizó un inolvidable trasteo con magníficos pases en redondo. Iniciaba cada serie con un molinete, alegrando al toro, y la remataba con el perfecto obligado de pecho. Vino después la gran estocada y se le concedió la oreja y una vuelta al ruedo. Para mi manera de ver y luego de ver varias veces esta faena filmada, creo que merecía mayor premio o por lo menos comentarios más favorables a los que tuvo; sobre todo debido a su gran limpieza…

Se observa de ambos comentarios la descripción de un torero con clase, con poderío y con tendencia a torear limpiamente, pero no hay atisbos de lo que vendría después con él. Y es que quizás su escasa permanencia en México en esas fechas, por tener que viajar a Sudamérica a cumplir compromisos allá, le mantenía inconexo de los medios y del ambiente taurino nuestro, pero ya habría ocasión. Escribe Daniel Medina de la Serna:

Todos sabemos ahora que “El Niño de la Capea” ha sido el torero español de la Plaza México, pero esas primeras tardes, para que no lo pudiéramos avizorar, ni menos profetizar, tuvo unas actuaciones contrastantes, de las que además se ausentaba, casi al día siguiente, para ir a cumplir contratos en América del Sur. En la tarde de su confirmación le cortó la oreja al de la ceremonia, “Consentido”, tras una gran faena y un volapié impecable; con el otro poco pudo hacer...

Al domingo se le iría vivo Nene de Mimiahuápam y conoció la cara no amable de la afición de la capital. Esto le contó a Víctor José López El Vito:

Su opinión sobre Manolo Martínez la resume a una de las muchas tardes que torearon juntos en la México, y que los dos vieron regresar sus toros al corral tras escuchar los tres avisos en dos de sus turnos. Uno por cabeza. Fue una tarde muy bonita… Cuando acabó la corrida, al abandonar el ruedo como es tradicional él, Manolo Martínez, más antiguo que yo al salir me dijo: “Mira mano, sígueme” … Nos metimos en la enfermería hasta las diez de la noche, asegurándonos que no había nadie esperándonos. Salimos de la plaza en medio de la oscuridad en las calles que rodean la Monumental. La gente no estaba para bromas…

Pero el 20 de enero siguiente se reuniría con Alegrías de Reyes Huerta y aún después de recibir un aviso por ponerse pesado con la espada, se le obligó a dar dos vueltas al ruedo por la faena que le hizo. El torero de Salamanca asegura que ese día fue el que lo adoptó la afición de la Plaza México.

El resto de la corrida

Curro Rivera pareció acusar el cambio de apoderamiento y, se decía también, las tensas relaciones familiares que le resultaron por esa decisión profesional. La crónica aparecida en El Ruedo, de la agencia EFE, dice:

Rivera, en su primero, dibujó cuatro lances en los medios a pies juntos y sin moverse un milímetro, y con la franela logró varias tandas de derechazos y naturales, serenos y torerísimos. Fue ovacionado. Con su segundo. Rivera lo intentó todo; pero tuvo que abreviar en virtud de que el de Garfias agotó sus fuerzas. Nuevamente ovacionado…

Por su parte, años después, Daniel Medina de la Serna, agregaría:

Para Curro Rivera fue ésta una temporada complicada por las relaciones personales con su padre, con el cual terminó por romper cuando menos en el plan poderdante – apoderado. Esa primera tarde el doble padrino estuvo como desconcertado y un tanto ausente, apenas se vio bien en su primero y algo mejor en el cuarto, aunque sin mayores proezas...

Curro Leal pasó de puntitas en esta tarde de compromiso, aunque ya tendría oportunidad de volver a la gran plaza y escribir su nombre en la historia de ella.

Para terminar

El Niño de la Capea, como lo dice Medina de la Serna, es uno de los toreros españoles de la Plaza México. Sus obras con Corvas Dulces, Fandango, Manchadito, Samurái, Pedregoso, Bordador, Delicioso, Cantarito o Piropo tienen lugar privilegiado en la historia y la memoria de la Plaza México. Hoy en el cincuentenario de su confirmación de alternativa en ella, le recuerdo con admiración y respeto.


viernes, 5 de mayo de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (XIII)

En la extraordinaria, Eloy Cavazos se alza con el triunfo

En el anuncio de los carteles de la feria del 73, don Guillermo González Muñoz había dejado dos fechas descubiertas, el viernes 27 de abril y el sábado 5 de mayo. Ya tuvimos la ocasión de ver que el año anterior aprovechó el día de la Batalla de Puebla para dar una corrida de tintes históricos, con un gran encierro de La Punta y en esta oportunidad, seguramente esperando el desarrollo de los festejos pactados inicialmente, buscaría la manera de aprovechar esos huecos del calendario para ofertar a la afición algún festejo de carácter realmente extraordinario, si los hechos así se terciaban.

La primera fecha no ocurrió nada, pero el sábado 28 de abril, en El Sol del Centro, aparecía la siguiente información firmada por Everardo Brand Partida, encargado de la información taurina de ese diario:

Consciente del éxito que ha logrado, en todos los órdenes, la feria taurina que actualmente se celebra, y que forma parte del programa de festejos de la Feria Nacional de San Marcos, el empresario del Coso local, señor Guillermo González, informó ayer a este diario que se alargará a 11 festejos y existe la posibilidad – muy probable ésta – de que se den 12 corridas de toros, en lugar de las 10 programadas... Reflexionando detenidamente en ello, y tras de ajustar fechas y detalles con los apoderados de los cuatro toreros, se formó ya una excelente combinación, que se dará precisamente el sábado 5 de mayo, consistente en un mano a mano entre el pequeño pero enorme torero regiomontano Eloy Cavazos y el diestro potosino Francisco “Curro” Rivera, quienes lidiarán un primoroso encierro de la ganadería triunfadora, del ingeniero Mariano Ramírez... Un mano a mano para la historia: Manolo – Mariano. Son los dos toreros que han hecho furor en el Coso San Marcos, en la presente feria, el fino y poderoso diestro regiomontano Manolo Martínez y la nueva revelación, la esperanza de la juventud torera de México, Mariano Ramos, y es éste, ni más ni menos, el cartel que se pretende montar para la corrida del viernes 4 de mayo por la noche… En principio, comentó ayer Guillermo González, los apoderados de ambos diestros, y ellos en lo particular, se muestran encantados ante la posibilidad del mano a mano. La fecha, afortunadamente no la tienen comprometida con ninguna otra empresa, y es factible, casi un hecho, que se dará la confrontación de Manolo Martínez y Mariano Ramos, la noche del 4 de mayo próximo…

En la nota se comentaba que, para esa hipotética corrida de la noche del viernes 4 de mayo, se reseñaba un encierro de Torrecilla. Al final de cuentas, ese festejo quedó así, solamente como hipótesis, porque no se pudo cerrar la combinación. En retrospectiva, diré que después del petardo pegado por los toros de don José Antonio Llaguno el 28 de abril anterior, era difícil que pudieran haber llevado gente a la plaza, independientemente del cartel de toreros que los enfrentaran, así que solamente se celebró la corrida del sábado 5, a la que tuve la fortuna de asistir, en un digamos, ecosistema, en el que estaban mi padre, el químico Teodoro Jesús Martín González, don Antonio Ramírez González, don Isidoro Cárdenas Carranza y algunos otros aficionados de los de antes, con los que pude apreciar un festejo que, confirmaba la taurinidad de esta tierra.

El encierro del ingeniero Mariano Ramírez

Las corridas son de toros, y para juzgar lo que en el ruedo sucede, hay que empezar por valorar lo que sale por la puerta de toriles. Mi recuerdo es de una corrida bien presentada, con edad y que dio buen juego. Lo que relata don Jesús Gómez Medina en su crónica publicada al día siguiente en El Sol del Centro, es en el tenor siguiente:

Cuando los toros son toros, como lo fueron, sin duda de ninguna especie, los seis que ayer se lidiaron con la divisa de la ganadería del Ing. Mariano Ramírez… Seis toros, seis, que, amén de tener edad, prestancia y trapío de toros, fueron, en buena parte, partícipes y colaboradores en los éxitos logrados por los dos matadores en pugna… Seis toros, seis, de los cuales, tres, al menos, fueron el prototipo de cuanta nobleza y claro estilo puede ostentar un toro de lidia… Seis toros, seis; de los cuales el primero y el quinto merecieron los honores del arrastre lento; y que, en conjunto, operaron el inusitado prodigio de que los espectadores, embriagados de la emoción que imprime al espectáculo la presencia del toro – toro, mostrábanse reacios a abandonar los tendidos, inclusive cuando el sexto burel ya había sido conducido al destazadero…

Días atrás intenté escribir sobre la redondez de las tardes de toros. Pues bien, cuando el toro sale al ruedo, y el torero que lo enfrenta le da la lidia que le corresponde, con seguridad, la tarde resulta ser redonda. No es tan secreto el asunto.

El triunfo de Eloy Cavazos

Eloy Cavazos enfrentó esa tarde a Bellotero, Barbero y a Caporal, nombre este último que se repite en varias tardes gloriosas de la ganadería del ingeniero Mariano Ramírez. Pues bien, a ese quinto toro de la tarde – el que nunca es malo – el torero de la Villa de Guadalupe le cortó las orejas y el rabo. Así lo relató en su día don Jesús Gómez Medina:

Y triunfó en el quinto, “Caporal”, un cárdeno listón, apretado de cornamenta, al que Cavazos, previa labor de brega para sujetar, toreó pintureramente para concluir con un recorte superiorísimo, aprovechando la dócil, alegre y clara embestida de "Caporal". El puyazo de rigor, y un quite por chicuelinas del propio Eloy, ceñidas, brillantes, avaladas con un remate que, en realidad, le resultó dibujado… “Caporal” fue nobilísimo y alegre hasta el final. Y Cavazos aprovechó lo anterior para torear en forma espectacular y lucida, con una y otra mano, entre el beneplácito de la clientela; aprovechando cumplidamente la nobilísima condición del astado y adornándose en su oportunidad, frente al entusiasmo colectivo… El estoconazo espectacular y de efectos inmediatos. La ovación que estalla tumultuosa y los pañuelos que demandan, a porfía, todos los apéndices, que le son entregados a Eloy Cavazos mientras recorría el ruedo en compañía del Ing. Mariano Ramírez y de Guillermo González; a la vez que los despojos del estupendo “Caporal” eran paseados lentamente en torno a la barrera…

Así, Eloy Cavazos cortaba su segundo rabo en el serial a un segundo toro de la ganadería de don Mariano, que también era premiado con la vuelta al ruedo, alzándose sin margen para la duda, como el triunfador de la feria y defendiendo su sitial de figura del toreo.

Curro Rivera destaca con el cuarto de la corrida

Curro Rivera se enfrentó por su orden a Farolero, Tabernero y Sanmarqueño. Es precisamente ante el segundo de los nombrados, ante el que tuvo la actuación más lograda en la tarde. Sigue contando don Jesús Gómez Medina:

A “Tabernero”, un cárdeno claro, Curro lo toreó de capa vistosamente, aunque enmendándose de un lance al siguiente. El propio Curro cubrió el segundo tercio, destacando, de sus tres pares, el segundo: un cuarteo en todo lo alto… “Tabernero” llegó al final de sus días bravo, revolviéndose pronto. De primera intención, Rivera lo toreó superiormente por derechazos, largos, templados, con mando y quietud, a los que agregó el remate clásico y sabroso del pase de pecho… Nuevo toreo derechista, precursor de un intento malogrado de toreo al natural; adornos, pases altos girando y de molinete; todo esto con el mérito irrefutable de llevarlo a cabo frente a un toro. Y para concluir, un pinchazo en una banderilla y el estoconazo mortal. Ovación. La oreja, la vuelta al ruedo y el saludo final desde los medios…

En conclusión

Las tardes de toros redondas dejan de lado los partidarismos y tienen la particularidad de poner a todo mundo de acuerdo. Como narra don Jesús Gómez Medina en su crónica, después de arrastrado el último toro, nos costaba salir de la plaza. También, se respiraba un aire justiciero, porque el recorrido triunfal alrededor del anillo, no solamente lo hizo el diestro triunfador, sino que lo compartieron su alternante, el ganadero y el empresario, es decir, todos aquellos que tuvieron parte en los hechos motivo del éxito. Hoy eso sucede cada vez menos y cuando ocurre o no se acepta en los tendidos o no se entiende, siendo que ese es uno de los síntomas notorios de la grandeza de esta fiesta.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

sábado, 29 de abril de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (X)

Mariano Ramos se lleva el Escapulario de San Marcos

Hace unos días conversaba a la distancia con Carlos Hernández González, el entrañable Pavón y a propósito de la novillada de preferia ya comentada por estos andurriales, me decía que se extrañaba la presencia de la Casa Domecq en los toros y de los certámenes que organizaba en las principales ferias y temporadas de nuestro país. No tuve más que asentir y reconocer que en estos tiempos que corren, las grandes empresas que antaño se ufanaban por patrocinar a la fiesta de los toros, hoy se refugian en un acomodaticio concepto que titulan publicidad responsable, que les impide relacionarse por esa vía con la tauromaquia, independientemente de que, en lo económico, puedan signar jugosos contratos con las empresas taurinas, para comercializar, en exclusiva, sus productos dentro de las plazas. Como se ve, juegan con una moneda que tiene dos caras y siempre que la tiran al aire, cae hacia arriba, la que les da el triunfo a ellos.

Y es que tanto el trofeo novilleril del Cristo Negro del Encino, como el Escapulario de San Marcos para los matadores de alternativa y en un inicio, dos trofeos a designar por un jurado nombrado ex – profeso, para el triunfador de la feria y el mejor encierro, consistentes en aquella época, en esculturas del maestro Humberto Peraza, eran parte del Certamen Taurino Domecq, que al paso de los años y de la introducción cultural de ideas que no corresponden a nuestra manera de concebir la existencia, se fue diluyendo hasta desaparecer completamente. Hoy en día, son los colectivos de aficionados, quienes, con sus propios medios, reconocen a los triunfadores, sin apoyo o patrocinio de ninguna de esas grandes firmas comerciales, que “en lo oscurito”, siguen medrando con la fiesta.

La corrida del toro de 1973

Se empezaba a generar como tradición en las ferias con el formato como la que se instauraba en Aguascalientes, que los toreros se contrataran por un determinado número de tardes, mas la corrida del toro, un festejo en el que, en disputa de un trofeo, actuaban seis matadores, una especie de beneficio de la empresa. Era una tarde en la que el lleno estaba casi asegurado, pues mucha gente acudía a la plaza para ver, por un solo boleto, a seis de las principales figuras anunciadas en el serial.

En el caso de Aguascalientes, durante muchos años tuvo un incentivo importante, porque el Escapulario de San Marcos era una pieza de oro macizo que la casa vitivinícola arriba citada, ponía en disputa y tenía, aparte del valor propiamente taurino, un valor económico considerable, por ello es que ese cartel era una especie de festejo de triunfadores, aunque se anunciara desde antes de arrancar la feria y los toreros en ella, en realidad se disputaban las palmas, el trofeo y el triunfo.

Posteriormente esa corrida se aprovechó con fines de beneficencia, y no creo estar equivocado que el incentivo en esos casos, sería algún medio para obtener deducciones fiscales, porque los carteles seguían llevando los nombres más destacados del momento taurino. En los últimos tiempos, se propuso la celebración de la Corrida de la Oreja de Oro, a beneficio de la Asociación de Matadores, pero desvirtuando su inicial propósito, que era el de acartelar a los triunfadores de una temporada, para convertirla en apenas una corrida de la oportunidad.

Pues bien, hace 50 años se anunció un encierro de Las Huertas, ganadería de don Luis Javier Barroso, que iba al alza en ese momento, para que la lidiaran Manolo Espinosa Armillita, Manolo Martínez, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Curro Rivera y Mariano Ramos y esa tarde del domingo 29 de abril, la Plaza San Marcos se llenó hasta en la azotea del tendido de sombra.

El encierro de Las Huertas

A propósito del encierro enviado por don Luis Javier Barroso, titular del hierro de Las Huertas, don Jesús Gómez Medina escribió:

Astados con el respeto adecuado a un festejo de matadores de toros; inclusive hubo uno, el quinto, que, al salir de los chiqueros, arrancó una exclamación unánime de los aficionados; así era de impresionante su catadura… Más, además de respeto, los toros tuvieron bravura y encima buen estilo, exceptuando el mismo quinto ya mencionado… Fue, en suma, la de Las Huertas una corrida con la que los matadores anduvieron cómodos, desahogados y en plan torero; características que los taurófilos supieron estimar cumplidamente… Tan solo una tacha mostraron casi todos los bichos: su escasa fuerza de patas. ¿Deficiencia congénita? ¿Falta de la adecuada alimentación o, quizás, del terreno necesario para que los toros, con el ir y venir, vigoricen sus músculos...?

Mariano Ramos reitera su intención de ser figura

Decía al inicio que Mariano Ramos fue quien se llevó el Escapulario. Ya había hecho su declaración de intenciones la noche del lunes 23 y la tarde del día de San Marcos, día este último, en el que desorejó a un toro de Piedras Negras. Pues bien, en el festejo que hoy me ocupa, se enfrentó al sexto de la corrida y don Jesús Gómez Medina escribió lo siguiente en su crónica para El Sol del Centro, a propósito de su actuación de esa tarde:

Para el joven as del toreo mexicano fue “Candidato”, otro burel de buen estilo, si bien terminó aplomado. Con el percal, lances de diversa factura, con los pies juntos, abierto el compás o realizados a modo de mandil… Y con la franela, imponiéndose al agotamiento de “Candidato”, Mariano, tesonero, valiente por sobre toda ponderación, pero, además, con una seguridad y un sitio y un mando admirables, cuajó una faena que tuvo periodos de gran brillantez y emotividad; que colmó los entusiasmos populares; y que, por último, cuando Ramos se fue sobre el morrillo de “Candidato”, recto, decidido, en entrega total, y dejó el acero en todo lo alto; aunque luego “Candidato” se amorcilló, requiriendo del descabello al segundo intento; albearon los tendidos y, al hacerse acreedor a las dos orejas, Mariano Ramos, a la vez, se convirtió en el triunfador del festejo, ganador, asimismo, del Escapulario San Marcos, entre las ovaciones del respetable…

El cronista, a la vez Juez de Plaza, le concedió al llamado Torero Charro, las dos orejas después de haber finiquitado a su toro al segundo golpe de descabello. Esa es una señal importante de la magnitud de la faena de Mariano Ramos al toro de Las Huertas, misma que le valió para que por aclamación popular – así se adjudicaba ese trofeo – se le premiara con el Escapulario en disputa.

El resto de la corrida

Manolo Martínez le cortó una oreja al segundo de la tarde. Una oreja que al final del día no le resultó suficiente para llevarse el premio del festejo. Así fue su labor:

Se la cortó, en buena lid, a “Cantaclaro”, al que lanceó al natural yendo de menos a más en cuanto a lucimiento; adornóse luego haciendo la chicuelina en forma estatuaria, personalísima y remató con señorío. Un puyazo, y el de Las Huertas dobló los remos. Así llegó al trance final: muy suave, apurado de facultades, pero excelente de estilo. Y Manolo lo aprovechó cumplidamente para torearlo en redondo, con una y otra mano, con temple, con largueza en los naturales y derechazos; molinetes exactos, escultóricos; el del desdén, repetido con idéntico alarde de señorío y torerismo; el adorno espectacular del toreo con el engaño por la espalda y, para culminar, media en lo alto, que hizo pupa a “Cantaclaro”. Ovación; una oreja ganada en buena forma, y la vuelta al ruedo entre ovación general…

Otra faena destacada, aunque fuera de más a menos, fue la de Jesús Solórzano, de la que don Jesús nos cuenta:

“Talismán”, el tercero. Chucho Solórzano lo toreó por verónicas de clásica instrumentación; abierto el compás y a la vez, con temple, con ritmo, rematadas con media estatuaria. Tras el puyazo de rigor, un quite, el único de la tarde, por gaoneras de límpido trazo y con ajuste… A instancias del respetable, tomó los garapullos Chucho para cuajar el periodo más brillante, tal vez, de su labor. Fue el primero un par desigual; mejoró sensiblemente en la realización y colocación en el cuarteo que vino luego y que arrancó una sonora ovación; para concluir con un paresazo de perfiles extraordinarios: salió de las tablas sesgando por fuera, para quebrar en falso y al relance, en la cara y cuadrando superiormente ante los pitacos, igualó los garapullos en todo lo alto, ante el clamor unánime de los espectadores, que, de pie, aclamaban al magnífico rehiletero… La faena ya no tuvo idéntico nivel: la inició Chucho de hinojos, sufriendo un achuchón; y de pie toreó con la derecha en repetidas series, con limpieza, sí, aunque sin la emoción que fuera de desearse y que se hubiese producido si Chucho se aprieta más con "Talismán". Tres pinchazos y una entera, desprendida, dieron cuenta del de Las Huertas. Y, entre palmas generales, Solórzano dio la vuelta al ruedo…

Antonio Lomelín se lució en el segundo tercio con el cuarto, que se apagó pronto y Manolo Armillita y Curro Rivera no tuvieron mucha tela de donde cortar, por lo que solamente pudieron cumplir con decoro en su actuación.

viernes, 28 de abril de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (IX)

Tras la tormenta, la calma del triunfo

El domingo 23 de abril de 1972, en la quinta corrida de la feria, el encierro de Torrecilla fue el centro de atención de un festejo que se calentó desde el desencajonamiento de los toros, por su escaso respeto. Francisco Lazo, en ese año cronista del diario deportivo Esto de la Ciudad de México y cubriendo la feria también para El Sol del Centro, escribió la víspera en su columna diaria:

Fue desencajonado el encierro de Torrecilla... Viene un toro que es medio hermano de “Payaso”, astado de Torrecilla que indultó "Currito" Rivera en la Plaza México... El señor Llaguno, al que todos llaman con afecto “El Mudito”, habla más de lo que muchos creen. Ahora que se fija bien en lo que dice... Así pues, no adelanta ningún, digamos, pronóstico, ni da datos de sus toros... Están en 420 de promedio y uno pesó 478 kilos...

Discreto fue Pancho Lazo al no adelantar la que le esperaba a los que asistirían a esa encerrona de Curro Rivera, porque en la crónica de la misma, al día siguiente, relata entre otras cosas:

Los tres primeros toros no lo parecían. tenían cara de “chotos”. Los otros tres tenían mal aspecto. Los primeros presentaron mejores condiciones de lidia y el diestro los aprovechó toreramente, sólo que, por la falta de presencia de esos astados, la gente no se lo tomó en cuenta…

Ese era pues, el antecedente inmediato de la presencia de los toros de Torrecilla en la Plaza de Toros San Marcos. Las cosas estaban dadas para que la histórica ganadería pudiera reivindicarse.

La tormenta en el horizonte

El festejo del 28 de abril de 1973 era el estelar de la Feria. En él se reunían por primera vez en la Plaza de San Marcos, en un mismo cartel los nombres de Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera

Al mediodía de ese sábado, hora del sorteo las cosas no iban bien. De nueva cuenta, el encierro que llegó a los corrales de la plaza carecía del mínimo respeto y de las condiciones para ser lidiado en una corrida de toros, por lo que desde unos días antes se estuvieron trayendo y llevando reses para intentar mejorar lo presentado por el ganadero José Antonio Llaguno Ibargüengoitia. Al final, el Juez de Plaza, don Jesús Gómez Medina indicó que suspendería el festejo por la impropiedad del ganado y por alguna razón urdida en los entretelones de la fiesta y de la administración pública, la corrida terminó celebrándose, a condición de que el ganadero sería multado y la sanción comunicada a la afición antes de iniciar la corrida.

La sanción se comunicó y hubo reacción en el patio de cuadrillas. Así lo contó Jaime Martínez Fonseca, el El Heraldo de Aguascalientes:

Escandaloso incidente hubo ayer en el Coso San Marcos, cuando el Juez de Plaza, Jesús Gómez Medina anunció una multa de cinco mil pesos para la ganadería de Torrecilla porque el encierro enviado para la corrida no reunía el trapío y peso reglamentario... El anuncio fue dado a conocer antes de que se diera la orden para el paseíllo. El inicio del festejo quedó suspendido por casi media hora debido a que los matadores Manolo Martínez, Curro Rivera y Eloy Cavazos se negaban a salir al ruedo, al parecer en protesta contra el mismo Juez y la Empresa...

Más adelante, en una información diversa, se explicará algo más a detalle ese retraso en el inicio de la corrida y lo que se pretendía con él.

Don Jesús Gómez Medina, en su tribuna de El Sol del Centro, refleja en su recuento el tenso ambiente previo y el vivido en la corrida. De su relación cito lo que sigue:

“Apología “pro domo sua”. Pues, a partir de 1948, desde que, en forma casi ininterrumpida, he venido haciendo las crónicas de toros en este periódico, desafío a toreros, a ganaderos y empresarios a que demuestren que, en alguna ocasión, o en cualquier fecha o lugar, quien esto escribe haya demandado de alguno de ellos alguna dádiva, alguna retribución, algún servicio a cambio de un elogio, de un panegírico, del comentario más simple... Y esto, que en el planeta de los toros pudiera sonar como insólito, no lo comprenden quienes viven por y para los toreros; quienes han hecho un oficio de alterar la verdad en provecho de no importa qué intereses... si me equivoqué al sancionar un encierro que no reunía el trapío y el peso requeridos para una corrida de toros – de lo que no tan sólo yo, sino cuatro mil y más espectadores fueron testigos – acepto plenamente mi responsabilidad y la culpa consiguiente... Y si el procurar la defensa de los intereses de los aficionados es razón y motivo para que se me destituya, ¡enhorabuena! Ya en líneas anteriores lo dije explícitamente: no estoy casado con el puesto; lo acepté con todos sus inconvenientes, en atención al amigo, más estoy dispuesto a dejarlo si ello es necesario... Tan sólo una cosa pediría antes de esto: hacer exigible, a despecho del Reglamento, la instalación de una báscula en el Coso San Marcos, para que no continúen dándonos coba con los pesos de los bureles...

Duras las palabras de don Jesús Gómez Medina, pero contundentes también sus razonamientos. Tuve el honor de conocerle y de constatar su rectitud, así que el hecho de que se haya intentado siquiera deslizar la idea de que su actuación era motivada por algún motivo inconfesable – en el caso, por algún cohecho – solamente quedó en la retorcida mente de aquellos que lo concibieron. Don Jesús fue siempre un hombre de una sola pieza y como lo dejó escrito, aceptó la presidencia de los festejos por afición y por corresponder a la amistad que le unía al alcalde en turno, nada más por eso. Y al final, se quedó solo, porque ni su amigo el alcalde le apoyó en sus determinaciones.

El remanso del triunfo

Sigue escribiendo don Jesús:

Luego del terremoto ocasionado por la imposición de la multa a la ganadería de Torrecillas, y tras más conciliábulos y discusiones que ocasionaron los tratados de Versalles o de Postdam, finalmente tuvieron a bien hacer el paseo Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera… Y vea usted lo que son las cosas: Manolo, acostumbrado de antiguo a lidiar reses sin respeto, consideró que el primero no tenía el suficiente para su jerarquía, por lo que fue cambiado por el primer reserva, un toro con más libras al que, con la muleta, toreó bien; en ocasiones, extraordinariamente bien, – ¡Oh; aquel pase natural ligado al de pecho, de pura cepa belmontina! – a despecho de la mansedumbre del burel; y al que liquidó en excelente forma, valedero todo ello para una oreja que el “rey” Manolo devolvió olímpicamente, antes de dar la vuelta al ruedo… Y yo, que dos días antes apenas había proclamado entusiasta y desinteresadamente en estas columnas las gestas de sus faenas a los dos bureles de Suárez del Real, no pude menos que recordar la frase aquella de Talleyrand, en relación con Bonaparte: ¡Qué lástima que un torero tan grande sea tan mal educado! … Eloy Cavazos, a su vez, que se encontró de primeras con un enemigo manso, sin casta ni fuerza, con el quinto, en cambio, llevó a cabo un trasteo espectacular a los acordes de la música vernácula; arrimándose y haciéndose aplaudir con fuerza, para concluir con un espadazo del que salió rebotado. Ovación, oreja y vuelta… Curro… con el sexto, “Serenito”, bravo y alegre – el único bravo del encierro – Curro triunfó cabalmente, rotundamente. Buenos lances con el percal; y en el último tercio, un trasteo pleno de torerismo, de temple, de quietud y de mando; imprimiendo a los muletazos dimensión y hondura, sacudiendo vivamente la sensibilidad colectiva, pues el público terminó entregado a su arte y a la plasticidad de su bien torear, en el que se aúnan con admirable síntesis el clasicismo con lo moderno. Media estocada en todo lo alto; las orejas y el rabo y doble vuelta al ruedo, en pleno triunfo...

Lo que nos transmite don Jesús es, creo, claro, conciso y suficiente para expresar los sucesos ocurridos en esa fecha. 

Otra visión del escándalo

Me parece que no tiene desperdicio lo publicado al margen de la crónica por el periodista Agustín Morales Padilla, en el mismo diario y de lo que extraigo lo que sigue:

Un fraude más… La multa que la autoridad aplicó al propietario de “Torrecilla” fue benigna. Lo correcto hubiera sido impedir que los novillitos fueran lidiados, ya que no tenían la edad, ni el peso, ni el trapío reglamentario. Ahora bien, pudo haber sucedido que era el único encierro disponible y ante los riesgos que habría supuesto la cancelación de la corrida, se decidió darla... ¿Podría establecerse el origen de todo ese estado de cosas que privó en el coliseo taurino? Desde luego que sí. Dicho sin mayor preámbulo, habría que señalar en primer término, la compra, por la empresa de un encierro de mini toros para la corrida estelar de la Feria... Los diestros, particularmente Manolo y Eloy, tampoco son ajenos, pues se sabe que este último, sobre todo, pugnó por el cambio de toros y logró sustituir Valparaíso por Torrecilla... Tan existe culpabilidad de ellos, que, una vez anunciada por el sonido local la multa aplicada al ganadero, ambos se solidarizaron – y cómo no iban a hacerlo – con Antonio Llaguno y se negaban a hacer el paseíllo, desoyendo y burlándose de la reiterada orden para el despeje...

La multa anunciada por la megafonía fue de cinco mil pesos – en esos días equivalentes a unos cuatrocientos dólares – y la corrida, celebrada al fin, pasó a formar parte de la historia de nuestra Feria.

Aviso parroquial primero: Hace diez años publiqué una primera versión de estos mismos hechos, misma que pueden consultar en esta ubicación.

Aviso parroquial segundo: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

lunes, 24 de abril de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (VI)


Sin toro no hay fiesta posible (segunda parte)

La información previa a la crónica del festejo no se centra en promocionar la corrida del 24 de abril. El Sol del Centro reproduce la columna de Francisco Lazo que en la fecha también apareció en el diario deportivo Esto de la capital mexicana, misma en la que el tema medular es la visita que hizo a Chichimeco, la finca del maestro Armillita, misma en la que anunció que se iría a España para llevar allá a su hijo Fermín a hacer algo de campo, en vía de preparación para iniciar su carrera como novillero:

...el maestro de Saltillo nos dijo que será el domingo próximo cuando se marche a España para ver unas corridas de la feria de Sevilla, luego las de Madrid. “Las de aquí no me las voy a perder – manifestó –. Hay carteles buenos de veras...”. ¿Y cuándo suelta usted a Fermincito?, le preguntamos. Y el maestro respondió: “Ahora me lo llevo a España. Allá toreará en algunas ganaderías. Y si les puede a aquellos cómo a los de acá; este mismo año se vestirá de luces...”. Ya hemos dicho que Fermincito ha mostrado cualidades excepcionales y parece ser que en él hay una figura grande del toreo. Esperamos vivir para comprobarlo...

Fermín Espinosa hijo se presentaría como novillero en León, Guanajuato el 30 de diciembre de ese 1973 y haría una breve campaña española entre julio y septiembre de ese año, actuando en plazas de importancia como Bilbao y Valencia en España o Dax, en Francia.

El deshonor de la palabra de los toros

Ese 24 de abril de 1973, se anunció un encierro de don Jesús Cabrera para Eloy Cavazos, Antonio Lomelín y Curro Rivera, en la presentación de este último en la feria. De nueva cuenta los toros titulares volvieron a dejar que desear. Relata don Jesús Gómez Medina:

Como el gran clásico español del siglo XVI, para reseñar lo que fue anoche, la lidia de los seis primeros astados, bastaría con repetir la tan conocida frase: “Decíamos ayer...”.

Pues al igual que la víspera, habíamos asistido al desfile de un sexteto de bureles desprovistos de acometividad, tan sosos, tan reacios a embestir, tan mansos, en suma, que podrían constituir, a la verdad, la antítesis, la negación del verdadero toro de lidia…

El reenvío que hace don Jesús a su crónica del festejo de la víspera es en obvio de repeticiones. El año anterior, los toros que enviaron respectivamente don Valentín Rivero y don Jesús Cabrera fueron la materia que permitió escribir páginas de gran brillantez de aquel serial abrileño. Un calendario después, mostraron la otra cara de la moneda.

La noche salvada por un toro de regalo

La corrida, segunda nocturna de la feria, iba por el desfiladero, hasta que Eloy Cavazos, en una acción – o arrebato – poco frecuente en su forma de conducirse en los ruedos, decidió anunciar a la concurrencia que regalaría un toro. Ese toro de regalo fue Caperuzo, número 87, de la ganadería del ingeniero Mariano Ramírez.

Ante Caperuzo, Eloy Cavazos realizó, en palabras de don Jesús Gómez Medina, lo siguiente:

Salió pues “Caperuzo”, y como por ensalmo la escena se modificó radicalmente: el tedio, el aburrimiento que a esas alturas habíanse enseñoreado de los tendidos, desaparecieron como por encanto; y la alegría y la acometividad del toro, a su estilo de claro linaje, a su bravura, en suma, aunóse el torero cascabelero, siempre espectacular, en ocasiones zaragatero, pero realizado siempre en la proximidad de los pitones por Eloy Cavazos, y la escena se transformó radicalmente… Resurgieron entusiasmos que parecían definitivamente dormidos; la plaza se inundó de luz y de calor; el tedio y la languidez que habíase apoderado de todos los circunstantes, convirtióse en clamor, en fuego, en cálido comentario que a estas horas corre, entre el golpeteo de los dados y el grito bravío de las cantadoras, por todos los rincones de la Feria… ¡“Caperuzo”, con su bravura, operó el prodigio...! … En el toreo, hoy y siempre, lo primero será la bravura del astado. Y cuando ésta va aparejada al buen estilo, a la docilidad y alegría, asistimos a espectáculos de la brillantez de que anoche protagonizaron Eloy Cavazos, el de la Villa de Guadalupe y “Caperuzo”, el burel del Ing. Mariano Ramírez; y que culminó en la concesión de ambas orejas y el rabo para Eloy, en el arrastre lento para los despojos de “Caperuzo” y en los recorridos triunfales que, una y otra vez realizaron el torero, el ganadero y el empresario Guillermo González, entre el júbilo de un público que, pese a lo avanzado de la noche, resistíase a abandonar los tendidos...

El toro, se afirma, pone a todo el mundo en su sitio. Y cuando es debidamente aprovechado, también permite que se aprecie la grandeza de la fiesta y se aquilate, en su real medida el peso específico de cada uno de los factores que hacen posible la realización del espectáculo. Así quedó demostrado después de que Caperuzo se mostrara bravo y noble en una noche que se iba encaminando, irremisiblemente, parecía, al despeñadero.

El resto del festejo

Antonio Lomelín cortó una oreja esa noche, y más que cortarla, se la arrancó al segundo de la noche. Escribió don Jesús Gómez Medina:

Antonio Lomelín, en sus dos turnos, mostró en múltiples ocasiones, las características que le llevan a hacer el bien torear, con estridencias que no siempre resultan oportunas. A su primero lo toreó de capa y particularmente de muleta con lucimiento y calidad en la ejecución de los lances y de los pases; lo banderilleó, además, en forma lucida, y lo estoqueó en forma superior, haciéndose acreedor, por esto solo, a la obtención de la oreja y a la vuelta al ruedo…

Curro Rivera, por su parte, se llevó el lote más complicado de un mal encierro y también tuvo que enfrentarse a la malquerencia de un grupo de reventadores que lo hostilizaban al menor titubeo, sigue relatando el cronista de El Sol del Centro:

Toda la decisión y el torerismo innegables de Curro estrelláronse casi siempre ante las condiciones de sus adversarios. El primero, manso y con peligro, que, en varias ocasiones, ya al banderillear como al torear de muleta, le puso los pitones en el pecho. Además, tuvo siempre en su contra la hostilidad de un sector de espectadores, incapaces, al parecer, de aquilatar lo que fue una faena como la realizada el domingo por Curro con “Cartujo” … Al último, al que a base de tesón y de aguante consiguió meter en la muleta para cuajarle meritísimas series de pases en redondo, tuvo Curro la desgracia de pincharlo mucho y mal, inclusive de atravesarlo, amén de que el garapullo de una banderilla lo hirió en la mano derecha, dificultando con ello su labor final, hasta escuchar el aviso…

Un evento inesperado vino a cambiar el curso de un festejo que parecía quedarse con la imborrable marca del tedio en su historia. Esa circunstancia inesperada – por infrecuente – también vino a encaminar por otras vías el rumbo de la feria, como veremos en los siguientes días.


sábado, 22 de abril de 2023

Feria de San Marcos 1973. La consolidación de un proyecto (IV)

Curro Rivera es el que hace el toreo el día de la alternativa de Vito Cavazos

El primer toro de la Feria de San Marcos del 73 fue uno de alternativa. El suceso también tendría un dejo de novedad en nuestro ciclo abrileño, pues si bien en el pasado reciente del coso de la calle de la Democracia se habían celebrado dos ceremonias de investidura de matadores de toros – la del lusitano Óscar Rosmano el 29 de noviembre de 1970 y la de Armando Mora el 28 de marzo de 1971 –, la última que se había celebrado en un festejo sanmarqueño había tenido lugar el 1º de mayo de 1960, cuando Luis Briones hizo matador de toros al trianero Rubén Salazar en presencia del michoacano Joselito Torres.

La información previa al festejo, publicada en el diario El Sol del Centro en la víspera, refleja la expectación que producía el serial y en sí el cartel inaugural, tanto por la reaparición de Eloy Cavazos y Curro Rivera, triunfadores de fechas anteriores, como por la novedad que revestía el investir en la Feria a un nuevo matador de toros, en este caso, David Vito Cavazos. De esa nota, entresaco lo siguiente:

Reaparecen Eloy y Curro y se doctora “Vito” Cavazos. A guisa de preámbulo de lo que será esta Feria, ya el cartel inicial incluye la actuación de dos de las tres máximas figuras del toreo nacional: Eloy Cavazos, el sensacional pequeño y gran torero de Monterrey; Curro Rivera, el autor de la que fue, indiscutiblemente, la mejor faena en la pasada temporada metropolitana... Y al lado de ambos, compartiendo responsabilidades y disfrutando también, desde hoy, de idéntica jerarquía, “Vito” Cavazos, que en esta primera corrida alcanza la meta codiciada por cuantos en un día vistieron por vez primera el traje de torear: la alternativa, el doctorado...

Yo asistí a esta corrida. Mis recuerdos se limitan principalmente a los seis toros que se lidiaron en ese festejo al que fui llevado por mi padre. El toro de la ceremonia – un negro listón, al que recuerdo con mucha cara y arrobas – volteó la cara al primer picador y le comenté a mi padre que el toro era manso. En cuanto se colocó de nuevo al toro, este se arrancó de largo, recargando fuerte y metiendo los riñones, propinando un tumbo al piquero y, lo que es más, recuerdo que repitió la escena en la siguiente vara. Cuando todo esto sucedió, mi padre me dijo: Allí está tu manso, fíjate bien en ese toro, que es muy bravo, porque va a pasar mucho tiempo para que veas otro igual... Al final de la corrida tuve la oportunidad de conocer y felicitar personalmente al ingeniero Mariano Ramírez, el ganadero de la tarde, quien se encontraba conversando con los matadores retirados Rafael Rodríguez y Humberto Moro y el empresario Guillermo González entre otras personas. No recuerdo la respuesta que me dio don Mariano, pero sí percibí que en ese momento era un hombre inmensamente feliz.

Curro Rivera y Cartujo

Para este serial don Jesús Gómez Medina había vuelto a ocupar su cátedra en El Sol del Centro, combinando esa actividad con la Presidencia de los festejos taurinos en la Plaza San Marcos y de su narración de la corrida se desprende con más detalle y precisión lo siguiente:

¡Torear bien!... ¡Torear con arte!... Torear, en suma, como ayer lo hizo con el nobilísimo “Cartujo” del Ing. Mariano Ramírez, Currito Rivera. Feliz conjunción del burel dechado de alegría y excelente estilo, con el torero – torero, con el torero artista.

¡Oh! aquellos naturales cadenciosos, de dilatada trayectoria, ligados a la perfección en el último sitio y culminados, según la ley de toreo rondeño, con el pase de pecho ejecutado al mismo ritmo caricioso de los muletazos precedentes.

Especialmente en la segunda de las dichas series pareció culminar la plasticidad, la hondura y el bien torear. Negreaban las pisadas de “Cartujo” en torno del torero, transformado en epicentro que giraba levemente sobre las plantas, mientras que de su muleta brotaban, como rojas amapolas, la milagrería de aquellos pases naturales, flor de clasicismo, sí; pero nimbados a la vez con la luz iridiscente de un arte juvenil, radioso, alegre...

El toreo es liturgia y rito; pero, también, gallardo desplante, bizarría y alarde jocundo y triunfal.

Más tarde, con la diestra, idéntico derroche de torerismo y de belleza en los derechazos, en los pases circulares, en los molinetes; en toda la gama, en suma, de bien torear a que daba pie la nobleza sin límite y la aterciopelada embestida de “Cartujo”.

A estas alturas, prácticamente las orejas y el rabo estaban ya en las manos de Currito; más precipitóse un tanto éste, llevado sin duda del deseo de acabar cuanto antes; y aunque se fue en corto y por derecho, particularmente la segunda ocasión, pinchó dos veces antes de sepultar hondo el acero, en sitio un tanto trasero... se esfumaron los apéndices; más los aficionados, embriagados todavía de emoción taurina, hicieron a Curro Rivera objeto de una cálida, estentórea ovación, mientras los despojos de “Cartujo” habían desaparecido sin recibir en homenaje de que eran merecedores...

Eloy y Vito Cavazos

Don Jesús califica la actuación de Eloy Cavazos como integrada por una media faena, la realizada a su primero, de la que dice:

Un puyazo fuerte, con tumbo, aceptó el cárdeno "Cantaclaro" – tocayo del inmortalizado por Silverio, la tarde en que debutó Manolete –. El burel, al parecer, resintióse del encuentro con el piquero, pues a partir de entonces, comenzó a aflojar los remos. Eloy, a su vez, aprovechó el lapso inicial del trasteo para instrumentar su toreo alegre, espectacular; no siempre ortodoxo, pero que "llega" intensamente a los espectadores, que jalearon fuerte sus derechazos, ya abriendo el compás o bien a pies juntos. Estocada honda, el toro que dobla y vuelta al ruedo para el reinero...

Acerca de David, el toricantano, que vistió de azul turquesa y oro, dice que su tarde fue deslucida, aunque en su descargo puedo decir que me parece que el cronista lo juzgó con dureza. El toro de la alternativa se llamó Esclavino y fue de pelo negro listón.

El encierro de don Mariano Ramírez

El toro es el eje de esta fiesta. Cuando está en su sitio, las hazañas de los lidiadores cobran especial importancia y la afición en los tendidos percibe mejor el desarrollo del hacer artístico de los toreros. Al final de estas remembranzas, veremos que uno de los triunfadores del serial sería, por mérito propio, el ingeniero Mariano Ramírez Miguel. Sobre los toros lidiados esta tarde, don Jesús Gómez Medina reflexionó:

Nobilísimo de estilo, bien presentado, con un gran astado, el quinto; tal fue el lote enviado para esta primera corrida por el Ing. Mariano Ramírez... Pese a que algunos bureles mostraron cierta debilidad de remos, la corrida, en conjunto, constituyó un éxito para tan entusiasta ganadero, que mereció de la afición un reconocimiento que aquella no le dio, pero que, desde estas columnas, le rendimos con toda justicia. ¡Enhorabuena, ingeniero!

Las explicaciones del juez de plaza

De la misma crónica de la corrida y a partir del hecho de que el ya citado don Jesús Gómez Medina – ya decía, al mismo tiempo juez de los festejos – estimó en ella que el quinto de la tarde, Cartujo, merecía premio a sus despojos y de otro hecho ocurrido al final de la lidia del cuarto de la tarde, en el sentido de que Alberto Ortiz El Chaval de Orizaba, banderillero de la cuadrilla de Eloy Cavazos ahondara una espada para precipitar la muerte del toro, transcribo lo siguiente:

Se impone concluir esta reseña con algunas consideraciones de carácter netamente personal: ¿por qué el que esto escribe, al actuar como Juez de Plaza, no ordenó los honores que merecían los despojos del estupendo “Cartujo”? ¿Y también por qué no hubo sanción alguna para el Chaval de Orizaba?

En el primer caso, visto el desenlace poco feliz de la gran faena de Curro Rivera y conociendo la índole de los aficionados, juzgué que, al tributar un homenaje al astado, aquellos interpretarían que con éste queríase decir que el torero no supo estar a la altura del toro; lo que era inexacto y, por tanto, resultaría injusto.

En cuanto a la falta de sanción para el Chaval de Orizaba, que estas líneas sirvan de aviso a él mismo y a otros subalternos, a efecto de que, en los posteriores festejos se abstengan de realizar actos tan rotundamente antitaurinos como el llevado a cabo por dicho banderillero...

Así transcurrió esa primera corrida de feria de hace medio siglo. Mañana nos veremos por aquí de nuevo, con algunos recuerdos de la continuación de la feria.

Aviso parroquial: Hace algo más de una década publiqué en este mismo sitio una primera versión de estas líneas, consultable aquí.

domingo, 8 de enero de 2023

Curro Rivera y Horchatito de Garfias. A 50 años vista

La temporada 1972 – 73 en la Plaza México se dio influenciada por la escasez de ganado en la cabaña mexicana, generada por el mercado emergente de las ferias de Sudamérica. 16 fueron los encierros mexicanos que se lidiaron por aquellas tierras entre noviembre del 72 y el siguiente enero. Toros de Mimiahuápam (2), Piedras Negras (2), Javier Garfias (2), Reyes Huerta, Amazcala, José Julián Llaguno, Tequisquiapan, Valparaíso, Las Huertas, El Rocío, Jesús Cabrera, para las ferias de Valencia, Maracaibo y San Cristóbal en Venezuela y Cali, Bogotá y Medellín en Colombia. En Quito, todavía bajo el control de los Dominguín, se lidiaron toros españoles y ecuatorianos.

Con esos mimbres, Javier Garfias, al frente por segundo año de la representación de DEMSA, ofreció 16 corridas de toros, a partir de un elenco encabezado por Manolo Martínez, que toreó exactamente la mitad de esos festejos. Completaron la nómina de toreros Eloy Cavazos (5), Curro Rivera (5), Mariano Ramos (4), el rejoneador Fermín Bohórquez (4), Alfredo Leal (3), José Mari Manzanares (3), Palomo Linares (3), Joselito Huerta (2), Antonio Lomelín (2), Jesús Solórzano (2), Francisco Ruiz Miguel (2), así como otros siete diestros de una sola actuación. El ganado provino de Torrecilla (3), Jesús Cabrera (2), Las Huertas (2), José Julián Llaguno (2), San Martín, Javier Garfias, Reyes Huerta, Tequisquiapan, Mimiahuápam, Valparaíso, San Antonio de Triana, y de la Viuda de Emilio Fernández.

Los fastos de esa temporada fueron la presentación de don Alberto Bailleres como titular del hierro de Mimiahuápam en la Plaza México; las confirmaciones de alternativa de José Mari Manzanares, Francisco Ruiz Miguel, Jaime González El Puno y José Antonio Gaona y la despedida – definitiva, de verdad – de Joselito Huerta, en esos momentos ya alcalde en funciones de Atizapán de Zaragoza, Estado de México. Es importante destacar que en esa temporada se televisaron en abierto tres festejos, la inauguración de la temporada, la séptima corrida del serial – que es la que me ocupará más adelante – y la décima, con el adiós del León de Tetela.

La séptima de la temporada 1972 – 73

Dicho ya que Manolo Martínez era la cabeza del elenco, otra de las bazas que tenía la empresa para llevar gente a la plaza, era el tratar de revivir el enfrentamiento – aunque solo fuera de papel – entre Palomo Linares y Curro Rivera a raíz del festejo del 22 de mayo del año anterior, en Madrid, en el que el torero hispano cortó el último rabo que se ha concedido en Las Ventas a un torero de a pie. Se hacía creer mediáticamente que ese rabo se concedió, a la mala, para empañar un triunfo legítimo de Curro, cuando la realidad de los hechos demuestra que no pudo ser así.

De esa forma, se programó un mano a mano entre Palomo Linares y Curro Rivera con toros de Las Huertas (5ª), en el que ni la entrada, ni el juego de los toros permitió mayores hazañas a los toreros. Aparte, Curro Rivera estaba en un proceso de esos de amor – odio con la afición de la capital e incluso, la prensa especializada le comenzó a reprochar la superficialidad de su toreo y cuando intentó variar sus procedimientos, le criticaron porque su toreo perdía clase. Total, que no le era posible al hijo de Fermín el de San Luis el convencer con rotundidad.

El encierro a lidiarse sería de la ganadería del representante de la empresa, don Javier Garfias, en su única comparecencia de ese ciclo y tuvo una extraordinaria tarde con ellos ese domingo 7 de enero de 1973.

Curro Rivera y Horchatito de Garfias

La tarde se destacó por una serie de detalles de los tres espadas, pero no se redondeó nada en el lote anunciado. Durante su faena al quinto toro, Palomo Linares anunció que obsequiaría un séptimo, pero antes de matar a Antojito, éste lo volteó de fea manera y motivó que tras de estoquearlo, pasara a la enfermería, de donde los médicos ya no le dejaron salir, pues su sintomatología aparentaba una fractura de pelvis. Por esa razón se le trasladó a la Central Quirúrgica, para practicarle estudios radiológicos.

Durante la lidia del sexto, Simatario – al que Curro le cortó la oreja – se anunció que Palomo Linares ya no regresaría a matar al séptimo y las crónicas relatan que, desde los tendidos, se pedía a Manolo Martínez que asumiera el regalo. El de Monterrey hizo oídos sordos y al caer ese sexto toro, se retiró de la plaza, pero salió Curro Rivera y anunció que él se haría cargo de despachar al toro ofrecido por su alternante y se despertó la algarabía en los tendidos.

Nadie podía imaginar que Horchatito, ese séptimo toro, iba a ser el causante de una de las faenas muy importantes de la historia de la Plaza México. Una faena que además, sirvió para que Curro Rivera se estableciera como un torero preferido por el público de la capital y con la vitola de figura del toreo.

La crónica escrita por quien firmó como Juan Rafael y publicada al unísono por los diarios El Informador de Guadalajara y El Siglo de Torreón, relata:

…Sebastián “Palomo”, había anunciado un toro de regalo. Los médicos no lo dejan salir, en los altavoces se anuncia la noticia: No puede Sebastián cumplir con su promesa… “Curro” viene hacia el callejón tras despachar al sexto, y el público en lugar de ovacionarlo, pasa su atención a Manolo para pedirle que regale el toro, pero, Manolo, soberbio, se marcha sin poner atención al público… Entonces, en gesto de gran señor, “Curro” alza el dedo índice, yo regalo ese toro, yo, que he sido el que mejor ha quedado. Ustedes mandan, y salió “Horchatito” … No puede haber lidia más completa. Capote, banderillas, muleta y estoque, todos los tercios los cubre “Curro” y en todos queda como gran torero… Salida muy alegre la de “Horchatito”, “Curro” deja caer el capote en cinco verónicas excelsas, caminando hacia adelante, disfrutando del son y de la bravura de este toro maravilloso; luego, el quite a la manera de Ortiz para dejar al toro en el caballo. Bien pelea con los varilargueros el de Garfias. Y vengan las gaoneras, con la pierna adelantada y el cuerpo erguido. Así, como las daba don Rodolfo “El Califa” Juanito Vázquez no puede dejar las banderillas sobre los lomos del burel. “Curro” decidido, toma los rehiletes, de poder a poder es el primer par, al sesgo el segundo y el tercero, la ovación se desgrana… La faena de muleta rebasa los límites del arte. Nace un nuevo “Curro” Rivera, atrás quedan las etapas del cite psicodélico y de la muleta de gran poder sin clase. “Otro Curro”, el artista, está en el ruedo, erguido, llevando al toro embebido en la muleta, girando levemente la cintura, con gran naturalidad, con gran calma, y los naturales siguen y siguen y los gritos aumentan y el toro sigue embistiendo… “Curro” está entregado, como lo está también el toro, y el público. Otra serie de naturales, de siete u ocho maravillosos naturales, y, también con la derecha, no hay dudas, “Curro” es otro. No debía faltar nada y “Curro” sabe adornarse con varios pases del desdén y con tres cambios llenos de gracia y torerismo… Cita para recibir y el estoque se va hasta el fondo. De las alturas baja el grito de “¡torero!, ¡torero!”. No cae el toro y “Curro” lo descabella al segundo intento…

De tal magnitud fue la faena de Curro a Horchatito, que aún después de fallar con el descabello, se le concedieron las orejas y el rabo del toro. Y dejó la plaza en olor de multitudes, a hombros de los concurrentes. Y así concluye el cronista:

… ¿Quieren que agregue algo? ... “Curro” Rivera me ha convencido. Es el “Emperador Azteca de toreo”. Nada más…

El estado de Palomo Linares

Las fracturas son lesiones más graves que las cornadas para los toreros, porque tardan mucho más en soldar y una de esas lesiones en ese momento, frenaría la parte invernal de la campaña del torero linarense. Afortunadamente, tras el estudio radiográfico, se determinó que solamente tenía contusionada la región. Dice el semanario madrileño El Ruedo de fecha 9 de enero de 1973:

…Palomo «Linares» se trasladó inicialmente a la Central Quirúrgica, ya que se temía una fractura de la pelvis. Las placas radiográficas mostraron que no había tal, y en contra de la voluntad de los médicos el diestro se trasladó a su hotel… Palomo manifestó que el golpe no tendrá mayores consecuencias. Lo que más le duele es que el toro que pensaba regalar fuese tan bueno y que no lo pudiese lidiar… En otro orden de cosas. Palomo «Linares» manifestó que espera que con su actitud de entrega en la tarde de hoy el público de la ciudad de Méjico se haya reconciliado con él…

La realidad es que Palomo Linares, aún habiendo cortado un rabo a Tenorio de Javier Garfias el 30 de enero del año anterior, nunca terminó de entrar en el gusto del público de la capital. El 4 de febrero del año 1973 torearía por última vez en la gran plaza y al día siguiente, aquí, en Aguascalientes, tendría su última tarde en México, reapareciendo puntualmente en nuestros ruedos hasta dos décadas después.

Rumorología de la fecha

En el número de El Ruedo del 16 de enero de ese 1973, se publicó la siguiente información:

Los tres jueces de plaza del coso monumental México, de la capital mejicana, van a presentar sus renuncias a sus cargos, según se afirmó hoy en fuentes generalmente bien informadas… Los tres jueces han venido sufriendo duras críticas, ya que su actuación no ha sido muy afortunada… Se señala que Joel Marín no procede con la mesura que concierne a su investidura, sino como un apasionado partidario de Manolo Martínez; de Juan Pellicer se dice que es poco maduro y se ha distinguido por su antihispanismo durante la actual temporada, llegando a ocasionar diversas molestias a diestros españoles; en cuanto a Jesús Dávila, se le ha criticado mucho por su generosidad para otorgar trofeos, e incluso se le ha puesto el mote de «Santa Claus Dávila» …

Hasta donde recuerdo, ninguno de los jueces de plaza fue separado o se separó de su cargo, pero la información transcrita demostraba que sus posiciones estaban en crisis. Así estaba el patio hace medio siglo.

domingo, 20 de noviembre de 2022

12 de octubre de 1972: Se presenta la ganadería de Zacatepec en Aguascalientes

Hace 50 años se respiraba un ambiente taurino bien distinto en nuestra ciudad. Don Guillermo González Muñoz recién había adquirido la propiedad de la Plaza de Toros San Marcos y entre sus intenciones estaba la de reestablecer el sitio de privilegio que tuvo siempre Aguascalientes como una de las ciudades importantes en el mapa taurino de México, decaído en los años anteriores, cuando su actividad se había reducido a unas cuantas novilladas desperdigadas en el calendario y dos o tres festejos, casi de compromiso, en la Feria de San Marcos.

Para ello, desde el año anterior, había dotado al coso de la calle de la Democracia de un alumbrado moderno que permitiera dar festejos nocturnos en días laborables y ofreció en abril, 6 corridas de toros y una novillada en días casi consecutivos, demostrando que, con imaginación en la confección de los carteles, era posible llevar a la gente a la plaza. Y no se limitó al tiempo ferial, recuperó fechas tradicionales del calendario civil y religioso para establecer entre corridas de toros y novilladas, una verdadera temporada de toros en Aguascalientes y así, por ejemplo, en el ciclo 1970 – 71, ofreció 24 festejos entre corridas de toros y novilladas.

Ese ambiente propició que, bajo el auspicio de la Casa Pedro Domecq, se celebrara aquí en las primeras dos semanas del mes de octubre de 1972, la anunciada como X Convención Internacional de Aficionados Prácticos y Peñas Taurinas. Todos los días de esas dos semanas, por las noches, destacados aficionados prácticos se enfrentaban a erales en el hoy más que centenario ruedo de la plaza San Marcos.

Así, vimos actuar por aquí entre otros a Chucho Arroyo, Lalo Azcué, José Antonio Morales – que también se presentó por las afueras con su cuadro flamenco –, al peruano Raúl Aramburu Tizón, al Ing. Valente Arellano, Rogelio Contreras, Guillermo Torres Landa, Paul Armand, Pepe López Hurtado – éste después sería matador de toros –, al Dr. Manuel Hernández Muro o a Philip Jongeneel por los visitantes y por los locales, entre otros, al inolvidable Ángel Talamantes El Exquisito, a los hermanos Alejandro y Carlos Paredes, al apodado El Veterinario quien se anunciaba como El tapado de Aguascalientes, al inefable Adolfo de la Serna El Botas, o a Jaime Femat, entre los que mi traicionera memoria recuerda por el momento y que llevaban más gente a la plaza que muchos de los que hoy se autonombran figuras.

Todos ellos y varios más, se disputaron la Oreja de Bronce, donada por la compañía vinícola que ya mencioné y que en los eventos alusivos a la convención era representada por el matador Eduardo Solórzano, que noche a noche organizaba alguna reunión alusiva, con la finalidad de difundir y dar a conocer esta fiesta. Y hoy hablan de defenderla

Una corrida de toros en honor de los convencionistas

Don Guillermo González Muñoz era un extraordinario hombre de negocios y un gran aficionado a los toros. La plaza de toros y sus gastos, corrieron por su cuenta para la convención de aficionados y a la vista del ambiente que generaban los festejos de prácticos, anunció una corrida de toros en su honor. El ambiente era de expectación para el festejo, como lo describe en su Columna Taurina de El Sol del Centro, el periodista Everardo Brand Partida:

La noticia del día es indudablemente la celebración de la primera corrida de la temporada 1972 – 73, que se dará hoy a las 21:30 horas en el Coso San Marcos, con Currito Rivera, Antonio Lomelín y Mariano Ramos en el cartel. Se correrán astados de Zacatepec, con kilos y presencia... Como lo hemos informado, este festejo se dará en honor de los concurrentes a la X Convención Internacional de Aficionados Prácticos y Peñas Taurinas que se verifica en Aguascalientes y que día a día logra mayor lucimiento...

Así, para esa noche del jueves 12 de octubre de ese 1972, anunció la presentación en nuestra plaza de una de las ganaderías históricas en México, la de Zacatepec, a cargo en esos días de don Mariano Muñoz, para Curro Rivera, recién regresado de su triunfal campaña por ruedos europeos, Antonio Lomelín y Mariano Ramos. Curro Rivera toreaba aquí su segundo festejo en plazas mexicanas desde su vuelta a suelo patrio, pues había reaparecido en Morelia el 30 de septiembre anterior alternando con Joselito Huerta y Mariano Ramos en la lidia de toros del ingeniero Mariano Ramírez.

La entrada a la plaza fue cercana al lleno, y en los tendidos se percibió una cierta hostilidad hacia Curro Rivera, quizás rescoldos de lo que quedó de la anterior feria de abril, cuando las cosas no rodaron como se había programado, sin embargo, el festejo al final, fue uno de esos que, pueden considerarse de los que vale la pena recordar.

El triunfo de Mariano Ramos

Mariano Ramos todavía no llegaba al año de haber recibido y confirmado su alternativa, pero avanzaba con un paso firme y continuado hacia la posición de ser figura del toreo. En San Marcos se le anunció en la corrida de apertura del ciclo con una corrida de La Punta que no dio posibilidad de triunfo y en esa actuación dejó su carta de presentación, estableciendo que no había toro complicado para él. La noche del 12 de octubre del 72, se alzó, aunque con una sola oreja en las manos, como el triunfador de la corrida. Escribió Everardo Brand Partida para El Sol del Centro:

Fue el tercero de la noche, “Tahúr” de nombre, con 478 kilos de peso, el primero de los toros a los que se enfrentó Mariano Ramos, toreando a la verónica superiormente, abriendo el compás y cargando la suerte sobre la pierna contraria, para rematar la serie, que había parado al público de sus asientos, con media verónica sencillamente extraordinaria… En el centro del ruedo hizo el buen toreo con clase y templando superiormente, y así surgieron los ayudados en redondo y por abajo, que mantenían al público de pie; coreando lo que Ramos hacía, y los ¡olees!, se escuchaban largos en los tendidos… La pañosa fue a la izquierda de Ramos, y el natural largo y templado, sedeño el muletazo, surgió entre los olés en los tendidos, y el torazo de Zacatepec, colaboraba extraordinariamente para que el muchacho bordara una faena realmente primorosa, como hacía tiempo no se veía en el ruedo de la San Marcos. Concluida la hazaña, se perfila un tanto precipitadamente tan solo para pinchar en lo alto, y en el segundo intento sepulta media estocada en bastante buen sitio, que fue suficiente para que “Tahúr” se entregara a los servicios del puntillero. Los pañuelos florearon en los tendidos y la autoridad concedió la oreja del tercero de la noche a Mariano… Con el que se suponía se cerraba plaza, el sexto de la noche, de nombre “Catador”, Mariano volvió a exhibir su toreo fino, de mucha calidad, ya que desde sus lances iniciales los instrumentó en el centro del ruedo, dos de ellos a pies juntos y otros tantos, abriendo el compás y cargando la suerte, y los tendidos que estaban con el muchacho, volvieron a enloquecerse… Lamentablemente Mariano se puso bastante pesado con el acero, y cuando finalmente logró una estocada en bastante buen sitio, el público lo obligó a dar varias vueltas al ruedo. Se había entregado por completo a un torero, a la clase al pundonor, a la valentía y al torerismo de Mariano Ramos...

Curro Rivera y el exigir a las figuras

Decía que en el ambiente flotaba cierta animadversión hacia Curro Rivera. En cuanto salió el primero de la noche, con los avíos en sus manos se encargó de acallarla, pero al final, con la espada en la mano, echó todo a perder. Un espadazo muy delantero, casi un golletazo, trocó las cañas en lanzas y volvió a encender los ánimos en su contra.

El cuarto de la noche se llamó Bohemio, un toro que se quedó parado y al que había que andarle cerca y sacarle los muletazos de uno en uno. Curro Rivera así lo entendió y lo llevó a la práctica. Escribió en su día Jaime Martínez Fonseca para El Heraldo de Aguascalientes:

Su segundo no era una “perita en dulce”, pero el potosino le puso la casta, después de que parte del público empezó a exigirle de más, y a base de porfiar, poniendo su físico a tan solo una cuarta de los pitones, pudo sacar un partido extraordinario, mismo que los conocedores pudieron captar en su calidad y en su arte, al igual que el palco de la Autoridad, para que después de haber matado bien, se le concediera una oreja. Hubo algunas protestas, pero el chaval es una gran figura y a nadie más que a él, se le puede exigir así...

En El Sol del Centro, el cronista Everardo Brand Partida cuestionaba de manera ácida la concesión de la oreja sin que mediara la petición de la concurrencia. La realidad es que el reglamento aprobado en la víspera del serial abrileño establecía que si se pedía mayoritariamente el Juez de Plaza – en esos días don Jesús Gómez Medina – estaba obligado a concederla, pero no le quitaba la facultad de concederla sin petición, si consideraba que la faena la ameritaba.

Antonio Lomelín con un toro de regalo

A veces las cosas se tuercen para los toreros desde el enlotado de los toros antes del sorteo. Ese 12 de octubre, eso le sucedió a Antonio Lomelín. Los dos huesos de la corrida le tocaron a él. Pero su carácter y su voluntad de triunfar y de ser no le iban a impedir tratar de salir triunfante esa noche de una importante exposición, dado el hecho de que la afición asistente a la plaza no era solamente local.

Entonces, regaló uno de los toros de reserva, de Peñuelas, sin que las crónicas registren cómo fue nombrado. A ese propósito escribió para El Heraldo de Aguascalientes, su cronista Jaime Martínez Fonseca:

Regaló uno de Peñuelas, al que inició su faena con lances a pies juntos, para luego despatarrarse y darle tres verónicas que remató con una vistosa revolera. Hizo un magnífico quite por chicuelinas y tomó los palos para dejar un buen par, otro más y el último extraordinario, escuchando una diana. En el tercio final dio muletazos con la derecha de muchos kilates, obtenidos a porfía, pues el toro se refugió en las tablas y terminó su faena toreando por alto, mirando a los tendidos. Remató con un pinchazo y una entera, para que le fuera concedida la oreja...

Ese fue el resultado de una corrida de toros que, se organizó en una fecha no tradicional y en un día laborable, pero que llevó a la gente a la plaza y que tuvo un interesante resultado.

El año del 72 en Aguascalientes

El resumen de 1972 en Aguascalientes es interesante se dieron 23 festejos de enero a diciembre, 13 corridas de toros y 10 novilladas y de ellos, solamente ocho sucedieron en la Feria de San Marcos. Las corridas de toros fuera de la feria se dieron en días como el 23 de enero, 12 de octubre, 12 de noviembre y el 25 de diciembre, fechas algunas convencionales y otras no, pero que, en el sentido del aprovechamiento de la oportunidad, pueden invitar a la gente a asistir a las plazas.

Aguascalientes y Zacatepec

Los toros de Zacatepec no volvieron a nuestras plazas sino hasta casi 50 años después, cuando un toro para rejones, salió al ruedo de la Monumental, para el caballero en plaza Diego Ventura. Fue el 2 de noviembre de 2019, se llamó Arlequín, y sustituyó al titular de Fernando de la Mora que se lesionó al estrellarse en un burladero. El rejoneador luso le realizó una faena intensa, que terminó intempestivamente, cuando al toro se le terminó el gas. Hoy llevan la ganadería los hermanos Bernardo, Juan Pablo, Alejandro y Mariano Muñoz Reynaud, tercera generación de la familia que la fundó. Ojalá un día de estos podamos ver una corrida completa suya, encastada ya en Murube, para toreros de a pie.

Aviso Parroquial: Agradezco al Community Manager de la ganadería de Zacatepec el haber avisado a este amanuense la fecha correcta de la vuelta de ese histórico hierro a nuestras plazas, lo que me ha permitido hacer la corrección correspondiente.

domingo, 24 de abril de 2022

La Feria de San Marcos hace medio siglo (VIII)

Una triunfal ¿despedida? de Alfredo Leal

La sexta corrida de nuestra feria de abril se anunció con el atractivo adicional de que sería la última que el llamado Príncipe del Toreo, torearía ante la afición hidrocálida. Alfredo Leal, desde el inicio de la década de los cincuenta, tuvo actuaciones señaladas en la Plaza de Toros San Marcos y se distinguió siempre por ser un torero fiel a su concepto, a un toreo de clase, sin concesiones a la galería y pudiéndole a los toros. No por nada se decía que su hacer era de trazo limpio, puro, transparente como el cristal.

Se apartó para la ocasión un encierro de don Jesús Cabrera, un ganadero que siempre tuvo fe y admiración por el torero de la capital mexicana, el cartel con el diestro de Acapulco, Antonio Lomelín y con Curro Rivera, que cumplía así su tercera tarde consecutiva en el serial sanmarqueño y que, en los hechos, pretendía resarcirse de las pérdidas de la víspera. La nota previa al festejo, en El Sol del Centro de la fecha de la corrida, sin firma, entre otras cosas, cuenta:
Repite el justamente llamado “Príncipe del Toreo”, Alfredo Leal, que en su actuación anterior bordó una faena de ensueño que provocó las primeras ovaciones fuertes cuando toreó magistralmente al quinto de la tarde, de nombre “Lupillo”, de la ganadería de Las Huertas, faena que hizo salir del letargo a los aficionados que hasta esos momentos habían visto transcurrir la corrida más sin pena que con gloria… Esta tarde regresa para proseguir exhibiendo su arte y ante los de don Jesús Cabrera, habrá de volver a instrumentar esas faenas portentosas, porque quiere despedirse entregándose al público, que, en justo reconocimiento a su valor, su arte y su voluntad, deberá ovacionarlo como se merece…
Todavía flotaba en el ambiente el importante de Alfredo Leal triunfo en la tercera de feria, el más sólido del serial hasta ese momento.

Reflexiones sobre un adiós

En la crónica que escribió Francisco Lazo para El Sol del Centro, antes de relatar el hacer del Príncipe del Toreo ante los astados, reflexiona entre otras cosas:
Un día me dijo Alfredo Leal: “Es inútil todo lo que me digas. No puedo dar ese pasito adelante. En quince años de alternativa – hoy tiene 17 – no lo he podido hacer. Menos ahora...”. 
Y la paradoja, hoy, en el umbral del retiro, Leal se ha echado pa’lante y ha puesto a flote todo el arte que atesora. Él mismo me decía anoche, a la salida de la plaza: “No sé qué ha pasado. Veo con más claridad las condiciones del toro, y cuando menos me doy cuenta, ya estoy ahí, en terrenos que nunca antes pensé llegar a pisar...”. 
No, Alfredo Leal no debe irse todavía. Tiene que dar a los públicos ese toreo tan puro, sin las concesiones del adorno, del temple y belleza singular. Se lo debe a la afición que le ha esperado siempre, que le ha estimulado para que pusiera de manifiesto su toreo de seda. Anoche cuando daba la vuelta al ruedo con las orejas del que se supone es el último toro que matará en Aguascalientes, se escucharon gritos de “¡torero – torero!”, juntamente con otros de “¡no te vayas todavía!” ...Alfredo lloró emocionado, lo mismo que muchos hombres de las cuadrillas. Y lo vimos recorrer el anillo, recordando algunas de sus buenas tardes, donde hacía lucir su clase y otras en las que, indeciso, dejaba ir con todo y orejas a los toros, mientras él, con la cabeza gacha, se retiraba al burladero. Lo que no recordamos es que Alfredo le caminara a los toros… Y cruzarse sin afligirse. Y ponerle un sentimiento especial, a veces muy erguido, luego quebrando la cintura y a otras, rabioso, metiéndose con el astado para arrancarle, a base de exponer, magníficos ayudados y salir airosamente, echando tipo, después del remate… No, Alfredo Leal no debe irse todavía. Debe corresponder a la afición con ese toreo que ha puesto a flote, ese arte que todos sabían que lleva dentro, pero que tanto escatimó. Tiene una deuda que pagar...
Ya al contar su actuación ante el segundo toro de su lote esa noche, llamado Chamaco, refiere lo siguiente:
…en su segundo armó la gorda deveras. Se llamó “Chamaco” y salió haciendo cosas feas, parecía deslumbrado, pero después de arremeter contra el caballo, se compuso y dio una lidia clara, aunque se agarrara pronto al piso y tuviera el torero que meterse en terrenos comprometidos para encelarlo. Fue una faena breve, pero de pases de seda con ambas manos y cuando tocaron “Las Golondrinas”, Leal contrarrestó la dulzona melancolía de las notas, con un toreo rabioso sin demeritar la calidad del lance. Y vuelta al muletazo lento, al ritmo que imponía el diestro, no al de la arrancada del toro, con un valor sereno que no le conocíamos. Y la estocada. La brindó al público, como el toro lo había brindado al ganadero Cabrera. Entró muy derecho, vaciando suavemente y sepultando todo el acero, un tanto traserillo. La ejecución lo valió todo. Dobló la res, flamearon los pañuelos, dos orejas y vueltas otra vez, con “Las Golondrinas”. Se salta una dama, le abraza y le besa. Y le invitan vino en botas y se mantiene el grito de “¡torero – torero!”, y ese otro muy significativo: “¡no te vayas todavía!” Otra vuelta más, pedida por el público que abarrotó los graderíos del coso San Marcos… No, Alfredo Leal no debe irse aún…
El resto del festejo

Antonio Lomelín fue llamado a dar la vuelta al ruedo tras la lidia de su primero, un toro que duró poco y salió al tercio tras de echar a perder – paradójicamente – la faena que hizo al quinto, con la espada. Por su parte, a Curro Rivera se le pasó la factura de los hechos de la víspera y asegura Lazo en su crónica, que fue muy exigido. El hijo de Fermín, el de San Luis Potosí, todavía tenía una tarde pendiente ante nuestra afición.

Alfredo Leal se reitera

El 29 de abril, casi oculta en las páginas interiores de El Sol del Centro, aparece una nota en la que se contiene una entrevista para la Cadena García Valseca (CGV), sin firma, con Alfredo Leal. En ella, el torero reitera su decisión de irse de los ruedos y cuenta que ha estado regalando a amigos y compañeros de profesión, vestidos y avíos de torear y que quizás, en días próximos, pudiera torear una corrida más, en Nuevo Laredo, benéfica, a petición de sus amigos, los señores Longoria, propietarios de la plaza. Hace otras declaraciones, muy interesantes, de las que cito lo que sigue:
Fue un paso dado después de platicar ampliamente con mis familiares – dice Alfredo – me lo habían solicitado desde hace tiempo y no había querido decidirme, sino hasta estar completamente seguro de que no daría marcha atrás...
Quiero aclarar que no me voy de la fiesta, que me ha dado grandes e inolvidables satisfacciones, con amargura, dejo la profesión porque me parece insostenible la situación en la que se me ha colocado y no culpo a la fiesta misma, sino a quienes de momento la manejan y a cuyo arbitrio no quiero someterme. 
Prefiero irme con dignidad y no permanecer en un medio que se me ha vuelto hostil, de manera injustificada. De momento pienso no torear más, pero sí algún día cambian las cosas, quizás volvería a vestirme de luces, si las condiciones físicas me lo permiten.
Y concluye manifestando que se dedicará en lo futuro a sus actividades cinematográficas y de televisión, así como a administrar una finca que tiene en Guanajuato, actualmente a cargo de uno de sus hermanos.

La realidad es que al final de cuentas la afición y las empresas no dejaron ir a Alfredo Leal. Aquí en Aguascalientes volvió para la Feria de San Marcos de 1973 y estuvo tres tardes en ella, firmando, casi estoy seguro recordar, otra gran noche el 26 de abril de ese calendario. Antes, el 25 de marzo, había realizado la que fue su última gran obra en la Plaza México, ante Hortelano, también de don Jesús Cabrera, al que le cortó las dos orejas. Seguiría en activo hasta bien entrados los años ochenta, aunque ya no le volveríamos a ver vestido de luces por aquí.

Aldeanos